Una educación para la transformación social

  • Manuel Antonio Silva de la Rosa
Urge cultivar un aprendizaje situado desde proyectos con incidencia social en tiempos precarios

Existen dos desafíos centrales que tiene la educación vinculada con la pertinencia social como herramienta para la transformación social. La importancia de generar un aprendizaje situado en escenarios pospandémicos y la necesidad de vinculación con actores sociales en medio de incertidumbre y crisis global. Mi reflexión está ubicada en la necesidad de cultivar un aprendizaje situado desde proyectos con incidencia social como una forma de concretar una pedagogía de la praxis. Aprender desde, con y para la realidad supone para el alumnado tener como insumo educativo problemas reales y ensayar soluciones desde la praxis. Desde mi experiencia, cada vez estoy más convencido en la necesidad de partir desde el aprendizaje situado. Considero que, es desde el vínculo, la reflexión y el contacto con la realidad la que nos transforma como actores sociales para construir un mundo más justo.

Ahora bien, el primer desafío que tenemos en estos tiempos vertiginosos para seguir construyendo una educación para la transformación social es la de fortalecer el aprendizaje situado. Los escenarios pospandémicos sugieren una resiliencia en la educación, que apelará no sólo a una mayor creatividad e innovación sino a una estrategia en construir resistencias descoloniales por la justicia, prestando atención crítica a los regímenes de verdad tecnocientíficos coloniales que brinda una educación hegemónica para que el alumnado pueda resignificar su profesión ante los desafíos contrahegemónicos surgidos y sostenidos por el COVID-19. Es por ello por lo que necesitamos el fortalecimiento del aprendizaje situado en las realidades dolientes y complejas, pues una educación no encarnada en el corazón de los problemas sociales es una educación alienada a la educación dominante. Es desde el encuentro con actores sociales que resisten al neoliberalismo, desde el diálogo crítico y constructivo con otros seres humanos y con la realidad la que posibilita una educación transformadora.

A mi juicio, necesitamos fortalecer programas y espacios formativos donde la alumna y el alumno en su formación académica tenga cabida el encuentro con la realidad y favorecer una educación desde la incidencia social, donde se les invite a los y las estudiantes dejar entrar en sus vidas la realidad perturbadora de este mundo; de tal manera que aprendan a sentirlo, que puedan pensarlo críticamente, que puedan responder e implicarse desde su propia historia y que puedan comprometerse con las problemáticas que van viviendo de forma constructiva. Estos espacios de encuentro con la realidad se van construyendo, como lo decía Freire, a través de una pedagogía de la liberación donde se aprende a percibir, pensar, juzgar, elegir y actuar; en síntesis, aprenden a discernir en favor de los derechos de los más desfavorecidos.

El segundo desafío es el de trabajar en colaboración y vínculos con actores sociales, como una apuesta necesaria para la transformación de la realidad. En una sociedad donde el discurso que predomina es el de que no podemos cambiar nada, la vinculación con actores sociales que resisten ante el sistema nos dice lo contrario. Es desde esas realidades contrahegemónicas que nos narran otras posibilidades de vida. Otras maneras de relacionarnos, de pensarnos, de imaginarnos y sentirnos. La realidad educativa es también acción colectiva, vinculación comprometida y empática con movimientos sociales, cercanía con sociedad civil, o grupos comprometidos con proyectos de defensa de territorio, del agua, de soberanía alimentaria, del trabajo digno, acompañamiento a migrantes, el cuidado de la casa común, la reconstrucción del tejido social etc.

En pocas palabras, un aprendizaje situado es de suma relevancia aprender, comprender y apropiarnos del conocimiento desde tiempos precisos, lugares específicos y personas concretas para seguir brindando nuevas posibilidades de realidades. Y el horizonte de transformación de la educación es a través de la conspiración y vinculación con actores sociales para sumar, construir, luchar, aprender, aportar e implicarnos en la construcción de dignos presentes en tiempos precarios

El autor es académico de la Universidad Iberoamericana Puebla

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Manuel Antonio Silva de la Rosa

Licenciado y Maestro en Filosofía y Ciencias Sociales; e Ingeniero en Electrónica. Se desempeña como Coordinador del Programa Universitario Ignaciano en la Ibero Puebla y es profesor de cursos vinculados con Filosofía. Entre sus líneas de investigación se encuentran la Filosofía contemporánea, y de la Educación.