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Cifras de feminicidios en el interior del estado permanecen ocultas: estudio
Un feminicidio a la semana ocurrió en Puebla de 2013 a 2015 y en 149 asesinatos de mujeres registrados en ese periodo hay evidencia de una causal del delito pero éste no fue consignado como tal, concluyeron el Centro de Análisis, Formación e Iniciativa Social (Cafis), y el equipo de LADO B.
Natalí Hernández, directora de Cafis, expuso en el estudio “Datos preliminares del Estado de los Feminicidios en Puebla” que aunque se han incluido el delito de feminicidio en el Código Penal, la investigación y acreditación de los crímenes de odio contra mujeres enfrenta aún diversos obstáculos que van desde tipificaciones deficientes, falta de protocolos de investigación especializados, hasta el esfuerzo por maquillar los asesinatos de odio.
Oficialmente la Fiscalía General de Justicia reconoce en ese periodo 57 feminicidios, y hasta marzo de este año no había ninguna sentencia firme del Tribunal Superior de Justicia en Puebla.
El análisis, que partió de las bases de datos del Observatorio de Derechos Sexuales y Reproductivos (Odesyr) y del Observatorio de Violencia Social y de Género del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría SJ, de la Universidad Iberoamericana, de los que sólo tomó sólo casos representativos, encontró que en 53 por ciento de ellos el cuerpo estuvo exhibido o expuesto públicamente, lo que implica un signo de desprecio y odio por el cuerpo femenino.
El 45.6 por ciento presentaban lesiones o mutilaciones infamantes, es decir agravios en órganos sexuales, excremento en cavidades. En 28.9 por ciento de los casos se documentaron lesiones previas al asesinato, y en 27.5 por ciento hubo perfidia (abuso de confianza), con el que se deduce que el crimen fue perpetrado o ayudado por una persona de la confianza de la víctima.
En el 22.8 por ciento el cuerpo presentaba violencia sexual y en 15.4 por ciento se comprobaron antecedentes de violencia de pareja.
La mitad del estado, sin datos
Tanto Natali Hernández como Mely Arellano sostuvieron en la presentación que el grave fenómeno de los asesinatos por odio permanece oculto en la mitad del estado, donde no existe registro hemerográfico y tampoco cifras oficiales, lo que dificulta su análisis.
Y es que las bases de datos construidas por reportes de la prensa corresponden sólo al 25 por ciento de los 217 municipios en Puebla; el otro 75 por ciento del estado permanece invisibilizado por carecer de un periodista que consigne el hecho.
Sin condenas firmes
El análisis también reveló que en 55 por ciento de los casos se identificó al asesino, es decir que se conoce la identidad de 81 probables feminicidas, pero ninguno está sentenciado firmemente por el delito.
“A la fecha sigue siendo una la única sentencia contra el delito” sostuvo Arellano.
Según el reporte, en el 49 por ciento de los casos se conoce la relación de la víctima con el victimario, el 31.5 por ciento era la pareja sentimental, actual o anterior, de la víctima, y 10.7 por ciento algún familiar.
Jóvenes, las principales víctimas
El grupo de edad más frecuente es de 21 a 30 años, con 34,1 por ciento de las víctimas, seguido del de 31 a 40 años, con 22.4 por ciento.
Las mujeres más vulnerables son las que tienen entre 21 y 40 años: jóvenes, en edad escolar, empleadas o trabajadoras y también muchas en su primera década de maternidad y/o matrimonio.
Mapeo de femincidios, el riesgo de todas
Del el mapeo de casos que las organizaciones realizaron concluyeron que la tasa de homicidios resultó variable, sin que existiera un municipio en particular o colonia que concentrara casos de feminicidios.
“El riesgo es de todas, la violencia hacia las mujeres no está focalizada en algún lugar, es decir que todas somos potencialmente víctimas”.
Los municipios con las tasas más altas de feminicidios por cien mil habitantes no presentan tampoco una constante ni un patrón. En 2013 los cinco con las tasas más altas fueron Tecali de Herrera, Santa Clara Ocoyucan, Epatlán, San Jerónimo Tecuanipan y San Pedro Tlaltenango. Al año siguiente Zoquitlán, San José Acateno, Tapanco de López, San Pedro Yeloixtlahuaca y Zacapoaxtla. En 2015 aparecieron Ayotoxco de Guerrero, Xicotepec, Coyomeapan, Tecamachalco y Coronango pero ninguno mostró recurrencia en los tres años.