Jornadas en honor a la Dra. Mónica Trujillo

  • Alfonso Gómez Rossi
Analizó el poder suave para legitimizar las políticas y la ideología

Los días jueves 18 y viernes 19 se realizó un homenaje póstumo a Mónica Trujillo, docente de la UPAEP y doctora en Relaciones internacionales que tuve la fortuna de poder llamar amiga.

Mónica era originaria de Zacatecas. Estudió la licenciatura y doctorado en Relaciones Internaciones, en la Universidad de las Américas Puebla. La maestría la cursó en Estudios Diplomáticos en el Instituto Matías Romero, de la Ciudad de México. Trabajó como docente en la UPAEP casi una década.  

El suceso fue organizado por el departamento de Relaciones Internacionales de la UPAEP, como parte de las XIII Jornadas de la Agenda Internacional.

 Los organizadores, las doctoras Marcela López Vallejo y Luisa Fernanda Grijalva, así como el maestro Eduardo Tadeo, le pidieron a colegas, alumnos y amigos de Mónica analizar su legado a partir de los artículos académicos que escribió, para valorar y recordar sus aportaciones al conocimiento en torno a las Relaciones Internacionales. 

A los Doctores Enrique Ajuria Ibarra, coordinador del Doctorado en Creación y Teorías de la Cultura en la UDLAP, el maestro Omar Hiram Quiroz y a su servidor, nos tocó analizar el artículo titulado Art and Agency: Alternative Spaces for Subaltern Voices (Arte y agencia: Espacios Alternativos para las voces subalternas), documento que nos deja entrever un optimismo que caracterizaba al trabajo de Mónica.

El texto fue publicado en el 2019, en una obra colectiva coordinada por J. P. Singh, Renée Marlin-Bennett y Madeline Carr en Science, Technology, Art and International Relations de Routledge (La liga para el artículo está disponible aquí https://bit.ly/2XUPONy)

 En esta ocasión deseo compartirles mis reflexiones sobre el texto que escribió la Dra. Trujillo.  

El artículo analiza el arte, el poder suave, la trayectoria del arte hegemónico en el siglo XX y comienzos del siglo XXI, así como otras formas de arte no predominantes que se dieron a pesar de las particularidades de los sistemas políticos.

Ella entendía que el arte funciona de dos maneras: por un lado es un símbolo de opresión que emplea el Estado para representar una visión particular de lo que quiere que sea su país; y por otra parte, es una manera en la que los individuos o las comunidades pueden transgredir los espacios hegemónicos, dando una impronta a la situación que viven a partir de las representaciones artísticas. 

Al comienzo diferencia dos tipos de poder que se ejercitan a través de las relaciones internacionales: el poder económico y el poder suave. 

Enfatizó que durante la Guerra Fría, los Estados Unidos y la Unión Soviética, emplearon ambas, pero lo que le interesó al artículo fue enfatizar el uso del poder suave, afirmando que este se continúa empleando en las Relaciones internacionales, en detrimento del subalterno.

Describió el poder suave como el uso de instituciones, ideas, cultura que legitiman las políticas y la ideología de un país que lo emplea. 

Mónica deja traslucir a través del texto la preocupación que le generaba que en las Relaciones Internacionales, sólo una pequeña elite tenga acceso a representar al país de origen a través del arte, en el contexto mundial.

En las relaciones internacionales la política nacional estaba encaminada, por lo menos durante la globalización, a conseguir que los intereses particulares del estado prevalecieran, pero esto, convierte al país de origen en un cliché, al sólo mostrar una visión del país que beneficia a las elites económicas nacionales e internacionales.

Bajo esta óptica para Mónica, globalización para el arte y las Relaciones Internacionales era sinónimo de homogenización. 

Mónica problematizó este enfoque, ya que la representación del arte por el gobierno y las elites económicas, buscaba representar al país de origen con una visión utilitaria, que trataba de definir al país como “moderna”, “progresista” y “avanzada.” 

El arte globalizado toma al espacio geográfico y lo convierte en un lugar donde es bueno invertir; un buen sitio para conducir negocios, un teatro a donde se puede llegar a arreglos entre las elites, lo que en el contexto de la globalización, significa la explotación de recursos naturales y sobre todo, la explotación de la mano de obra barata.

 El ejemplo que menciona Mónica para remarcar este punto, es que en el 2000 se organizó una expo internacional en Hanover, Alemania. La delegación mexicana llevó consigo una escultura que se denominó la alegoría del maíz, afirmando que simbolizaba el progreso político de México, aunque la autora de dicha obra afirmó lo contrario, manifestando que era una crítica a esa postura. 

No sólo México es así: Mónica afirmaba que Turquía era otro país que se asemejaba, ya que ambas suspiraban por ser asimiladas económicamente por Europa o Norteamérica.

Las elites de ambos países intentaban mostrar al mundo como se habían “modernizado” a partir del uso del arte en la diplomacia, afirmando que sus países habían logrado asimilar los valores económicos de la globalización capitalista así como los puntos más importantes de la cultura Occidental.

Esto presenta el problema primordial: al copiar estos modelos, sólo se refleja una cultura que poco o nada tiene que ver con la realidad del país.

 Es un espejismo que sólo vende una imagen distorsionada de la realidad. 

Para Mónica, entre más globalizada es la visión del mundo, más significativas eran las particularidades que rompían con la homogenización cultural. 

Por ello, las relaciones/tensiones entre la propaganda del estado-nación y la voz/agencia/resistencia en el contexto del capitalismo global, experimentaban tirantez. 

Aunque el arte fue visto como un proyecto de proyección del estado-nación desde el siglo XIX, este no es el arte que representa al subalterno, ya que “el significado del arte durante mucho tiempo se empleó como propaganda en un sentido limitado.”

En el texto, la relación entre propaganda y el arte es paradójica, porque la palabra propaganda tiene un aura siniestra, que sugiere manipular estrategias de persuasión, intimidación y engaño.

 Por otro lado la idea del arte significa una actividad dedicada a la búsqueda de la verdad, la belleza y la libertad.

En el caso del arte como redentor podemos entenderlo como una actividad de emancipación y resistencia, y este es uno de los puntos cruciales del texto: Moni entiende al arte como un medio que les brinda agencia pérdida a los individuos.

La agencia que poseen los ciudadanos estaría peleado con el arte que promueve el estado-nación.

Aquí entramos en un terreno pantanoso: ¿los seres humanos tenemos agencia? Es un debate que se ha decantado en los últimos años por la postura de que no… no la poseemos. 

Pero esto iría en contra del argumento de Moni que afirma que no sólo tenemos la capacidad de tener agencia, sino que esta se puede recuperar a partir del uso del arte. 

Emplea un argumento de Schiller que afirma que la experiencia estética es la fuerza que en realidad hace libre al hombre. Si esto es verdad, el arte puede ser un puente o diálogo entre dos espacios geográficos y económicos: el norte y el sur. Para Moni el arte debe buscar eliminar el binarismo entre los hemisferios y entablar un diálogo directo. 

Mónica afirma que el arte es un recurso importante en el proceso de descolonización del subalterno del sur, y puede ser una herramienta que establece vínculos con las voces críticas del norte global.  

Les expreso mis profundas condolencias a sus padres, familiares, colegas, amigos y alumnos. Su pérdida nos ha conmovido a todos los que tuvimos la suerte de conocerla.

Twitter. @Fofi5

 

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Alfonso Gómez Rossi

Licenciado en Historia por la Universidad de Arizona, Doctor en Creación y Teorías de la Cultura en la UDLAP. Subdirector del Instituto Universitario Boulanger.