Luego de que por disposición oficial el espacio que ocupaban se cerró, los 12 miembros de la asociación de aseadores de calzado analizaron la ruta que tenían que seguir para no perder los ingresos con los que sostienen a sus familias.

Reaccionaron rápido y su primera determinación fue asimilar que si los clientes ya no podían ir a ellos, ellos tendrían que ir hasta sus clientes, así lo cuenta Juan José González Ortega, líder de la asociación. 

Por eso decidieron cargar con sus sillas y materiales para visitar las colonias de Huauchinango y ofrecer sus servicios, lo hicieron por más de mes y medio para después cambiar las sillas por los tradicionales cajones de madera, mucho más prácticos para transportar.

Juan José dijo que no tuvieron opción, su trabajo, aunque podría considerarse no esencial, para él y sus compañeros lo es, pues así han sostenido a sus familias a lo largo de los años y por eso no tuvieron otra opción.

Agradeció a la gente por la respuesta que tuvieron, pues fue más allá de lo que esperaban, muchos acudieron a pedir sus servicios mientras recorrieron las colonias, muchos más no fueron a bolearse los zapatos, pero les daban dinero, “a veces 50 o hasta 100 pesos, a cambio de nada, solo por ayudar, comenta”, otros más se acercaron a regalarles despensa, “arroz, frijoles, azúcar, la sociedad nos ha apoyado mucho”.

Actualmente emprendieron otra forma de trabajo, un amigo les ofreció un local en la calle Hidalgo y esperan que esta sea una nueva etapa para reponer sus ingresos, que disminuyeron con la pandemia, además de que apuestan al trato amable que ofrecen, así como la calidad de su oficio.