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Una novillada pletórica de emociones

  • Jaime Oaxaca
Desde alguna nube Sabino Yano Bretón, debió ver satisfecho su novillada
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Qué emocionante fue ver salir novillos con cuajo, bien presentados. El ganadero de Tenexac fue lo que envió al Certamen Internacional de Novilleros que se inauguró en la ciudad de Puebla; cuatro de esos novillos fueron aplaudidos en el arrastre. Jussef se llevó una oreja, José Alberto Ortega fue obligado a dar la vuelta al ruedo y Manuel Perera cortó dos orejas en su primero y fue ovacionado en el cierraplaza.

Iniciaré por el último. Se juntaron dos voluntades para que viéramos una faena realizada por un héroe vestido de luces. El sexto salió rematando varias veces en los burladeros y en las tablas, que son de metal porque La Ronda es una plaza portátil. El novillo cojeaba y después de la suerte de varas se echó. El empresario pidió al juez que lo cambiara, como no hay forma de regresar al toro y subirlo del cajón de donde bajó al ruedo, tuvieron que estoquearlo.

Curiosamente, el novillo se levantó de la suerte de varas y ya no dio muestras de cojera, quizá sólo estaba acalambrado, pero la empresa le echó pa´lante y lo cambió. No es un hecho común y mucho menos con la plaza con unos cuantos.

Salió el primer reserva, el No. 447, con muchas patas y fuerza, bien lanceó Perera. Un buen puyazo, a la distancia me pareció que fue Erick Morales, fue ovacionado, como pudieron los banderilleros salieron del paso. Perera se lo brindó a Mario García Rojas, el empresario. Cuando inició la faena de muleta el sol se había ido. Casi estábamos en penumbras. El novillo había cambiado de lidia, ahora embestía con la cara arriba.

Cualquier torero le hubiera espantado las moscas, tres trapazos y nos vamos todos a casa, además ya tenía dos orejas en la espuerta, pero Manuel Perera Matos, un joven con 21 años de edad, demostró cualidades poco comunes en los seres humanos: ¡vergüenza y respeto! El chaval decidió jugarse la vida, cuajó muletazos espeluznantes a “Xochikopali”, que en español quiere decir perfume; era un perfume que olía a cloroformo.

Poca luz en la plaza, el toro antes de cada muletazo miraba al torero y éste aguantaba la mirada y la embestida con los pitones a la altura del pecho, muy cerca de su cuerpo, lo repitió varias veces. El novillo podía llevarse al de luces en cualquier momento, provocaba angustia. Creo que no toda la gente captó la hombrada del joven torero.

Manuel Perera está anunciado para tomar la alternativa en la feria de abril en Sevilla, para qué diablos jugársela en una plaza portátil, casi a oscuras y con muy poca gente. Sí, yo creo lo mismo, por vergüenza a su profesión y respeto a sí mismo. No recuerdo si lo pinchó y luego le metió la espada, ni supe si le dieron la oreja, creo que no. A quién diablos le importa un retazo de toro después de las sensaciones que dejó la faena. Su poderdante, el matador Juan José Padilla, dijo sentirse orgulloso de su alumno que le gustó su actitud.

El diestro español salió a hombros, por las dos peludas cortadas al tercero que, acá entre nos, me parecieron exageradas. A Manuel se le nota que está acostumbrado al ganado con trapío, le va al toro con mucha confianza, a diferencia de los nuestros que no se enfrentan con frecuencia a ganado con esa catadura.

El tercero de la tarde también parecía que estaba lastimado de una manita, el español lo toreó sin bajarle la mano para evitar que se cayera. Lo recibió con verónicas, luego del puyazo de Fermín Salinas, quitó por tafalleras. La faena de muleta no fue nada del otro mundo. Creo que dos orejas fueron demasiado.

Normalmente inicio la crónica con los toros, pero traía a flor de piel la sensación del sexto novillo, además no apunté ni una palabra, a veces no es conveniente distraerse escribiendo. Le cuento del ganado. Desde alguna nube Sabino Yano Bretón, debió ver satisfecho su novillada. Novillada que ya quisiéramos en algunas corridas de toros. Los siete, incluyendo el sexto bis, fueron ovacionados al aparecer en el ruedo. El primero fue bravo, embistió. El segundo fue muy bravo, a mi juicio el mejor del hato, peleó en varas, empujó y llevó al picador Paco Salinas y su cabalgadura hasta los medios, Paco no aflojó la vara, castigó con dureza, aun así “Tonkitli” (venus) tuvo fuerzas para embestir a la muleta. El tercero ya lo dije, iba, pero lo noté lastimado. 

El cuarto, sin ser nada del otro mundo embestía, silencio en el arrastre. El Quinto, ufff, desarrolló sentido, sin consecuencia, no lo aplaudieron. De los dos sextos ya le platiqué. Noté debilidad en algunos de los novillos. Otro detalle fue que no se puso el peso de los toros en los pizarrones donde se anuncia el nombre, en plazas portátiles no hay báscula. Inventar los pesos es una forma de burlarse del público.

Jussef inició el festejo subiéndose a un banco que colocó en los medios, para ejecutar la suerte del Tancredo; la cual consiste en no moverse, en quedarse quieto y el toro pasa al lado. “Topitzín” (lagartijo) no sabía que tenía que pasar de largo y embistió al torero y al banco, éste lo despedazó, el matador tuvo que tomar el olivo. Sus lances fueron poco trascendentes, picó Rafael Bolaños. Dos cuarteos y un violín para cubrir el segundo tercio. Le brindó a Juan José Padilla. Con la pañosa algunos muletazos del yucateco, se tiró a matar al estilo Ferrera, colocándose lejos del toro y acercándose paso a paso, metió la espada, le dieron la oreja, a mí me pareció demasiado premio, quizá fue por la estocada.

 

En el cuarto, nada en los lances de recibo, picó David Leos, Jussef quitó por navarras poco elegantes, invitó a banderillear a su subalterno Emir Puc, quien no colocó el par. En el último tercio sólo hubo pases aislados con un toro que no decía gran cosa. Terminó con un auténtico volapié bien ejecutado.

José Alberto Ortega lanceó de trámite a su primer novillo. Picó Paco Salinas, le dio duro. Quitó por chicuelinas poco vistosas, bien con los palos Gerardo Angelino y Fernando García hijo. Brindis a Perera. Inició doblándose, luego la faena derechista que poco le dijo al público. Eso sí, el toro acudió todas las veces que lo llamaron.

En el quinto no sucedió nada en los lances de recibo, picó Erick Morales, Gerardo Angelino se lució con los palos. José Alberto, hijo del matador Alberto Ortega, inició la faena con la muleta. “Chontali” (extranjero) desarrolló sentido y en una de esas prendió al chaval y lo echo pa’rriba, de verdad voló alto, la caída fue aparatosa, supuestamente sin consecuencias. El apizaquense no se rajó, fue al toro nuevamente logrando algunos muletazos. Pincha y luego mete la espada, la gente pide la oreja, el juez no la concede y, literalmente, es obligado por el público a dar la vuelta al ruedo.

Salvo el inicio del festejo a destiempo con 40 minutos y la música, que fue un mariachi (qué bueno que tocó muy poco), todo se realizó con autenticidad. Hubo angustia y toreo, la gente no se divirtió, se emocionó, jugarse la vida no es divertido, el peligro era palpable. No pretendo darle coba a nadie, le aseguro fue una tarde pletórica de emociones.

Fotos: Jaime Oaxaca

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