Vivir el momento

  • Fernando Gabriel García Teruel
Hagamos un plan más allá de la satisfacción de unos cuántos y la soberbia de nuestros gobernantes

Tras más de un año de clases en línea y escuelas clandestinas, todo parece indicar que los estudiantes han de volver a las aulas para el próximo ciclo escolar. Hay que decirlo,  el ser humano está condicionado a la interacción, la tecnología que ha permitido darle seguimiento a la formación de los jóvenes es maravillosa y sin duda llegó para quedarse, pero se ha de mantener como complemento ya que hasta el momento no es suficiente por sí misma, porque además de que la aprehensión cognitiva no es la misma y, digamos de paso, promueve estar sentado mucho más tiempo de lo que se estaría en las aulas lo cual no es sano en absoluto. Más allá de eso, a la escuela como a la universidad no sólo vamos por lo que pueda dar el maestro sino por el intercambio entre nuestros iguales, la interacción académica sí, pero también la meramente social, el chiste, el coqueteo, la amistad y todo aquello inerte a nuestra humanidad. La sociedad necesita que los estudiantes tengamos esa convivencia pues también es formativa.

Para el desenvolvimiento de esta convivencia no basta del tiempo y el espacio sin más, sino por una serie de condiciones que promueven el ambiente de libertad que ha de facilitar la interacción social. Una de estas condiciones es la seguridad. Días antes de mudar del salón a la pantalla, miles de estudiantes marchamos pacíficamente para exigirla. Ríos de voces en Puebla, de la Juárez e instalaciones de la BUAP hasta la Casa Aguayo, pedimos justicia y seguridad a causa de las circunstancias que vivía o bien, vive, el estado, ejemplificado en el asesinato de los estudiantes de Medicina y el conductor de Uber que los acompañaba. El gobernador, con esa altanería que le caracteriza, nos recibió y se comprometió a trabajar por la seguridad con énfasis en el ambiente universitario, reforzando la periferia de las universidades y el transporte público.

Es verdad que desde que la mega marcha tuvo lugar, la inseguridad para los estudiantes ha disminuido enormemente, bendita pandemia. Que el gobernador no se ponga los laureles, pues el coronavirus ha sido el principal promotor de la seguridad estudiantil en Puebla, manteniendo a los estudiantes en casa y lejos de la vida nocturna. ¿Qué situación enfrentaremos ahora que las aulas y bares reciban a los estudiantes nuevamente? La pandemia maquilla la realidad pero si en este año y medio los estudiantes estuvimos en paz, no fue por el velar de Miguel Barbosa sino porque no tuvimos más opción de ello.

La pandemia ha durado lo suficiente como para seguir ocupando toda nuestra atención. Cuando una desgracia es demasiado larga deja de serlo. Entonces bien, ahora que, puesto de forma simple y entre comillas, «no haya pandemia», y aunque la hubiera, lo que habrá que preguntarnos a nosotros mismos y por supuesto a nuestros gobernantes es, ¿en qué condición nos encontramos? Pareciera que nadie tiene la respuesta, no hay punto común, sino que nuestros gobernantes como los falsos gurús modernos, «viven el momento», no saben lo que sucede hasta que les viene en cara. Ahora resulta que nadie del gabinete poblano sabía sobre la inseguridad que vivimos los estudiantes y la población en general hasta la mega marcha. Nadie del gobierno capitalino de la Ciudad de México sabía las condiciones precarias del Metro hasta su caída. Nadie en Pemex sabía de la mala infraestructura de los ductos cerca de la plataforma KU-C hasta que el golfo literalmente estuvo en llamas. Al parecer nadie, ninguna autoridad sabe en qué condición está el país, el estado, la ciudad  o empresa a su cargo, todo es como les viene, dando solución a lo que pasa en el instante, es decir, de forma superficial.

Nuestros políticos son pasivos, reaccionan al momento y actúan; prometen, de acuerdo a lo que se necesite en el instante. Esto no se limita sólo a México. Por ejemplo Biden, durante su campaña se comprometió a acabar con la guerra, contra la ciencia característica del mandato de Donald Trump, y ahora que ya es presidente, la guerra parece continuar. Se dice lo que se quiere escuchar en el momento, después ya se verá, habrá que decir algo más o algo menos pero mientras tanto hoy hay que vivir el presente.

El único político mexicano de los últimos años que ha tenido una visión clara de dónde se encuentra México, en qué condiciones está (estaba) y qué le duele a la población, ha sido Andrés Manuel López Obrador. AMLO candidato conocía el contexto mexicano, entendía qué había que cambiar, tal vez no el cómo, pero sin duda tenía una radiografía del país como ninguno la tiene ahora, ni siquiera él mismo como presidente. López Obrador olvidó que conocer el problema no es tener la solución ni mucho menos serla. Su conceptualización de México, su idea de la corrupción, de tener un presidente honesto, de acabar la guerra con el narco, todo aquello que mencionó a lo largo de su larga campaña es o era acertado, pero de nuevo, conocer el problema no es tener la solución, sino que sólo es el primer paso.

Ahora AMLO no sabe cuál es el problema porque se ha vuelto parte de él. Entró en el sistema y está tan cerca que se ha vuelto miope a lo que vive el país. Esto sumado a su soberbia sólo empeora la situación. Dicen que se siente mesías, pero no se confundan, si se siente mesías no es el mesías cristiano sino el judío. Un mesías cristiano es uno activo, como Jesús que va y voltea las mesas del templo, hace frente a las injusticias, recibe a los enfermos. No, Andrés Manuel no es un mesías en la tradición cristiana sino en la judía, él se siente un instante, llegó y la paz reina en la Tierra, su sola presencia basta para que se haga justicia y las desgracias cesen en el país. Alabado sea Dios.

¿Dónde está México?, ¿En qué condiciones se encuentra?, Nadie parece saber, no hay acuerdo alguno de qué situación vive el país y su gente, donde unos ven el paraíso, otros ven el infierno, y a la vez todo lo que está en medio existe. No tenemos ni la remota idea de dónde estamos parados y sin embargo nos empeñamos a caminar. No vamos a llegar lejos o al contrario, vamos a llegar muy lejos pero no para bien, si seguimos avanzando o retrocediendo a ciegas. Necesitamos entender públicamente, a voz fuerte y unida, dónde estamos y hacia dónde vamos. No podemos seguir viviendo al día, enfrentando los problemas como vienen y dejando de lado lo demás. No podemos seguir viviendo el momento y creyendo que como el futuro es un misterio no vale la pena pensar en él, hay que pensarlo. Todo es un misterio, todo es sorpresa para el que no presta atención. Debemos dejar de sorprendernos por asesinatos de estudiantes, por caídas de metros, por el caos ambiental; no podemos vivir en la sorpresa de la ceguera, lo que vivimos, lo que hemos de vivir, lo hemos construido con nuestra ignorancia y ganas de vivir el presente y nada más.

México necesita tener un consenso de en qué situación se encuentra, dónde está parado, cuáles son los problemas, y luego hacer un plan, no sólo de seis años sino de diez, veinte, …, cincuenta o cien. Tomemos el ejemplo de China. Ellos entendieron las necesidades de su país e hicieron un plan, no inmediato sino a largo plazo, a más años de los que cualquier presidente pudiera vivir. Dejaron de lado la satisfacción del instante de vivir el presente, para contribuir a un futuro verdaderamente próspero y satisfactorio, y he ahí los resultados. Hagamos lo mismo. Dejemos de lado, renunciémos a vivir el momento de forma superficial, pongamos los ojos en lo que está sucediendo, compartamos la realidad que vive el país en su totalidad y hagamos un plan que vaya más allá de la satisfacción momentánea de unos cuántos y la soberbia de nuestros gobernantes. México es una maquinaria que movemos todos y entre más sincronizados estemos mejor ha de funcionar pero para ello habrá que preguntar y responder todos juntos en amplio consenso en dónde estamos y a dónde hemos de ir. La vida se piensa, de lo contrario somos nuestra propia condena.

@fgabrielgt

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Fernando Gabriel García Teruel

Nacido en Puebla en 1996, estudió la licenciatura en Ingeniería Industrial en la Ibero Puebla. Actualmente estudia la maestría en Biosistemas en Wageningen University and Research. Apasionado por la ciencia y artes