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Rodolfo Rodríguez “El Pana”, se te extraña
Taurinamente, 1947 fue similar a 2016, en ambos años fallecieron tres toreros a consecuencia de algún percance.
En el 47, Manolete (Linares, España, agosto 29). Carnicerito de México (Villa Vicosa, Portugal, septiembre 15). Y Joselillo (ciudad de México, octubre 14).
En 2016, Renatto Motta (mayo 18, Malco, Ayacucho, Perú). El Pana (junio 2, Guadalajara, México). Y Víctor Barrios (9 de julio, Teruel, España).
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Hoy se cumplen siete años de la ausencia del singular torero oriundo de Apizaco, Tlaxcala, quien falleció a consecuencia de un infarto fulminante en Guadalajara, estaba inmóvil del cuello para abajo, no respiraba por él mismo, sólo movía los párpados y balbuceaba.
Un mes antes, cuando El Pana toreaba con el capote en la plaza de Ciudad Lerdo, Durango, fue levantado por el toro Pan Francés de la ganadería de Guanamé. El torero cayó de cabeza, situación que le causó lesiones en las vértebras provocando su inmovilidad.
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Rodolfo Rodríguez “El Pana”, la aventurada carrera de un genio
La vida profesional del diestro de Apizaco fue irregular. No pasaba inadvertido, poseía personalidad propia, armaba la bronca o llegaba el triunfo, pero jamás aburrió al público.
Batalló para debutar en la plaza México. Se tiró de espontáneo una huelga de hambre, largas horas de antesala hasta que lo programaron en una novillada de selección. Más que una oportunidad fue para deshacerse de seis diestros. El Pana la provechó, cortó las orejas, lo repitieron consecutivamente hasta sumar 11 toreadas de agosto a diciembre de 1978. Era el novillero puntero, se hablaba de la alternativa. El Pana declaró: “ése no tiene categoría para darme el abrazo”, se refería a Manolo Martínez, la figura del momento. Ser boquiflojo le provocó problemas.
Durante su carrera sufrió vetos, tuvo actuaciones irregulares, apechugó con los toros que las figuras no querían ver, toreaba poco. Muy castigado por los toros, 27 cornadas, dos de ellas en la vena Femoral, un par de veces tuvo exposiciones de testículos, dos veces recibió la extremaunción.
El Brujo de Apizaco entregó toda su vida a la fiesta, ésta tardó más de 30 años en retribuirle.
Dios tarda, pero no olvida. El 7 de enero de 2007 recibió el primer pago en forma generosa. Aquel domingo de enero tuvo una actuación apoteósica en la plaza México, sacudió a la fiesta de los toros con las faenas a Rey Mago y Conquistador de la ganadería de Garfias. Aquel día Rodolfo estaba anunciado para torear la corrida de su adiós, qué lejos estaba de la realidad, fue la tarde de su resurrección.
Los brindis de ese día ante el micrófono de la televisión pasaron a la historia. El primero a los toreros que nunca pudieron actuar en la plaza México, el segundo a las buñis o prostitutas. Rodolfo regresó a actuar a La México varias veces: ya le dieron trato de figura.
Después de la resurrección del 7 de enero, fue contratado para actuar en plazas mexicanas que nunca había pisado, de igual forma fue torear en España y Francia. Se presentó en Madrid en febrero de 2008 en el coso de Vista Alegre mano a mano con Morante de La Puebla, así que no confirmó su alternativa taurina en Las Ventas. Lo que sí confirmó fue que la afición madrileña lo quería y lo respetaba, cuando El Pana falleció, le dieron una gran ovación en la plaza de Las Ventas en plena feria de San Isidro.
La Maroma de Pan Francés fue el 1 de mayo. El día 6 de ese mes hubo una corrida en la plaza de Madrid, surgió un grito del famoso tendido 7: ¡Viva el Pana!
El periodista español Antolín Castro escribió en su crónica de ese día: “La ovación de hoy no creo que te compense o te consuele, pero yo tengo la obligación de contártelo amigo Rodolfo. El recuerdo de ¡Viva El Pana! es nuestro mejor recuerdo. Conmueve que una afición ante la que nunca actuó, haya estado a la altura de las circunstancias”.
La columnista española Ana Pedrero, también le dedicó unas líneas al Brujo de Apizaco “Siempre contigo maestro Pana. Hoy, en este cruce de caminos y de emociones, amanecía triste este cinco de mayo; comenzaba San Isidro, regresaba Fortes resucitado y vivo, pero mi corazón estaba más allá, tan lejos. Y llovía, llovía mucho, muy pausado, puta vida, tetraplejia, cadena perpetua de lo inmóvil, leyenda sin final de leyenda, sin cantores en el tendido, sin romances cuando marque el reloj las cinco en punto de todas las tardes, Federico en carne viva”.
A raíz de la muerte de Rodolfo, Armando Fuentes Aguirre, Catón, escribió: “Yo quiero mucho a ese señor. No sólo es torero: lo parece. Tiene ese alegre duende sevillano que decía Lorca, y posee también la tristeza que guardan en el fondo los que ejercen el sacerdocio de torear. Es dueño de la misteriosa locura que lleva a algunos a vivir su vida como un mero preludio de la muerte”.
Saraí Rangel Sandoval, una aficionada de Córdoba, Veracruz, mencionó: “Vemos toreros y unos torean muy similar a otros, otros imitan a sus ídolos, otros aburren, otros no transmiten y ¿este señor a quién se parece? ¡A nadie!”.
He visto toreros que usan chamarras y gorras de equipos de futbol americano o beisbol, como si les causara pena ser toreros.
Rodolfo era todo lo contrario: se ufanaba de ser torero. Como prueba está su coleta natural, las veces que llegó en calesa a la plaza México cruzando por eje viales, desde el hotel en que se hospedaba hasta el patio de cuadrillas de la plaza más grande del mundo. El Pana lo hizo en 1978 cuando tomó la alternativa; en enero de 2007 en la supuesta despedida y al menos un par de veces más; una ocasión llegó en limusina.
A partir de la Navidad de 2010, la plaza de toros de Apizaco se llama Monumental Rodolfo Rodríguez El Pana, desde hace varios años un boulevard de su Apizaco también lleva su nombre.
Con 64 años de edad y 38 de alternativa, dejó a su madre doña Alicia, a sus hermanas y hermanos, a su esposa e hija de nacionalidad estadounidense y a toda la afición taurina.
¡Chacos! Se piró El Pana.
Fue un gachó chipén, de bandera, que curreleaba de torero. Ni modo, el mal fario llegó a la fiesta brava. La pañí nubla la vista.
Andobas hace el Tancredo, como si sornara, como si estuviera priva; pero no es así, el gachó ya no se arrimaba al toro de Osborne ni al de Domecq.
Las buñis lo van a extrañar. Para aquellas gachís fue aquel famoso brindis que se vio en todas las teleras, el video sigue rolando en internet.
Un toro malaje lo embistió y lo clavó en el ruedo. La afición está triste por el mal fario.
No faltarán los pajones con gatos en la barriga que echaban tomate y ahora, hipócritamente, escribirán que les duele que andobas haya palmado, pero en la soledad se alegrarán porque le tienen tirria; en algunos casos porque no le sacaron parné al apizaquense.
Estas líneas están redactadas tal como solía chamullar el genial Pana, ese torero de Tlaxcala, de Apizaco, de donde son los toros y los toreros güenos.
Olé Pana, habrá hecho el paseo con esa singular forma, con paso cansino, haciendo una pausa a medio viaje pa´que en el cielo se junten los diestros y los buenos aficionados para recibirlo con una ovación de lujo.
Olé los toreros güenos.
A siete años de su muerte.
Pana, se te extraña.