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8M: Daniela, madre y pediatra de Cruz Roja Puebla, esta es su historia

  • José Ramos
Daniela enfrentó el Covid-19 y tuvo que aislarse de su hija, a quien envió con sus abuelos, pues corría peligro de infectarse del virus
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El desarrollo profesional de una mujer y la crianza de las hijas e hijos es una encrucijada que viven muchas mujeres como Daniela, pediatra del hospital de la Cruz Roja en Puebla. En el marco del Día Internacional de la Mujer (8M), te contamos su historia.

Daniela Domínguez Fernández es una médica especializada en pediatría que actualmente se desarrolla en el área de Terapia Neonatal del citado nosocomio. Con 34 años de edad es madre soltera, se divorció de su expareja y cuida de una pequeña de cinco años de edad.

Te recomendamos: 8M Puebla: Reina García, una “naranjita” que rompe paradigmas socialesPese a la opinión generalizada acerca de que las madres solteras pueden desarrollar una crianza en ausencia de la figura paterna, Daniela lo califica como una tarea bastante complicada. Como profesional de la salud ha tenido que dividir su vida de responsabilidades en dos vertientes.

Por un lado, desarrolla su papel de madre, pues culturalmente las madres tienen mayor intervención en la crianza de las hijas e hijos, sobre todo, indica, en los primeros dos años de vida de las criaturas.

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Según refiere, la importancia de la presencia de un padre en una familia no radica en situaciones sentimentales, sino principalmente en que las tareas de la crianza deberían dividirse entre las dos personas involucradas en la procreación de los seres humanos.

Entonces, alude que, en profesiones como la médica, en la que se requiere destinar una buena parte de la concentración en beneficio de las y los pacientes, las madres solteras deben recurrir a redes de apoyo como, en primera instancia, la familia, al apoyarse de las abuelas, abuelos, hermanas y hermanos; en una segunda instancia la utilización de los servicios de guardería.

Por otro lado, su vocación de desarrollarse profesionalmente en el área médica para lo cual se especializó. Comenta en entrevista, que podría parecer muy fácil tomar la determinación de renunciar a la vida laboral y profesional y dedicarse de tiempo completo a las hijas e hijos; sin embargo, la vocación profesional no la dejaría dormir, pues pensaría en las posibilidades perdidas en caso de renunciar.

“Una mamá que trabaja y más siendo soltera, debe compaginar sus horarios laborales por ejemplo con los horarios para alimentar a los hijos con leche materna”, afirma Daniela, quien recuerda con entusiasmo que durante su etapa de especialización siempre consideró lejana la posibilidad de sub especializarse en la Terapia Neonatal.

Afirma que le parecía un área bastante complicada. Pero la vida le labró un camino. Recién egresada de la especialidad de Pediatría en el Hospital para el Niño Poblano, hace seis años, Daniela se encontraba en el punto al que muchos graduados llegan.

El hecho de buscar trabajo tras su profesión llevó a que una amiga suya que estaba por cambiar de lugar de trabajo le recomendó a asistir al Hospital de la Cruz Roja Mexicana en la ciudad de Puebla. El área con vacantes: la tan temida para Daniela Terapia Neonatal. Ahora, tras seis años, se da cuenta que es un sector para el que tenía mucha vocación.

“Un área que me parecía muy difícil. No me gustaba mucho. Prefería la consulta externa. Pero a mi llegada a la Cruz Roja en Puebla encontré una oportunidad de desarrollo laboral de acuerdo a la bolsa de trabajo”.

Daniela formó parte de las personas que vieron en la Covid-19 un enemigo invisible, desconocido, del que no se sabía cómo cuidarse. A la llegada de la pandemia a México, en la joven madre creció una angustia muy grande, ya que otras amigas de su misma edad, colegas, terapeutas neonatólogas como ella y también madres, fallecieron tras contagiarse en los meses más agudos de contagios.

Relata que estando ellas en otros hospitales, y al no haber aún vacunas, su exposición al virus era inevitable ya que, tras la saturación de los nosocomios, debieron acondicionarse varios espacios para convertirlos en respiratorios.

El miedo la hizo tomar la determinación de enviar a su hija a vivir con sus abuelos. Su amor por ella la llevó a aislarse para salvar su vida, porque trabajar estaba segura de que se contagiaría, invariablemente del Covid-19.

“No sabía si estaría entre las estadísticas de los enfermos con síntomas leves, o entre aquellos que agudizarían y resultaran en internamientos graves, intubamientos y posterior muerte”. Sin embargo, la pesadilla de vivir lejos de su hija no duró mucho tiempo, la vinculación afectiva y carnal entre ellas dos la llevaron a tomar el riesgo: traer de vuelta a su pequeña a casa.

Afirma que tomar el papel de la maternidad en torno a una profesión genera cambio de perspectivas y sensibilidades. Y más aún cuando a Daniela le ha tocado tratar y poner a salvo a niñas o niños con la misma edad que su hija.

A pesar de que existe un paradigma en el que se considera al personal de la salud como de temple duro y frío, Daniela considera que siempre hay una parte humana a destacar. En estas situaciones hay que cambiar la perspectiva y el manejo de los sentimientos y las emociones. Aprender a equilibrar de manera adecuada el manejo de las circunstancias con las madres y los padres de los pequeños enfermos.

“En las áreas intensivas y de emergencias, sí me ha tocado tener que despedir a muchos pequeños. En mi mente guardo una especie de cementerio en el que llevo a cada uno de los pacientes enfermos que no han podido sobrevivir”.

A pesar de tomar cursos, talleres y certificaciones para el manejo de estas emociones, asegura, siempre habrá un momento bastante complicado. Daniela ha tenido que recurrir a, que después de gestionar de manera profesional los trámites habituales tras el fallecimiento de un menor por alguna enfermedad, encerrarse en su consultorio y soltarse a llorar.

“Todas y todos quienes trabajamos en un hospital o en cualquier área médica, convivimos todos los días con la muerte. Es algo que hay que aprender a manejar con el tiempo”.

Cada día, Daniela se encarga de la terapia de alrededor de seis a 10 bebés que se encuentran hospitalizados por alguna enfermedad. Además, entre tres o cuatro niños acuden a una consulta externa al día. Agrega que, en la etapa invernal, son más las enfermedades respiratorias las que se atienden. En época de calor, son las enfermedades gastrointestinales las que incrementan.

Daniela asegura admirar y guardar respeto por aquellas mujeres que se desarrollan en cualquier campo profesional. Admiración y respeto que aumentan al tratarse de mujeres con la responsabilidad de criar a sus hijas e hijos.

Ella ha vivido en carne propia la encrucijada entre dedicarse de tiempo completo a su hija o dedicarse a ejercer su profesión, pero que hasta el momento su esfuerzo le ha permitido no decantar por ninguna de las dos y continuar dándole balance a su vida. Daniela, madre y pediatra de Cruz Roja Puebla, esta es su historia en el marco del 8M.

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