Las recientes manifestaciones en Estambul, han llamado la atención de la prensa y la televisión en el mundo entero. Estas manifestaciones comenzaron para mostrar el rechazo, de una parte de la población hacia las obras que se llevaban a cabo en un parque de esa ciudad, donde se tuvieron que talar varios árboles. La primera impresión que se tuvo, es que era una simple reacción de ambientalistas, que fue duramente reprimida por el gobierno. Pero contra toda sospecha, la represión disparó reacciones en las principales ciudades del país: Ankara, Izmir, Kayseri y Adana entre otras.
La ira popular mostrada, llevó al primer ministro Recep Tayyip Erdogan a pedir disculpas por la brutalidad excesiva ejercida por la policía. Esto fue tomado como signo de debilidad por los manifestantes pues provocó que las manifestaciones se extendieran a la famosa plaza Taksim, donde nuevo se repite el ciclo de violencia represión. Los manifestantes ya no solo se comportan de manera pacífica, sino que han incendiado un gran número de autos y dañado por los menos unos 200 establecimientos comerciales.
El Partido para la Justicia y el Desarrollo (PJD) que preside Erdogan, ha probado ser exitoso desde el punto de vista económico, pues ha hecho pasar las exportaciones del país de 36 mil millones de dólares a 156 000, en solo una década. Esto ha llevado a Turquía a ser una de las economías de más rápido crecimiento en el mundo, con tasas por arriba del 5% anual. Este crecimiento ha llevado a su vez, a grandes mejoras a lo largo y ancho del país como la construcción, nuevas universidades, carreteras, aeropuertos, al grado de convertirse en el país musulmán modelo, para la convivencia del Islam y el modernismo.
A pesar de lo anterior, una parte de la población ha mostrado inconformidad. Las quejas contra del gobierno parecen provenir de grupos diversos como: desempleados, estudiantes y minorías que se sienten maltratadas como los kurdos, armenios y alawis (como los que gobiernan en Siria). Está claro que no cuentan con un liderazgo sólido pues no dieron respuesta inmediata a la declaración del primer ministro de recibirlos y escucharlos.
Algunos analistas han señalado que se trata de una “primavera turca”, pero esto está bastante alejado de la realidad pues el PJD, no ha perdido popularidad, su fuerza proviene del campo (donde se encuentra el 40% población conservadora y religiosa), y de algunos importantes sectores urbanos que le han permitido ganar tres veces consecutivas las elecciones por amplio margen. Lo que debe de tomarse en cuenta es que Turquía es un país sui generis, pues surge de los restos del antiguo Imperio Otomano, bajo el liderazgo de Mustafá Kemal Ataturk quien funda un estado laico separado de la religión. El gobierno del PJD es islamista moderado, lo que ha llevado a que algunos analistas piensen que se trata de una reacción contra una mayor observación de la religión en el país, percibida en la construcción de más mezquitas, regulación de las ventas de alcohol y la adopción del velo por un mayor número de mujeres.
Una causa más profunda es que desde el longevo Imperio Otomano (aproximadamente de 1400 a 1924), la clase gobernante se debatía en grandes discusiones y pleitos sobre si el Imperio debía expandirse y ver hacia Europa o hacia el Oriente Medio, donde se encontraban sus correligionarios. Hoy dicha discusión sigue presente. Mustafá Kemal viene a representar el triunfo del estado laico, el estado nación europeo, lo cual es difícil de forjar, ante la presencia de gran número de minorías, religiosas y étnicas, sobrevivientes de la época otomana. Triunfa con Ataturk la visión pro occidental y Turquía se esfuerza por ser europea. Cuando ve que no es aceptada fácilmente en la Unión Europea, que parece ser un club cristiano, se produce el triunfo de la visión islámica y pro acercamiento con los pueblos túrquicos de Asia Central e islámicos del Oriente Medio, representada por el actual gobierno de Erdogan. Luego de más de 10 años de gobierno islamista moderado, no se ha hecho esperar la reacción de los partidarios del estado laico, y es a eso que obedece la actual reacción antigubernamental.
Sin embargo hay que estar alertas pues los actuales movimientos, se parecen mucho a los precedieron el golpe de estado de 1980, cuando los militares deciden regresar para imponer el orden y “gobernabilidad” en el país. Por esta última hipótesis, hay que estar pendientes de que no sean los militares quienes estén detrás de las manifestaciones, esperando regresar para restaurar la visión “kemalista” de Turquía.