El placer de vivir el presente

  • Martín Michel Rojas
Vivir el presente implica conocer el valor de lo que nos aportó el pasado y aspirar al futuro

Saber disfrutar de cada momento en la vida, aceptando con gratitud tanto los momentos agradables como los desagradables, en la actualidad pareciera algo imposible ante todo el ruido de variables, pensamientos y contextos a nuestro alrededor que nos distraen y nos provocan vivir una monotonía sin sentido y de una aparente permanencia en el estrés y el sufrir, cuando “el disfrutar” debería de ser algo natural que por sí solo tendríamos que saber hacer, pues al final la vida con la que gozamos, es eso, una vida que debemos intentar aprovechar de la mejor manera, como cuando un niño disfruta de una obra de teatro, con todos sus momentos de gozo y melancolía, de furia y calma, pero con la satisfacción de haber experimentado cada una de las emociones que hace magnífica a una obra, en este caso, la maravillosa obra de la vida.

“Disfrutar”, entiéndase como lo define la Real Academia Española: “tener alguna condición buena, física o moral, o gozar de comodidad, regalo o conveniencia”; y qué mayor regalo que el de gozar de “vivir” y ser consciente de que estoy “vivo”; basta con tener vida para ser agradecidos y saber que aún respiro, que aún lloro, que aún puedo reír y que aún me puedo dar una palmadita a mí mismo cuando hago las cosas bien o lo contrario, que también puedo reflexionar cuando hago las cosas mal, no comprendería el gozo de vivir sin los naturales y necesarios sufrimientos o carencias de la vida, no sabríamos qué es estar en la luz sin antes haber estado en la oscuridad, pero hasta la escasez se disfrutan, se experimentan, se observan y se aprende de ellas. Nadie llega a ser su mejor versión sin antes conocer su peor versión, claro, no siempre es necesario llegar a los extremos y tocar fondo, cada quien tiene su proceso y sus lecciones de vida a las formas que Dios, el destino o el universo, conocen lo que es mejor para nosotros, no todos los caldos se cuecen al primer o segundo hervor. 

Quiero expresar que todo lo que estoy redactando en el artículo que usted lee, no es ninguna ley universal sino mi más pura y sincera experiencia al superar la leucemia a mis veinte años, recuperar mi vida, permitirme errar y acertar, brindándome la oportunidad de entender la vida desde otro ángulo. Hoy en día soy feliz por mi elección y seguramente con el favor de Dios, continuaré aprendiendo mucho de la gran escuela de la vida.

Vivir el presente implica conocer el valor de lo que nos aportó el pasado y aspirar al futuro con base en cada decisión que estamos tomando. Cada momento en el que respiramos, sentimos y pensamos, es evidencia de que existimos como un ser consciente de sí mismo y que mientras uno “viva”, existe la oportunidad de hacer y deshacer, todo encaminado hacia nuestro propio bienestar y de quienes están a nuestro alrededor. Enfocarnos en vivir el ahora y no distraernos por el qué va a pasar o como hubiera sido, no tiene sentido más que en su cierta prudencia para reflexionar y aprender pero si se abusa de esto, solo provoca frustración innecesaria y que merma el alma.

Es frecuente que en nuestros días vivamos como zombies en la inercia de la monotonía, de hacer siempre lo mismo en una rutina cíclica sin detenernos fuera de nosotros a observar y disfrutar de todo este proceso, como el disfrutar un buenos días de tu hijo, un te quiero de mamá, un gracias del señor de la tienda, una sonrisa de un amigo, un correo pendiente de enviar en el trabajo (porque gracias a Dios “tenemos trabajo”), un “estoy en tratamiento” de un enfermo porque quiere decir que aún se tiene vida y se está intentando conservar, un “me quedé sin dinero por las deudas que pagué (pero tienes con qué pagarlas, hay mucha gente que ni eso tiene”), el saborear de la comida y gozar de apetito, o el simple hecho de sabernos lúcidos, cuántas personas con padecimientos neurológicos no son conscientes de su existencia o de quiénes son o fueron.

Así que por el placer de vivir y para quienes somos creyentes, te invito a reflexionar estas palabras que mi madre siempre me repite con cariño en su oración: “Señor, te encomiendo mi pasado a tu misericordia, mi futuro a tu providencia y mi presente a tu amor que es lo único que hoy tengo”.

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Martín Michel Rojas

Joven apasionado por la vida y el bien común, profesionista de la Comunicación y Maestro en Humanidades Anáhuac Puebla. Escritor, conferencista -dramaturgo motivacional. Fundador “Speaker Show, Formando con Locura”, empresa de eduentretenimiento