El "chacaleo" como instrumento político y de poder

  • Luis Martínez
Las banqueteras son ese mal necesario y aditivo del periodismo precario

Las entrevistas de abordaje, banqueteras, o mejor conocidas como "chacaleos", son para algunas personas periodistas un recurso necesario para acceder a declaraciones importantes y frescas de personajes de interés público; para otras, son su única fuente y rápida técnica de sacar la nota del día, pasar lista y continuar la jornada.

Esta práctica, cotidiana dentro del ejercicio del reporteo, es parte de las técnicas de la entrevista periodística como género informativo.

Directa o indirectamente me ha tocado estar en los dos lados de la moneda, ya que como catedrático he formado a decenas de jóvenes estudiantes y periodistas para efectuarlas, y les he comentado de la importancia de llegar con antelación, estudiar al personaje, situarse en la espera y en su llegada, tomar ventajas físicas o tácticas, formular las preguntas correctas, improvisar, etcétera; técnicas que, sin embargo, desde el aula no sirven de mucho, y que se perfeccionan día a día, que se aprenden en la calle, con los años. Por otro lado, como consultor, he entrenado y acompañado a diversos personajes públicos para enfrentar estos encuentros, tener datos y contextos a la mano, mantener el control de la situación, evitar confrontaciones, dar respuestas claras, y establecer límites; otras técnicas que también sólo se perfeccionan con la experiencia.

La banqueta es un espacio de poder y este encuentro informal entre la prensa y las personas públicas, aún cuando carece de un formato preestablecido, se convierte en una arena política, donde casi todo se vale y dónde los intereses y mañas desdibujan su utilidad periodística.

El chacaleo pocas veces encuentra un dato o una declaración periodística relevante, apela más a las emociones y las interpretaciones, a la pifia del personaje entrevistado. Está plagado de respuestas evasivas, (tibias) o redundantes.

Hay chacaleos muy violentos, sobre todo cuando la relación con la persona entrevistada está marcada por líneas e intereses editoriales y políticos o por prejuicios personales, de género, raza o pensamiento.

Reporteros varones que utilizan sus ventajas físicas para imponer condiciones ante otras compañeras, u otros que violentan a mujeres entrevistadas a partir de la descalificación, la pregunta burlona y la búsqueda permanente de la reacción emocional para registrarla y amplificarla en sus redes sociales y notas. Hombres entrevistados que violentan reporteras, y que las minimizan o ignoran o que establecen barreras mediante burlas o actitudes.

Un silencio, un titubeo, la falta oportuna de un dato solicitado, un gesto, incluso la negativa a atender preguntas de la prensa por parte de él o la entrevistada, está sujeta a interpretaciones - algunas veces inquisidoras- que en tiempos de inmediatez inundan en segundos las redes sociales con titulares sensacionalistas del estilo "Evade", "Guarda silencio", "huye", "se pone lépera", "ignora", "Responde nervioso", etc.

Recuerdo a un reportero insistiendo constantemente con la pregunta: “¿Entonces está deschavetado?" para forzar a un personaje político a declarar sobre otro y así llevar su nota.

El chacaleo es un mal necesario, que puede generar adicción tanto en personajes políticos como reporteras y reporteros: Un buen convenio publicitario e incluso una "buena propina" puede garantizar el empuje de preguntas a modo, de esas que acarician la vanidad de la figura política o que le salvan de algún escándalo creciente.

Por otro lado, el chacaleo es, desafortunadamente, la materia prima de una prensa precarizada presa de la inmediatez; la cuota de notas y el reporteo de recados, usada para llevar y traer declaraciones de personajes políticos a las portadas de sus periódicos y a sus redes, y también acostumbrada a pasar lista con el político "amigo" y dar su "repasada" al que no ha pagado.

El permanente discurso de descalificación contra los medios de comunicación y periodistas, que hoy los gobiernos toman como bandera, encuentra eco en estas prácticas y excesos. El principal recurso de investigación periodística para la mayoría de medios, no puede ser una declaración banquetera.

Hasta la próxima.

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Luis Martínez

Comunicador y Catedrático especializado en Periodismo Digital y Opinión Pública con más de 12 años de experiencia. Master en Ciencia, Tecnología y Sociedad por Quilmes, Premio Nacional de Innovación en Transparencia 2016