Casas embrujadas y pérdida del patrimonio edificado

  • Ma. Teresa Cordero Arce
Algo coloquial para un Día de Muertos en Puebla

La creación arquitectónica exige una continuidad de ingenio, saber y creatividad de acción, es al fin de cuentas el nacimiento y consecuencia de la historia. Lo que tenía sentido en épocas pasadas, adquiere una realidad diferente unos pocos años después, donde obtiene nuevos significados y donde lo majestuoso se vuelve “clásico”, lo normal, interesante y lo intrascendente un poco menos que bello, digamos… feo.

Cuántas casas en nuestra ciudad podemos encontrar con el mote de “feas” cuando pintan en ellas vestigios de majestuosidad de otros tiempos. El olvido traza en sus muros, deterioros visibles; la destrucción dibuja en ellas “caras imaginarias”, que se esconden en sus ventanas y puertas; techos colapsados por los que se asoman escombros que nuestra imaginación convierte en seres del “mas allá”.

A decir verdad, no se necesitan tantos años para lograr que una magnífica obra de arquitectura se vea avejentada; basta la incuria humana y el desapego por nuestra historia representada en los inmuebles para lograr, con relativa rapidez, que un edificio adquiera características “fantasmales.” Vaste revisar la hermosa arquitectura Art Nouveau y Art Decó que se encuentra en la parte norte de Puebla, circundando el mercado de la 18 Poniente.

Ante el desinterés humano, pareciera que la arquitectura toma una nueva personalidad; se manifiesta en su afán para lo que fue creada: una forma, una estructura para su uso y disfrute. Y su estrategia funciona, llegan a ella nuevos habitantes, espíritus o almas errantes de seres que se describen como siluetas o sombras que se difuminan en los muros, buhardillas, sótanos, escaleras y en especial, al final de los pasillos de esas viejas casonas llenándose de “vida” nuevamente. Y de pronto, todo gira en torno a la telequinesis y la percepción extrasensorial, y no sé cuántos términos más, que a decir verdad, desconozco. Y la arquitectura nuevamente se manifiesta como la parte tangible de la historia, ahora convirtiéndose en un campo de imaginaciones y emociones de “los que espantan” y los “espantados”

Y nos preguntamos: ¿entonces existen los fantasmas? Bueno, lo cierto es que suceden cosas, y por lo general estas casas olvidadas llenas de deterioros, poco protegidas por las autoridades y dueños, expresivas hasta el extremo por provenir de un lucimiento representativo de un estilo arquitectónico son el escenario perfecto de nuestra incuria, falta de interés, pérdida de identidad, y la salvaje tendencia del mercado inmobiliario… ¡ah! y también por supuesto, de los fantasmas.

Estos seres, conjuntamente con otros tantos de las leyendas urbanas y cuentos fantásticos, han cambiado a través del tiempo. Lo que queremos de ellos y lo que esperamos que hagan ha cambiado también. ¿Será posible aplicar estos criterios de cambio a favor del rescate de nuestra arquitectura histórica? ¿Será posible que tomemos la parte que nos toca dentro de esta historia en pro de la difusión y conservación del patrimonio edificado? A mí me encanta ser la “bruja” del cuento, de aquellas que se dicen arquitectas, que preparan pócimas para consolidar muros, para eliminar flora y fauna parásita, para realizar injertos e igualar colores. Me gusta ser de las brujas que de vez en vez (siempre) lanzan vituperios para quien con antipatía pintan con spray los muros de aquellas casonas de más de cincuenta años; aquellas casas protagonistas de esta historia, que llaman nuestra atención para nuevamente ser habitadas.

Descansado puente de Día de Muertos.

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Ma. Teresa Cordero Arce

Arquitecta por UPAEP, maestra en Restauración de Sitios y Monumentos UG y doctorante en Administración Pública. Docente y especialista en proyectos de conservación y difusión del patrimonio cultural. Su trabajo es reconocido a nivel nacional e internacional, por la difusión del patrimonio de México.