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BUAP, al nivel de universidades de EU menos en dinero: investigador
Los patógenos E. coli, Shigella spp, Salmonella spp y Vibrio cholerae representan alrededor de mil millones de casos de diarrea al año y son responsables de casi un tercio de las muertes infantiles. Por ello, comprender cómo infectan al huésped y al sistema inmunológico durante las enfermedades gastrointestinales es una prioridad. Así lo visualizó el doctor Fernando Ruiz-Perez, quien hizo de esta su línea de investigación, en la cual ha establecido nuevos paradigmas y dado pie a colaboraciones con la comunidad científica internacional.
El egresado de la BUAP ha sido, además, pionero en la implementación de estrategias innovadoras, como el uso del T5SS para mejorar la respuesta inmune inducida contra antígenos heterólogos transportados por vacunas basadas en vectores atenuados de E. coli y Salmonella.
Graduado en la BUAP en 1995 como Químico Farmacobiólogo, con la tesis de licenciatura "Determinación del LC50 de Daphnia magna en aguas residuales industriales tratadas y no tratadas y efluentes hospitalarios no tratados", Ruiz-Perez considera que a la fecha su mayor logro es el descubrimiento de las propiedades inmunomoduladoras de una familia de factores de virulencia denominada “Serine protease autotransporters of Enterobactereaceae” (SPATE), las cuales son secretadas por todos los patógenos intestinales y extraintestinales, incluyendo especies de E. coli, Shigella flexneri, Salmonella y Citroba
“Encontramos que estas proteasas degradan un amplio espectro de O-glicoproteínas expresadas en la superficie de prácticamente todas las células del linaje hematopoyético, incluidas las proteínas de adhesión y las moléculas coestimuladoras, produciendo varios efectos sobre las células inmunes, como la activación celular prematura y la apoptosis. La inmunomodulación mediada por degradacion de O-glicoproteínas representa un nuevo paradigma en la patogénesis de Enterobacteria y ha abierto nuevas vías y colaboraciones con la comunidad científica de todo el mundo, para estudiar este fenómeno no sólo con bacterias, también con virus”, señala.
Fernando Ruiz-Perez, quien ha plasmado sus aportaciones científicas en 41 artículos en revistas indizadas, reconoce también que su investigación en patogénesis bacteriana incluye el descubrimiento de especies bacterianas de la microbiota intestinal que activan la virulencia de E. coli, uno de los estudios pioneros que anticipó el importante papel de la microbiota intestinal en la salud y la enfermedad.
Con una trayectoria académica de al menos dos décadas en instituciones del país y el extranjero, como la UNAM, el IPN y en las universidades de Maryland y Virginia, en Estados Unidos, desde 2014 es professor investigador en el Departamento de Pediatría de la Escuela de Medicina de la University of Virginia, Charlottesville.
A la máxima casa de estudios en Puebla ingresó en 1989 -año en el que integró un equipo de fútbol llamado Real QFB para participar en un campeonato en la Facultad de Ciencias Químicas, “¡quedamos en segundo lugar!”, recuerda con agrado. Como muchos egresados que emprenden el vuelo, de su paso por otras instituciones del extrajero, expresa: “He podido comparar la educación impartida en la BUAP con alguna de las universidades de USA y lo único que las diferencia es la abundancia de recursos en estas, lo cual se puede entender, ya que aunque son públicas, la educación en ese país no es gratuita”.
Durante una conferencia sobre enfermedades causadas por patógenos bacterianos a nivel molecular y el desarrollo de vacunas, impartida por el director del Center for Vaccine Development, de la Universidad de Maryland, Estados Unidos, Myron Levine, Fernando Ruiz-Perez no dudó en elegir este campo para sus futuras investigaciones, por lo que realizó estancias posdoctorales en ese centro.
No menos importantes fue su formación en la Facultad de Ciencias Químicas: “En mi opinión, la educación impartida en la BUAP es una de las mejores del país. Me ayudó a continuar mis estudios de posgrado en el CINVESTAV-IPN sin ninguna dificultad”. Y, por supuesto, sus profesores: “Varios eran también investigadores en diversas áreas de la ciencia. Sin duda, fueron clave fundamental de mi interés por la ciencia y la investigación”.
“Nunca me gustó la rutina, siempre me interesó aprender cosas nuevas. La investigación ofrece justamente eso: descubrir cosas nuevas para beneficio de la humanidad”, justifica su vocación por la ciencia. Aunque es un investigador independiente, mantiene colaboración con científicos de su institución, el Child Health Research Center, así como de la University of Maryland, el Center for Vaccine Development y la Johns Hopkins University.
La especialización alcanzada en el tema le ha redituado prestigio y reconocimientos, como Pathogenesis and Response Award, Innovative Research Project, otorgado en 2011 por la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland; y Maddy Award Recipient, for Innovative Research Projec en 2018, por la Escuela de Medicina de la Universidad de Virginia.
Como científico no soslaya el tema del COVID-19 que ha sorprendido y afecta al mundo. La ciencia y tecnología -dice- han jugado un papel decisivo en la mitigación de la pandemia. “Los avances científicos, especialmente en la secuenciación genética, han permitido rastrear y monitorear la pandemia más rápido que cualquier brote anterior. Hoy los investigadores están ocupados estudiando aspectos genéticos y moleculares del nuevo coronavirus, que permitirán su detección más temprana, conducir a nuevas terapias y diseñar vacunas”.
-Qué enseñanza nos deja esta pandemia?
-La pandemia por COVID-19 nos ha afectado a todos de varias maneras, desde los efectos de la enfermedad y el trauma causado por la muerte de familares, cómo nos desenvolvemos en nuestra vida diaria y como los investigadores de todo el mundo se han enfocado para resolver este problema. El virus nos ha forzado a revisar las relaciones familiares y a brindar apoyo y afecto, particularmente a los ancianos. Nos ha alertado de que debemos estar preparados para una situación similar o peor, que podría ser más catastrófica, que debemos actuar con rapidez en el momento del primer brote y no subestimar al enemigo.
Nos ha enseñado también, subraya, que la colaboración internacional en crisis como esta, es fundamental. Una vocación que los científicos conocen muy bien.