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Talavera poblana: conoce su historia y el por qué de sus colores
La talavera es uno de los artefactos poblanos por excelencia, pues estas piezas se asocian automáticamente con el estado.
Los colores de la talavera, azul y blanco, son un representativo de la cultura poblana a nivel nacional. En el centro histórico de la ciudad es usual ver muchas tiendas con recuerdos de este material.
Pero ¿sabes de dónde viene este material y su historia? Aquí te lo contamos.
La historia de la talavera
Se sabe que la denominación “oficial” de este producto inició en 1994; sin embargo, desde antes ya se producía esta peculiar forma de loza.
La historia de la talavera inicia en 1550. Un grupo de artesanos de los talleres de Talavera de la Reina, Sevilla y Génica, llegaron a Puebla y empezaron a producir este tipo de loza, la cual poco a poco empezó a popularizarse en toda la entidad.
“Los artesanos españoles aprovecharon el conocimiento prehispánico que tenían los pueblos indígenas en el manejo de las arcillas, y lo incorporaron a sus talleres junto con el propio personal europeo e incluso con esclavos negros. El resultado fue un producto original hoy denominado talavera poblana”, declaró la investigadora Emma Yanes Rizo, especialista del INAH.
Desde este año ya existía la producción de loza en Puebla. Además, la ciudad estaba situada en un punto estratégico, entre la Ciudad de México y Veracruz, por lo que la comercialización de este producto era bastan usual.
En un primer momento, los artesanos únicamente hacían loza para funciones específicas; sin embargo, con el pasar del tiempo, empezaron a elaborar vasijas y artefactos de cocina.
“En forma simultánea hacían tubería de barro, cazuelas y jarros, y después empezaron a trabajar la loza fina. Una pieza de tubería de barro era tan valiosa como una vajilla, porque el barro con el que hacían un plato correspondía a la misma cantidad de material con el que hacían una cañería. En el caso de la loza fina, en la medida en que se agregaban materiales cotizados como el estaño y el cobalto, las piezas subían de precio”.
Y aunque era muy usual que en las casas de clase alta se buscaran las vasijas de porcelana, era muy complicado y costoso importarla de Europa.
Así, la talavera nació para solucionar este “problema”: podría decirse que la talavera es la porcelana poblana.
“Las familias de altos recursos aspiraban a tener una vajilla de porcelana o de loza fina europea, pero el viaje de ida y vuelta al Viejo Continente era muy largo, y si una pieza se quebraba debían conseguir otra. Esa fragilidad de la cerámica permitió el desarrollo de la producción de talavera, porque salía más barato hacer un plato nuevo localmente que traerlo de fuera. Así empezó a generarse esta industria”, indica la especialista.
El uso y producción de la talavera siguieron popularizándose a través del tiempo, pero en el siglo XX este producto pasó por una mala racha.
Durante la época de los 80, los talleres de talavera en Puebla disminuyeron su producción, pues cada vez llegaban más piezas de cerámica que eran mucho más accesibles, además de que, en muchas ocasiones, llegaban piezas de imitación, lo que afectó al mercado.
Hasta la fecha, la producción de talavera continúa; sin embargo, todos los factores antes mencionados prevalecen, situación que afecta de manera considerable su elaboración. Además, cada vez hay menos personas interesadas en aprender ese oficio, situación que representa otro problema para la postergación de esta costumbre.
Los colores de la talavera
Los colores de este tipo de cerámica nacieron a raíz de que los artesanos buscaban imitar la porcelana, pero darle un toque distintico. Así, empezaron a utilizar el azul cobalto y estaño, lo que daba como resultado la textura y relieves que actualmente caracterizan a la talavera.
Se sabe que la talavera empezó a usarse a tal grado que incluso en los hospitales de aquel entonces existían piezas de este material. Así, la talavera dejó de emplearse únicamente para fines específicos y empezó a usarse en ollas, platos, tazas, platos…
La producción de la talavera
Para producir la talavera original, es necesario utilizar arena negra y arena blanca, la cual se filtra para quedarse con las partículas más finas.
La figura es modelada a mano y se deja secar durante unos días para ponerse a cocer a unos 850 grados Celsius.
Después de esta etapa se aplica un proceso de vidriado, lo que le da un color blanco y, finalmente, el decorado azulado se pinta a mano.
Para endurecer más el producto, es necesario ponerlo a cocer de nuevo, lo que hace que la pieza quede sólida y con los colores impregnados.
En general, el proceso puede durar de 2 a seis meses por pieza, pues cada pieza es única y hecha a mano.