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Solosexuales: hombres y mujeres que aman tener sexo con ellos mismos
Abogan por el bricolaje sexual, es decir, por el háztelo tú mismo, al mismo tiempo que empiezan a organizarse como colectivo, es cómo define el periódico El País a los Solosexuales.
Elvis Presley, el sex symbol de toda una época, que hubiera tenido a media humanidad dispuesta a complacer sus demandas eróticas, reconocía que, en el fondo, lo que más le gustaba, sexualmente hablando, era masturbarse.
Uno se conoce a sí mismo mejor que nadie y sabe que atajos tomar para llegar antes a su destino. Uno no siempre tiene ganas de seducir a alguien, de hablarle de sus gustos, de familiarizarse con cuerpos extraños, o de tratar de buscar la extrañeza en los que hace ya tiempo que nos resultan excesivamente familiares.
Uno puede tener días en los que no le apetezca el papel de explorador o viajero, y prefiera el de turista. De esos que va a un resort con todo incluido y que solo lo abandonan para coger un taxi que los lleve al aeropuerto más cercano y los devuelva a casa.
El sexo en solitario hace tiempo que dejó su connotación más negra, triste y fracasada para pasar a convertirse en una actividad lúdica y, estrictamente necesaria para conocerse a uno mismo.
Las citas con los propios genitales jamás nos defraudan: son puntuales, nunca llegan tarde, y, aunque también tienen sus días bajos, son como esas viejas amigas a las que se les perdona todo porque su presencia siempre nos deja buen sabor de boca.
La naturaleza es sabia y, fíjense si no será importante el sexo, que nos proveyó de un kit de supervivencia para poder tener vida sexual hasta en las condiciones más extremas y cruzar los desiertos o las tundras de la soledad sin renunciar a la dimensión erótica.
Claro que hay algunos que llevan esta filosofía hasta sus últimas consecuencias y deciden tener sexo solo consigo mismos. Son los solosexuales que cuentan ya con su signo –el masculino con la flecha dentro del círculo– y numerosas páginas web, además de foros y hasta música para llegar al éxtasis sin compañía.
Dentro de este colectivo caben todas las orientaciones sexuales: homosexuales, heteros o bisexuales, siempre y cuando se observe la máxima de que dos son, aquí, multitud. Echando una ojeada a la red, uno puede pensar que la solosexualidad es terreno exclusivo de los hombres, puesto que ellos son los que más portales tienen en Internet y, además, son los que celebran sus particulares “orgías”, que no son otra cosa que reuniones en las que un montón de tíos se masturban mientras se miran unos a otros.
Pero también hay mujeres, solo que son más silenciosas y no están organizadas.
Llevar la independencia hasta sus últimas consecuencias y renunciar a la dimensión social del sexo, puede tener muchas lecturas.
Según la sexóloga y psicóloga Ana Sierra, con consulta en la Fundación Sauce, en Madrid, “en la sexualidad nada es anormal, el problema es cuando algo se hace exclusivo y anula a todo lo demás, cuando se buscan siempre los mismos estímulos. En el caso de los solosexuales, en los que se han suprimido las relaciones con otros, puede que exista en el fondo una causa que evite el contacto, puede ser una mala experiencia o frustración de una relación anterior, el miedo al compromiso, al fracaso o a no estar a la altura e, incluso, el temor al contagio, a contraer enfermedades venéreas.
Es, en cierta manera, una vuelta a la etapa más infantil del sexo y cuando leo que muchos solosexuales se masturban en grupo, me recuerda a las practicas adolescentes, en las que los chicos hacen quedadas masturbatorias, que tienen también su lado didáctico, de aprendizaje”.
En la web sobran argumentos de solosexuales, que tratan de explicar su postura frente al sexo de diversas maneras. Como la revista Vice apuntaba en un artículo titulado Two’s a crowd: solosexuality and its discontents, en el videoblog The Joys of Being solosexual, un nerd asiático y veinteañero cuenta como abrazó esta orientación sexual en julio del 2010, tras una relación fallida.
Su lógica no puede ser más aplastante y relata que estando en el metro de Nueva York descubrió un portal en Internet sobre este colectivo. Cuando llegó a su parada decidió seguir en el vagón y apearse más adelante, aunque luego tuviera que retroceder para llegar a su casa. “El problema es que si hubiera estado con una chica, probablemente hubiera armado un escándalo, me habría hecho bajar del vagón y luego hubiéramos tenido una pelea. De esta manera no tengo que justificarme nada a mi mismo”.
Jason Amstrong, sin embargo, utiliza un argumento más introspectivo para explicar al mundo su vida sexual, en el post How I learned to love myself as a solosexual, publicado dentro del portal The Bator blog, from Bateworld.
“No estamos hablando de la paja rápida en la ducha antes de ir al trabajo por la mañana. Se trata de hombres que se masturban durante horas”, afirma Amstrong, quien continúa, “el acto de masturbarme, lleva implícito muchos otros como bailar frente al espejo, fumar, beber mi adorado Jack Daniels, ver porno o jugar con una serie de cosas o ideas que yo he recopilado durante toda la semana. Lo que ocurre es que llego a un estado trascendental en el que mi cuerpo se identifica con mi pene y mi cerebro es solo sexo (…) No tengo intención de compartir el sexo con otros y la intensidad que esto me produce es suficiente para poner mis prácticas en el puesto número uno de mis preferencias sexuales”, escribe Jason.
Con información y foto de El País
https://smoda.elpais.com/placeres/asi-son-los-solosexuales-los-que-solo-tienen-sexo-consigo-mismos/