Un análisis sobre la locura de la emperatriz Carlota (II)

  • Alfonso Gómez Rossi
Su posible esquizofrenia se debe a factores complejos como la genética o la inmigración

Lo que popularmente se denomina locura hoy se diagnosticaría como esquizofrenia, bipolaridad, personalidad limítrofe, o algún otro nombre que describe conductas que las personas no consideran “normales”.

Propongo que para el caso de Carlota (1) analicemos tres factores que los investigadores afirman causan la esquizofrenia: la genética, la inmigración y el uso de la mariguana.

Los desórdenes psiquiátricos tienen una larga historia dentro de las casas reales europeas, aunque no sea el caso en los padres o abuelos de Carlota.

Por lo que sabemos de la vida emocional de sus padres, Leopoldo I de Bélgica se caracterizó por ser un monarca constitucional brillante: sus decisiones políticas y el sistema parlamentario que adoptó Bélgica bajo su reinado evitaron que el país sufriera los estragos de la Revolución de 1848, movimiento revolucionario que derrocó a su suegro y abuelo de Carlota, Luis Felipe rey de los franceses. Su sagacidad política le granjeó el título de “Néstor” de las Coronas europeas.

Como marido de la madre de Carlota fue un desastre: amó a su primera esposa, hija de Jorge IV del Reino Unido, y heredera al trono, Carlota, princesa heredera de Gran Bretaña, que murió cuando nació el medio hermano de Carlota, quien también murió.

Los historiadores afirman que Leopoldo I nunca superó ni la pérdida de la Carlota inglesa ni la pérdida del trono británico, que recaería años después en su sobrina Victoria.

Su matrimonio con Luisa de Orleans fue una relación de estado. Su frialdad hacia su segunda esposa quedó patente cuando se le propuso que se conocieran antes de la boda, afirmando que no era necesario porque la había conocido de niña.

El físico de Luisa no le resultó atractivo, ya que su preferencia iba por mujeres del tipo de Rubens o Botero. Sus amoríos con la Arcadie Claret marcaron los años finales con la reina Luisa y con el pueblo de Bélgica que estaba escandalizado por la relación extramarital.

La princesa Luisa de Orleans, madre de Carlota, es otra historia: casada con un hombre que no amaba y a la que no le resultaba atractiva, entendió que su matrimonio era porque así le había convenido a su padre Luis Felipe, rey de los franceses y a su marido Leopoldo I. Aunque fue querida por sus súbditos y a la vez equiparada con un ángel, tuvo una relación difícil con el futuro Leopoldo II, hermano mayor de Carlota.

Algunos historiadores afirman que rechazó y maltrató psicológicamente al futuro Leopoldo II por su parecido con Leopoldo I. El que sus hijos Leopoldo y Carota fueran más Coburgo que Orleans, le desagradaba a la reina (2). Se afirma que Luisa consciente del gran amor de Leopoldo I por Carlota de Gran Bretaña, sugirió que su hija llevara el nombre de su primera esposa y de ahí que la emperatriz de México se llamara así, como un gesto de magnanimidad de la reina.

Se sabe que la pérdida del trono francés en 1848 aceleró la muerte de Luisa, al constatar que su familia ya no servía los intereses de su marido. Sí su muerte se puede vincular a un estado de ánimo depresivo, podríamos pensar que tal vez los problemas psiquiátricos de Carlota provienen más de parte de la madre, pero en la ascendencia de ambos progenitores existían ancestros que habían sido clasificados como locos por sus súbditos y los historiadores.

Carlota se quedó huérfana de madre a los diez años y quedó a cargo de hayas e institutrices que velaron por su educación.

Sí el componente genético es crucial para explicar parte del padecimiento podemos remontarnos en los árboles genealógicos de la realeza europea a la primera paciente psiquiátrica de sangre real de la época moderna, la madre de Isabel la Católica, Isabel de Portugal.

Esta desequilibrada mujer es uno de los antepasados directos de todas las testas coronadas europeas del siglo XIX que padecían una enfermedad mental.

Se asume que los padecimientos psiquiátricos de Isabel de Portugal los heredó su nieta Juana la Loca y de ahí se transmitió a todas las casas reales debido a la endogamia que se practicó en ellas hasta el siglo pasado (Redworth, 2023).

Juana la Loca a través de su hijo Fernando I transmitió los genes de la enfermedad mental a las casas reales de origen protestante a través de su hija María de Austria, duquesa de Cléveris y conocida como “María la loca” (Ridgway, 2016), y es así que encontramos que, en las casas de Hannover y Hohenzollern, descendientes del emperador Fernando I se transmitió a distintos descendientes genes que pudieron influir en que algunos miembros tuvieran enfermedades psiquiátricas. Ejemplos de personajes con locura por esta rama están Jorge III de Gran Bretaña, María de Brandemburgo, reina de Suecia, y Luis II de Baviera, de la Casa de Wittelsbach.

La casa de Wittelsbach es importante para trazar una genealogía de la enfermedad mental de Carlota, porque de esa familia se transmitiría a la casa real de Francia y de ahí a la de España a través de Felipe V.

La madre de Felipe V —chozna de Carlota— era una princesa de Baviera que se caracterizó por ser una mujer en permanente estado melancólico que permanecía encerrada en sus aposentos de Versalles por no soportar la maledicencia de los cortesanos (Felipe V, 2023).

Su hijo, Felipe V destaca en la historia por un comportamiento bizarro (3) (Álvarez Albala, 2020). Felipe V afirmaba que era rana y croaba como tal, no se cortaba las uñas de los dedos ni de los pies, confundía la noche con el día y pasaba días sin dormir. Sólo lo consolaba la voz del castrado Farinelli que lo podía sacar de sus letargos.

En Los Borbones y sus locuras, el autor argumenta que Felipe V se enfrentó a un país que no era el suyo, un idioma que tuvo que aprender y una serie de depresiones que enfrentó y que heredó de su madre (Álvarez Albala, 2020).

El hijo de Felipe V —Fernando VI— y la nieta del monarca español, María I, reina de Portugal y Brasil, también fueron calificados como locos.

Fernando VI se trastornó a partir de la muerte de su esposa Bárbara de Braganza. María I a partir de 1792 cuando sufrió una serie de pérdidas familiares y supo de las atrocidades de la Revolución Francesa (Brynn, 2017).  

Carlota era tataranieta de Felipe V por su abuela María Amelia de Borbón Sicilia y el factor genético pudo estar subyacente por la parte materna.  Un factor externo que influye en el desarrollo de la esquizofrenia es la inmigración.

 En 1932 Odegaard “reportó que los inmigrantes noruegos a Estados Unidos tenían una predisposición mayor a ser esquizofrénicos que aquellos que no emigraron” (Eliacin, 2016, pág. 229). Algunos de los casos más estudiados han sido en Londres, donde los afrocaribeños que ahí habitan muestran mayores índices de esquizofrenia que los afrocaribeños que residen en sus lugares de origen (Eliacin, 2016, pág. 86).

Se asume que emigrar a un país distinto al de uno puede someter al individuo a tanto estrés que se detona la esquizofrenia (Eliacin, 2016, pág. 87). Sí este es el caso, Carlota caería dentro de esta categoría igual que su tatarabuelo Felipe V, que enfrentaron países que no eran suyos de origen y culturas extrañas para ellos enfrentando el rechazo de grandes segmentos de la población por su puesto político.

Hay un tercer factor que resulta interesante, pero del que ya no se habla actualmente. En la prensa de la época se alegó que una mujer tan inteligente como Carlota tal vez perdió la razón por el consumo de alguna hierba mexicana que le provocara la locura, como el toloache o la mariguana. Esta última hierba sí está vinculada con precipitar la esquizofrenia en algunas personas. Se asume que la mariguana no causa la esquizofrenia, sino que acelera el proceso en personas que tal vez lo desarrollarían más tarde, pero que la experimentan a partir de fumar su primer porro (Torrey, 2019, pág. 71).

No sabemos que Carlota haya fumado ningún producto de mariguana o tabaco, pero es interesante constatar que en el siglo XIX y principios del XX se acusaría a la mariguana de haber provocado la locura de la emperatriz. En un artículo que afirmaba que los mexicanos tenían problemas por consumo de la mariguana, el autor afirma que Carlota perdió la razón “por una sobredosis de la droga que se le administró en un té, por uno [o varios] de los enemigos de su marido, Maximiliano” que “trabajaban como sirvientes” y le fueron administrando la hierba en el té (Is the Mexican Nation “Locoed” by a Peculiar Weed?, 1915, pág. 13). En la actualidad sí se ha encontrado un vínculo entre el consumo de la misma y que se detone de manera anticipada la enfermedad.

Conclusiones

Es hora de dejar atrás la idea romántica de que Carlota se volvió loca porque de alguna manera, no cumplió los roles asignados a una mujer en el siglo XIX. La historiografía ha querido usar la historia de la emperatriz Carlota como una narrativa con una moral en donde una mujer que ejerce el poder puede perder la razón por ser demasiado ambiciosa, por no ocupar su escaño en el sistema patriarcal. Como he querido demostrar en esta columna, la posible esquizofrenia de la emperatriz mexicana se debe a factores complejos como la genética y a situaciones externas a ella que posiblemente detonaron estos episodios y que se estallaron públicamente durante sus estancias en París, Roma y El Vaticano. Entender los síntomas de Carlota como parte de una enfermedad que combina factores genéticos y estresantes no es tan romántico, pero posiblemente más honesto para comprender el rol de esta mujer que ha sido vista como una villana que recibió su merecido al perder la razón.

(1) Esto no quiere decir que sea un fenómeno exclusivo de la realeza: las enfermedades psiquiátricas afectan a todas las clases sociales, grupos étnicos y nacionalidades.

(2) El caso de Leopoldo II es notorio porque su formación hizo que saliera un psicópata responsable de la muerte y tortura de decenas de miles de habitantes del Congo. Pésimo padre y marido ha pasado a la historia como uno de los grandes villanos del siglo XX.
(3) Se debe aclarar que se considera que Felipe V padecía bipolaridad, no esquizofrenia. De ahí que su apodo fuera “El animoso.” Se asume que este mote describe comportamientos mánicos en su juventud durante la Guerra de Sucesión Española (1701-1714).
(4) Hay mucho debate en torno a la afirmación de que la mariguana detona ciertas enfermedades mentales: se asume por grandes segmentos de la población que no es verdad ya que los hippies de la década del 60 hubieran visto mayor cantidad de personas con esquizofrenia. Otros arguyen que la droga es más potente actualmente de lo que fue hace 50 años y que las consecuencias de este son peores que en el pasado. El estudio que afirma que hay un vínculo entre la mariguana y la esquizofrenia es europeo, pero también se ha cuestionado su metodología. Los autores son Gage, S.H., M. Hickman y S. Zammit, “Association Between Cannabis and Psychosis: Epidemiologic Evidence.” Biological Psychiatry 79 (2016): 549-556. Aquí dejo la liga: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26386480/

Referencias
´Mad Empress´is Dead. (19 de enero de 1927). The Indianapolis Times
Álvarez Albala, C. (19 de julio de 2020). Reyes rana, un castrati cantando a deshoras y otras locuras borbónicas. El Independiente
Brynn. (29 de mayo de 2017). The Mad Queen of Portugal María I. Obtenido de Brinny Brazil
Comunicado. (4 de noviembre de 2018). 421. Trastornos mentales afectan a 15 millones de mexicanos. Obtenido de Secretaría de Salud
Eliacin, J. (2016). Case 5. Racism and Immigration: An African-Caribbean Woman in London. En T. M. Luhrmann, Our Most Troubling Madness: Case Studies in Schizophrenia Across Cultures (págs. 86-98). Berkeley y Los Ángeles: University of California Press.
En México más de un millón de personas padece esquizofrenia. (3 de enero de 2017). Obtenido de Secretaría de Salud.
Felipe V. (21 de abril de 2023). Obtenido de Biografías e Historia.
Redworth, G. (6 de noviembre de 2023). La triste historia de Juana la Loca. National Geographic.
Reinach Foussemagne, H. (2014). Carlota de Bélgica, emperatriz de México. Ciudad de México: Martha Zamora.
Ridgway, C. (Diciembre de 2016). Maria of Austria, Duchess of Jülich-Kleve-Berg. Obtenido de The Tudor Society
Rondan, O. (15 de Septiembre de 2022). La última emperatriz de México: Una historia para reconocer la esquizofrenia. El Informador
The End of a Conquest. (20 de enero de 1927). The Indianapolis Times.
Torrey, E. F. (2019). Surviving Schizophrenia: A Family Manual 7th edition. Nueva York: Harper Perennial.
Vázquez Lozano, G. (2019). Sesenta años de soledad: La vida de Carlota después del imperio mexicano (1867-1927). Ciudad de México: Penguin Random House Grupo Editorial.
 

 

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Alfonso Gómez Rossi

Licenciado en Historia por la Universidad de Arizona, Doctor en Creación y Teorías de la Cultura en la UDLAP. Subdirector del Instituto Universitario Boulanger.