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La Resurrección: operativos no llegan a verdaderos puntos de venta de drogas
La reciente clausura del bar "La Pasadita" en la junta auxiliar de La Resurrección ha destapado un enjambre de problemas mucho más profundos que los establecimientos cerrados por las autoridades municipales. Detrás de la manifestación de vecinos del pasado 21 de noviembre en la sede del ayuntamiento de Puebla, existe una realidad no dicha: los puntos de venta de drogas operan a vista y conocimiento de todos, camuflados entre las colonias y el corazón del pueblo.
Vecinos de la periferia de este lugar aseguran que las “zonas pesadas” de compra y venta de sustancias están en colonias como 2 de marzo, Tliloxtoc, Bosques de Santa Anita, San Diego Manzanilla, Cerro del Marqués e incluso dentro del pueblo de La Resurrección; acusan que los “picaderos” operan a plena luz del día con personas que consumen drogas en las calles, inyectándose y fumando afuera de esos sitios.
Fue José, de 30 años y oriundo de La Resurrección, quien accedió a recorrer y señalar los puntos de venta de alcohol que aparentemente operan sin los permisos correspondientes además de aquellos dedicados a la venta droga –ampliamente conocidos por los pobladores de la comunidad–, con la condición de resguardar su identidad.
En su adolescencia José formó parte de pandillas de la zona, se reconoce como exconsumidor de narcóticos. Trabajó como conductor de combi en la ruta 58 –con recorrido de La Resurrección al centro de la capital poblana–; ahora es chofer de transporte público en la zona sur de la ciudad.
Operativos del ayuntamiento son “simulaciones”
Él y demás habitantes de La Resurrección afirman estar cansados de la falta de seguridad en la zona. Para ellos los operativos que realiza el municipio son simulaciones, pues señalan que al denunciar estos sitios, los agentes y policías encargados de investigar los “puntos” terminan por consumir bebidas alcohólicas y drogas como marihuana, cocaína y cristal en los locales que revisan.
“La Pasadita” se ubica a pie de carretera sobre el camino principal a La Resurrección, casi en la parte final del camino. Se encuentra a 200 metros de la calle que lleva a las oficinas de Presidencia de La Resurrección, donde también están el Juez de Paz y la Comisaria Ejidal.
Durante el recorrido realizado por e-consulta la tarde del jueves 23 de noviembre, el establecimiento se encontraba cerrado. A pesar de que el ayuntamiento informó la clausura del sitio, en la fachada no se observó ni un solo sello de clausura o algún rastro de él. Sin embargo “La Pasadita” sí luce abandonada, aunque todavía conserva sus cartulinas de promociones.
En el video que muestra el recorrido por la zona se aprecia una patrulla estacionada metros adelante de “La Pasadita”, sobre la calle 24 de febrero que lleva al centro de La Resurrección; no obstante, la camioneta luce abandonada al no contar con un solo agente en su interior.
“Quién sabe qué verga está cuidando”, se quejó José al ver pasar de largo una unidad, como muestra de que al menos para los vecinos, los operativos en la zona son meras simulaciones.
Zona de micheladas en La Resurrección, a 500 metros de la secundaria
La carretera principal a la Resurrección, desde la estación de servicio Némesis S.A. de C.V. hasta “La pasadita”, tiene una longitud de más de cuatro kilómetros y medio y atraviesa varias colonias como Bosques de Santa Anita, 2 de Marzo, Cerro del Marqués entre otras. Ahí se documentaron ocho establecimientos donde se ofrecen bebidas alcohólicas presuntamente irregulares.
José aseguró que aunque en la mayoría de los locales solo venden bebidas alcohólicas, en algunos durante la noche llegan mujeres a ofrecer servicios sexuales, mientras que otros sí funcionan como puntos de venta de droga.
También aseveró que es al interior del pueblo y las colonias circunvecinas donde se encuentran los puntos fuertes de venta y consumo de sustancias, la mayoría operando a plena luz del día y con personas consumiendo, fumando o inyectándose a mitad de las calles.
La zona de bares de La Resurrección abarca un kilómetro del camino, ahí existen por lo menos seis puestos dedicados a la venta de bebidas alcohólicas que se encuentra a menos de 500 metros de la Escuela Secundaria Técnica Número 35, casi todos frente a las oficinas del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) de La Resurrección y la zona arqueológica de la junta auxiliar, denominado Juego de Pelota.
En algunos locales se observan los rótulos con sus nombres, además de los productos que ofrecen, otros cuelgan lonas con sus ofertas; unos más colocan latas de cerveza en sus entradas. Casi todos se ubican junto a expendios de cerveza. En ninguno de ellos se observaron sellos de clausuras.
José comentó que desde los 14 años tuvo su primer contacto con las pandillas locales. Aunque no cometían actos vandálicos graves, sí hubo consumo de sustancias ilegales, “pero no eran pandillas así tan culeronas como las de ahora […] aunque no quisiera yo, pues sí comencé a conocer más gente, más pesado, pero dicen por ahí ‘es mejor retirarse a tiempo’”, sostuvo, además de confesar que en su juventud consumió sustancias como piedra, cocaína y marihuana.
Mencionó que la policía rara vez llega a la zona más profunda de La Resurrección y que "la seguridad la hace el pueblo”. Sostuvo que cuando los vecinos alertan sobre el consumo de sustancias y los patrulleros llegan a las zonas referidas, algunas veces éstos terminan por consumir alcohol y drogas en los sitios, por lo que es poco probable encontrar patrullas en la Junta Auxiliar: “si te agarra el pueblo, vales verga”, indicó.
Tres personas controlan la venta de droga en La Resurrección
José también comentó que, de acuerdo con su conocimiento de la zona, son tres los principales operadores de venta de droga en la junta auxiliar. Uno de ellos “El Popeye”, sujeto al que varios medios han involucrado con el actual presidente de la Junta Auxiliar, Adolfo Reyes Pérez Torres, y aseguran tiene su protección.
Aseveró que “El Popeye” vive en La Resurrección, pero dijo desconocer dónde. Los otros dos vendedores son “El Pitín” y “La Moni”, también residentes y oriundos de La Resurrección.
Sobre las afirmaciones que involucran a “El Popeye” con Adolfo Reyes Pérez Torres, José indicó que “El Popeye es del pueblo”, por lo que puede que cuente con el apoyo de pobladores y autoridades de La Resurrección, aunque no confirmó ni desmintió el vínculo con la autoridad.
Las sustancias ilícitas que se comercializan en La Resurrección, puntualizó, proceden del Triángulo Rojo en el estado de Puebla, conformado por los municipios de Tepeaca, Quecholac, Acatzingo, Palmar de Bravo, Tecamachalco y Acajete, ello de acuerdo con sus fuentes, entre los que se encuentran amigos consumidores y vendedores de drogas. (EG).