El zoológico de los candidatos

  • Arnoldo González Macías
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Si algo tienen las campañas electorales en México es que, para bien o para mal, siempre dejan estampas para la posteridad, y los comicios del 2013 no serán la excepción. En este año, en ciertos puntos del país hay algunos animales como candidatos. No, no es metáfora ni alusión personal. Es cierto: Un gato, un burro y una gallina están buscando el voto de la gente en Xalapa, Ciudad Juárez y Tepic, respectivamente.

A manera de protesta por la pobreza, no sólo de ideas y propuestas de los candidatos “humanos”, sino también de resultados de los partidos y gobiernos que representan, algunos ciudadanos se han organizado para proponer a un animal como candidato a un puesto de elección popular. A través de la promoción del voto a estos personajes – que por ley sería considerado nulo, al no ser candidatos registrados – se pretende enviar a las autoridades e institutos políticos un mensaje claro: Hay una parte de la ciudadanía que ya no confía en el sistema político mexicano y, por ende, considera inútil votar por cualquiera de sus representantes que aparezca en la boleta.

Sin embargo, el descontento mostrado mediante el Gato Morris, el Burro Chon y Tina la Gallina no es fortuito. Es el resultado de años y años de promesas incumplidas, corrupción flagrante, opacidad, inacción y demás legados de administraciones con diferentes logos y colores a lo largo y ancho del territorio nacional.

Lejos de tomarse un momento para analizar la situación y su origen, algunos miembros de la clase política no le dan la importancia que requiere, o la descalifican por considerarla poco seria. Puede ser, pero también es innegable que es una señal que se hace cada vez más evidente. Así lo demuestra la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas 2012, cuyos datos son contundentes: 84% de los mexicanos mayores de edad están poco y nada interesados en la política. No sólo eso, 91% considera que el gobierno cumple poco y nada la ley. Por si fuera poco, en un nivel del 0 al 10, los peores niveles de confianza los registran los diputados, senadores y partidos políticos (4.4) y la policía (4.3).

En ese sentido, Daniel Cruz – uno de los creadores del Gato Morris – señala en una entrevista posteada en el perfil de Facebook del ‘candigato’ que la finalidad es “que se vuelva una protesta cívica en la que se exhiba que la gente no se siente representada por los partidos políticos”. Por su parte, Espartaco Madera – en la página del Burro Chon en la misma red social – menciona que “votar por un bicho cualquiera – un burro, un gato, un perro – es avanzar la convicción de que el circo electoral se ha reducido a casi nada” (sic).

Pero, mientras los ciudadanos se cansan de mandarle este tipo de mensajes a la clase política, no pocos candidatos con registro se empeñan en hacer oídos sordos. De ahí que, por ejemplo, una candidata a diputada local en Cancún piense en aventarle el calzón a los electores para ver si así consigue su apoyo; o en Cholula se apele a la magia como mensaje de campaña para que la gente vote por un aspirante a uno de los puestos de elección popular que ahí se disputan.  

Bajo estas circunstancias, votar por uno de estos animales – Morris, Chon o Tina – y, por lo tanto, anular el sufragio es una decisión muy personal. No obstante, habría que considerar seriamente si esa es la mejor solución. Es decir, hay que valorar qué es mejor: darle un voto a un personaje ficticio y que, literalmente, no cuente en lo más mínimo; o apoyar al menos malo de los candidatos y buscar mecanismos de rendición de cuentas en caso de que gane. La respuesta a dicha interrogante no tiene una respuesta fácil, pero aún queda tiempo para meditar al respecto.

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Arnoldo González Macías

Periodista, docente e investigador. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación

y maestro en Comunicación por la Universidad Vasco de Quiroga (Morelia, Mich.).

Asimismo, es doctor (PhD) en Estudios de la Comunicación por la Universidad de Leeds

(Reino Unido). Ha sido reportero, editor y jefe de investigación en el periódico La Voz

de Michoacán. Su trabajo académico ha sido presentado y publicado tanto en México

como en Europa y Sudamérica. Actualmente es profesor de tiempo completo en el

Departamento de Mercadotecnia y Comunicación del Tecnológico de Monterrey, Campus

Puebla.

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