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40 Cosas que influyeron a la generación que cumple 40 años

  • Rolando Lino Mina
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Nací a las 17:55 del 27 de julio de 1973, así que recién acabo de cumplir el fin de semana 40 años. “La Vida en el Cuarto Piso”, según dice mi hermano José Antonio (quien arribó a ese cuarto piso hace tres años). Soy entonces –pues- oficialmente un cuarentón. Formo parte de una generación específica, que como toda generación se siente un “punto de inflexión”. La diferencia es que nosotros sí lo somos.

Cómo sea, fuimos testigos de determinados sucesos desde una perspectiva única; y algunos eventos nos marcaron más que otros. Este es un breve recuento (digamos unos “tweets”) acerca de cosas que conocí (mediáticamente) en estas 4 décadas y me influyeron. Algunas las conservé; otras simplemente me indicaron una dirección hacia dónde mirar para aprender algo; y unas más me permitieron descubrir que ciertas ideas eran inoperantes en la vida diaria.

Geografía, Ecología y “Cosmos”

Comenzaré explicando mi situación geográfica durante la infancia y adolescencia: Orizaba (Veracruz, México) en el barrio de Cerritos. Desde ahí se ve el Cerro de Escamela, y el Cerro del Borrego queda a tus espaldas. Ahí no necesitabas comprar garrafón: solo abrir la llave para que brotara el agua de los deshielos del Pico de Orizaba, todavía helada (ni el agua de Evian tiene ese sabor). Así que he visto  surgir al ecologismo para intentar revertir el deterioro planetario. Ojalá seamos capaces de lograrlo.

En ese valle de cien mil habitantes me tocó crecer volando papalotes (allá les dicen “papelotes”); y haciendo  largas exploraciones al Río, los cerros y las cuevas. La televisión para niños comenzaba hasta las 4 de la tarde (“En el 85 quédese en el 5” decía el lema del canal): Don Gato y Su Pandilla, Los Picapiedra, Los Superamigos y Los Pitufos. Todos me gustaban, pero nadie marcó mi vida como Carl Sagan, que comenzaba a las 6 en punto de la tarde. Creo sinceramente que fue una pasión contagiada por mi hermano; pero era fascinante descubrir en “Cosmos” la idea de una Cuarta Dimensión y comprender que Einstein fue esencialmente un filósofo.

“Ya merito”

En fin, que la televisión me remite a determinados hitos mediáticos. Recuerdo lejanamente el mundial de Argentina 78; pero el de España 82 no me interesó para nada. Podría decir que mi clímax futbolístico lo tuve en México 86 y de ahí comenzó un lento decaimiento hasta llegar a Corea del Sur/Japón 2002; donde se puede afirmar que me llegó el retiro (del apasionante futbol, como aficionado).

El soccer (o balompié) fue rico en experiencias. Diego Armando Maradona  será siempre mi “Dios del Futbol”, porque era capaz de derrotar a cualquier gigante. No tiene comparación: siempre he pensado que sus “defectos” lo hacen una especie de dios-humano, y por eso lo aprecio todavía. También valoro a Hugo (Sánchez); un goleador que jamás estuvo en una selección mundialista a su nivel, ni siquiera cuando era ya un veterano.

Ese ícono futbolístico me lleva naturalmente a un hito del balompié digno de mencionarse aquí: la participación de la Selección Mexicana el mundial Estados Unidos 1994. Para ello habría que dejar sentado en primer lugar, el importante cambio en las mentes futboleras mexicanas que implicó el arribo del argentino César Luis Menotti a la dirección técnica (1991 – 1992). Porque bueno, habíamos llegado hasta la ronda de Cuartos de Final en 1986, pero todo eso fue en casa (en condiciones únicas). En 1994 había un excelente equipo, que era además muy homogéneo; y por tanto estábamos bien representados (una expresión muy a la Heriberto Yépez, y otro tanto a la José López Portillo).

Nos dijeron que a México le había tocado en el “Grupo de la Muerte” (fue la primera pero no la única vez que esto se dijo); pero el equipo calificó superando por diferencia de goles a Italia, Irlanda y Noruega. Un triunfo en los octavos de final ante Bulgaria era algo muy posible. La selección empató en tiempo regular, y quizá las imágenes del desenlace en penales nunca se borrarán de la mente de quienes lo vimos en vivo por televisión. García Aspe mandó el balón a las tribunas; Bernal y Rodríguez se lo regalaron a Mikhailov (el arquero búlgaro); y sólo Jorge Campos y Claudio Suárez estuvieron a la altura del momento. La grabación de la TV norteamericana retrata crudamente las expresiones faciales del derrotismo y la frustración.

The Beatles y la búsqueda de metales pesados

Otra de las cuestiones mediáticas que más impactaron mi vida fue la música. Mi primer ídolo musical fue Joan Sebastian Bach y su concierto para clavicímbalo en Re Menor. Pero recuerdo que a mis 8 años leí algo muy perturbador en una ejemplar de la revista “La Familia Cristiana”: el grupo de rock Queen había estado en Puebla. Y para ilustrar la fatalidad de tal evento, la referida publicación católica describió que un día después del concierto lo único que había quedado regado en el piso (del estadio Zaragoza) habían sido restos de preservativos y drogas.

Pero la música no siempre era fácil de conseguir, y lo único que llegó a mis manos fue el álbum “Flash Gordon” (por supuesto de Queen) y ahí comenzó a pasar el resto. En un evento anterior John Lennon había muerto, y eso impulsó a mi madre para comprar los “20 Greatest Hits” de The Beatles. Lennon me sonaba entonces a indisciplina y disonancia; McCartney me parecía matemático y poeta. El “White Album” (cuyo verdadero nombre es simplemente “The Beatles”) fue el clímax de mi pubertad musical.

Pero la idea fue siempre crecer, no quedarse en lo mismo. Así que descubrí a Bruce Springsteen, a The Police, al Genesis de Phil Collins y al hoy tan “basurizado” U2. No obstante, la Cara 3 de “The Beatles” (considérese que yo lo aprendí del vinil) me había empujado inexorablemente a desear metales de mayor dureza, tridimensionalidad o estridencia.

Lo único que llegaba a mi región (las montañas veracruzanas de aromático café e imponente geografía) era Poison, Guns N' Roses y cuando más un Mötley Crüe, un Tesla, un Def Leppard o Queensrÿche. Pero con la caída del Muro de Berlin (1989), el arranque formal del neoliberalismo y la globalización; llegó también Van Halen, The Cure, Depeche Mode, Pink Floyd, Led Zeppellin, Metallica y Dire Straits. Eran formas tan novedosas de hacer arte, que me resultaron muy penetrantes.

Artistas, Sismos y Política

Afortunadamente hoy tenemos el internet y el arte se puede entender a gusto. Hoy tenemos  conocimientos disponibles para todos los niveles. Se puede profundizar tanto como uno desee, hasta llegar a incluso a la erudición. La gran disponibilidad de información me acercó más a los grandes artistas que me han influido. Hoy puedo aprenderles todo lo que quiera y jugar con las filosofías de gente como Alexander Calder, Robert Fripp, Stanley Kubrick o Charles Bukowsky.

Probablemente seamos los últimos ejemplares de un muy particular proyecto humano, en que nos caracterizó el “atascamiento”. Vi repetidamente todo el cine de Quentin Tarantino, de Sergio Leone, de David Lynch; escribí y dibujé escuchando Yes, Iron Maiden, Slayer, R.E.M. o a la Orquesta Sinfónica de México de los años 60.

Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón, Peña Nieto. Thatcher, Reagan, Gorbachov, Juan Pablo II. La Guerra de las Malvinas, el Terremoto de México, las elecciones de 1988, la Caída del Muro de Berlín, la Tormenta del Desierto y el Asesinato de Colosio. Todo eso nos pasó.

Gracias a toda esa media que describo, hoy puedo dejarlos en compañía de David Bowie, Alejandro González Iñárritu, Valery Gergiev o Joel-Peter Witkin. Tenemos una red para ver monólogos del señor Louis C.K. (que tantas betas de mexicanidad tiene), para escuchar el sarcasmo de Larry David, o gozar el humor negro de Jorge Ibargüengoitia, los Hermanos Coen, Paco Calderón (cartonista de Reforma) o José Hernández (monero sin igual de La Jornada). Tenemos también a Abel Quesada, Gabriel Figueroa, Diego Rivera, a Sebastián (el escultor) o a Alfaro Siqueiros. Y está Borges, Neruda, Silvio (Rodríguez), Orwell, Cortázar y el incomparable Juan Rulfo.

Gabo (García Márquez), Subiela (Eliseo), Allen (Woody), Quino, Feinmann (José Pablo), Moebius, Klee, Stravinsky, Tesla, Zappa, Lucas (George), Coppola (Francis Ford), Bergman (Ingmar), Los Hermanos Soler, Los Hermanos Marx, Andy Kaufman, Carlos Reygadas, Francis Veber (el cineasta), Nick Drake o el aduanero Rosseau. Hay para quienes les guste Steve Jobs, Jiddu Krishnamurti, el Encantador de Perros, Escher, Foucault (Michel); y hasta Alva Noto o Martin Heidegger para los más retorcidos. ¿Vieron? Comenzamos con montañas y dimos una vuelta completa. Francamente, fueron más de 40 cosas, sin contar todas las que olvidé mencionar. (Twitter: @rolandolino) 

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