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Empleados y micro negocios, otras víctimas del coronavirus en Puebla
Empleados, micro empresarios, free lance y ambulantes son las otras víctimas del Covid—19 en Puebla.
Hasta 90 por ciento han caído las ventas, algunos prevén cerrar sus negocios o perder su empleo en la cuarentena, y todos sufren la incertidumbre de no tener qué comer en unos días.
El calvario comenzó tras el “puente” de la semana pasada. Las escuelas cerraron, el turismo desapareció de repente y cada vez más gente atendió la instrucción de quedarse en casa para evitar contagios.
“Ya nos dijeron que esta semana estará abierto, pero la otra quién sabe. No sabemos qué va a pasar, sólo queda esperar”, relata Lucía mientras limpia el mostrador de la tienda de artesanías que atiende en el Centro Histórico.
De ella dependen dos hijos estudiantes y este empleo es su único ingreso. Confiesa que está preocupada por la crisis, pues las ventas se desplomaron 90 por ciento, pero enfatiza que a pesar del riesgo del coronavirus, no puede quedarse en casa, como sugiere el gobierno.
Las calles de la ciudad lucen vacías al mediodía de este martes, el primer día de cuarentena oficialmente decretada por el gobierno de Miguel Barbosa Huerta. No hay gente ni autos, el silencio permea el ambiente. El tiempo pasa lento.
Las papelerías de la 8 Oriente cerraron, igual algunas cafeterías de Juan de Palafox: los restaurantes junto a “El Parian” también, así como los locales de artesanías.
Hasta 3 horas sin pedidos padecen en Puebla repartidores de @UberEats_mex por el #COVIDー19. Este joven estudiante —también mesero de un bar que cerró— ya busca otro empleo porque no ve cómo enfrentar la contingencia. || @e_consulta @periodistasoy pic.twitter.com/A283XbAeI3
— Héctor Llorame (@HectorBLN) March 24, 2020
Sin gente, con pocos autos y negocios cerrados lucen esta tarde las calles de #Puebla, en el primer día de cuarentena decretada oficialmente por el @Gob_Puebla. @e_consulta pic.twitter.com/ZngmorhAHw
— Héctor Llorame (@HectorBLN) March 24, 2020
Esperan que acabe la contingencia
Un joven en el zócalo no despega la vista de su teléfono. Son casi las 12 de la tarde y solo espera algo: su primer pedido del día.
Con más de un año en Uber Eats revela que la última semana ha sido la peor de todas. Considera que al estar en casa la gente prefiere preparar la comida en vez de comprarla.
Por desconfianza evita decir su nombre y si tiene hijos, cuenta que entró a la aplicación porque era desempleado y teme volver a serlo. Ahora, además del primer pedido, espera que la contingencia termine.