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Riesgo volcánico en Atlixco: Habitantes no toman en serio a Don Goyo

  • Angelina Bueno
Especialistas coincidieron en que debe existir una campaña constante de concientización sobre la actividad del volcán
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El 21 de diciembre de 1994, el volcán Popocatépetl despertó. Este sábado, recordó a los atlixquenses que se cumplen 30 años desde ese evento, y que continúan viviendo en una zona de riesgo. La lluvia de ceniza que se registró desde la madrugada fue una muestra de ello.

A tres décadas de este acontecimiento histórico, especialistas consideran que los habitantes ya no se toman en serio la actividad volcánica. Así lo señalaron durante un simposio realizado con motivo de la conmemoración de este suceso.

Tanto Rogelio Pineda, uno de los fundadores del Plan Operativo Popocatépetl; Julio Glockner, investigador; y Miguel Medina, antropólogo, coincidieron en que debe existir una campaña constante de concientización sobre la actividad del volcán. Cada uno, al final de sus ponencias, destacó la importancia de mantener informada a la población.

El desconocimiento o la falta de seriedad en torno a la actividad volcánica está relacionado con el impacto de las redes sociales. A través de memes, los habitantes cercanos al Popocatépetl han suavizado la percepción sobre el riesgo que representa el volcán.

“Don Goyo se ve desde una perspectiva tradicional. Para las personas que viven cerca del cráter, esto implica rituales y creencias”, de acuerdo con el investigador Julio Glockner.  

 

 

En su intervención, compartió su experiencia al conocer a fondo a los “Tiemperos” y el significado de los objetos que utilizan en los rituales, tanto en el cumpleaños del volcán como en el de la Mujer Dormida.

En tanto, Rogelio Pineda indicó que la prevención también fue un tema central. Aunque el volcán despertó el 21 de diciembre de 1994, los expertos ya sabían desde noviembre de 1993 que algo sucedía con el Popocatépetl. Por ello, insistió en la importancia del monitoreo constante.

Por otra parte, Miguel Medina explicó cómo las erupciones anteriores obligaron a los “atlixcas” a migrar. Estas personas vivían en pequeñas células familiares, formadas por más de diez miembros. Aclaró que no fue la lava la que llegó hasta Atlixco, sino los flujos piroclásticos y las nubes de ceniza.

“En las excavaciones recientes hemos encontrado las diferentes capas que componen el suelo de Atlixco, pero no hemos encontrado lava”, explicó el antropólogo.

Ejemplificó cómo eran estas pequeñas células familiares, que cultivaban maíz y tenían huertas de traspatio, temazcales y hornos en hoyos para cocinar. Estas viviendas fueron completamente cubiertas por las erupciones.

Sin embargo, después de la emergencia, los atlixcas regresaron a vivir cerca del volcán, ya sea por fe, ya que creían que del cráter emergía un dios, o porque las erupciones generaron un suelo fértil y un lugar apacible para vivir.

“El problema no son los volcanes, el riesgo radica en la urbanización de las zonas cercanas. Por eso, la concientización sobre el peligro debe ser permanente”, concluyó Medina. (APP)

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