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En lo cotidiano, reconocer la estructura patriarcal, plantean

Abordan en la IBERO Puebla la criminalidad femenina
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“Desmontar la estructura patriarcal demanda reconocerla en las prácticas cotidianas, señaló la la doctora  Nadia Castillo Romero, directora del Departamento de Ciencias Sociales, de la IBERO Puebla.

Por su parte, la criminóloga feminista Rosemary Barberet, destacó que el  género está presente en todas las instituciones y prácticas.

Barberet explicó que la mujer ha sido históricamente invisible en la criminología debido a su énfasis en quien comete una falta (perfil predominantemente masculino). Las primeras teorías en la materia asumieron que las normas elaboradas por y para hombres aplican de la misma manera para las mujeres, lo cual ha sido refutado por las posturas feministas.

Las investigaciones iniciales que desenmascararon la violencia de género supusieron un cambio paradigmático, entre otras razones, por exigir que el ámbito privado sea abordado por la disciplina criminal. “La criminología feminista cuestiona si ciertas formas de masculinidad son criminógenas. El movimiento feminista proporciona teoría y método”.

Gracias a la perspectiva de género se comprobó que la violencia contra las mujeres es una pandemia vital que tiene tendencias significativas a ser ejercida por conocidos. Además, las violaciones han dejado de entenderse como fenómenos que ocurrían solo en tiempos de guerra.

Por otro lado, existen altos rezagos en la incorporación de mujeres al ejercicio jurídico y legislativo.

Rosemary Barberet recordó que la inclusión de las mujeres y personas de la diversidad sexual en profesiones criminológicas supone un ejercicio de igualdad y legitimidad por parte de los estados democráticos. Además, continuó, estas personas cuentan con habilidades y cualidades importantes para el correcto funcionamiento de la justicia.

Cuando ellas delinquen

La profesora de justicia criminal internacional trazó algunos perfiles históricos de la mujer delincuente. A finales del siglo XIX se mostró un interés en la relación entre el aspecto físico y la propensión a delinquir. Además, las conductas criminales en mujeres eran concebidas como anomalías, mientras que en los varones eran percibidas como actos naturales.

Las criminólogas feministas han encontrado que las mujeres participan en menor medida en actos delictivos debido a los roles de género. En cambio, los crímenes cometidos por ellas son producto de su propia victimización, la feminización de la pobreza, el narcotráfico y el crimen organizado.

Así, actualmente las mujeres son detenidas por delitos no violentos o relacionados con drogas ilícitas. Si bien atraen mucha atención mediática cuando se les arresta por delitos violentos, el debate internacional se ha enfocado en entenderlas como víctimas, lo que puede poner en riesgo las necesidades de las mujeres en prisión.

Ellas representan el 7% de la población penitenciaria a nivel mundial. Por ser minoría, suelen ser sobreclasificadas, lo que reduce sus oportunidades de rehabilitación, educación y formación laboral, además de derivar en problemas de salud mental y abuso de sustancias.

Barberet compartió que el adelanto más importante para las mujeres en prisión se encuentra en las normas de Bangkok (2010). En ellas se incluyen 70 reglas donde se incluyen las necesidades de género: programas para madres e hijos, programas de salud física y mental para la mujer, prevención de la victimización, alternativas a la pena privativa, etcétera.

Criminología y masculinidad

Hay diferentes expresiones de masculinidad según la cultura; la hegemónica y la subordinada son las más asociadas con la criminalidad. No obstante, el ejercicio de dominación tiene costos al margen del dividendo patriarcal: “dentro de la aspiración de muchos hombres de llegar a ser importantes se pueden ver altas tasas de delincuencia, abuso de drogas y victimización”.

Si bien las mujeres son mayoritariamente víctimas en ciertos delitos, la mayoría de las víctimas de crímenes, enfatizó Rosemary Barberet, son hombres a manos de otros hombres. Esto ha encaminado a cuestionar si los servicios para víctimas se han feminizado, lo que, en conjugación con el rechazo a admitir el miedo al delito, aleja del acceso a la justicia a los varones.

La masculinidad hegemónica es autoritaria y tóxica. Desde las esferas del poder, esta masculinidad lleva a la delincuencia. Por otro lado, la masculinidad subordinada es de opresión, marginación y está ligada a la homosexualidad. “Cuando hablamos de la frialdad y el punitivismo del aparato jurídico no es casualidad: estas características existen para controlar a las masculinidades subordinadas”.

La fluidez de los roles de género impulsada por la diversidad sexual y los estudios feministas es uno de las mayores aportaciones a la criminología. La especialista cerró con un llamado al trabajo colaborativo y paritario: “queremos que los hombres sean nuestros aliados, pero ¿qué hacemos con ellos? No se trata de desempoderarlos, sino de reforzar sus cualidades femeninas”.

Ver nuevamente la ponencia, ir a la siguiente liga: https://www.youtube.com/watch?v=qQOh75gbchY

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