De estilo medieval, al norte de Francia se encuentra Barfleur, un pequeño paraíso bordeado por aguas del Atlántico clasificado este año dentro de los diez primeros lugares más bellos del país.

Con apenas dos escasos semáforos, esta pequeñita y encantadora ciudad de menos de dos mil habitantes, posee una arquitectura que data del siglo XVI, de una riqueza histórica enorme para los franceses al ser el fuerte que defendió la invasión en la Normandía.

«Barfleur», une des plus beaux villages de France.

Un lugar obligado es el « Café de la France » indiscutiblemente gourmet y muy concurrido por turistas y vecinos de la zona. Comenzó a funcionar desde 1901 exclusivamente para los pescadores de la época y se ha convertido en una brasserie très chic de la baja Normandía.

Su especialidad, las Moules à la Normande (Ostras con crema, vino blanco, perejil y cebolla) y un postre por demás exquisito, la tarte aux pommes maison.

Fue el lugar elegido por el famoso pintor neo impresionista Paul Signac, para pasar sus últimos tres años de vida, en una hermosa casa junto a la Iglesia de Saint Nicolás donde al caer enamorado de la belleza del lugar, produce una gran cantidad de cuadros que reflejan su gusto por la navegación, por la calidez del puerto, por la diminuta ciudad que le despertaba con el mar y el sonar de las campanas.

¡Barfleur, un charmant village français!

Signac, una vez en la escuela de Bellas Artes conoció a los pintores de su época (1882) Claude Monet, Georges Seurat, Camille Pisarro y que pronto le llamaría la atención del color puro que manejaba en su técnica el autor de « La Bagnade à Asnières »

Paul inició el movimiento puntillista inspirado por Seurat y a diferencia de otros artistas, su posición económica le permitía viajar constantemente. En uno de sus viajes a París se encontró con Vincent van Gogh con quien compartiría no sólo charlas interminables, el holandés admiraba la forma de pintar de Signac, tan libre, tan natural.

Inseparable de Pisarro, exploró la litografía, la escultura, grabados, pinturas al óleo, a la acuarela, croquis hechos con la delicadeza de una pluma, también incursionó en el periodismo donde colaboraba en “Les nouveaux temps” propiedad de Jean Grave.

Él fue una fuerte inspiración para Henry Matisse (y también fue el primero en comprarle un cuadro, al ser un ferviente creyente de los jóvenes talentos de la época).

De la ciudad, Signac pintó el “Porte de Barfleur” desde varias perspectivas dejando el testimonio de días llenos de sol en su estancia en el pintoresco pueblecito y un mar bravamente tranquilo.

Barfleur, el lugar que inspiró a escritores de la talla de Jules Renard o Jean Girandoux. Vio nacer a Paul Emile Blanvillain quien según Signac, nadie como él pintaría los barcos.

Tal es el encanto del puerto normando que un decreto le protege de cualquier construcción nueva, difícil para un territorio reconstruido tras la famosa guerra de los cien años.

Y su mercado de antigüedades es tan famoso que turistas de Bélgica, Inglaterra, Luxemburgo y de la misma Francia se dan cita en el mes de agosto.

Es un refugio para la música clásica que nos permite reinventar nuestro interior, Allegro con brio ma non troppo mosso, composición de Georges Enesco, fue ejecutada bajo una rigurosa exquisitez por la pianista Claire Désert quien en petit comité ha participado en la ciudad en el marco del festival musical de verano.

Si París con sus ciento cinco kilómetros es considerada una enciclopedia cultural, Barfleur con sus 0.6 km es la llave USB donde todo se concentra.

¡Oh, sí!

¡Champagne!

¡Amaneceres llenos de luz! Y,

¡Puestas de sol sin principio ni fin!