Efecto Pigmalión o profecía autocumplida

  • Felipe Sandoval
El reto es lograrlo en nuestros funcionarios para que respondan según la expectativa

Pigmalión creó una escultura tan extraordinaria, y fue tal su pasión y vehemencia hacia su belleza, perfección y grandeza, que la escultura toma vida porque “cree que es humana”. Este efecto se aplica en la administración a la percepción que tenemos sobre el comportamiento esperado de alguna persona, o institución en particular.

Durante años lo he puesto de ejemplo. Tanto decimos que los funcionarios públicos son corruptos, flojos y torpes que acaban comportándose como tales. Tanto le dices a tu hijo que es bueno en el piano que acaba siendo mejor que lo esperado. O es tan malo, que también acaba asumiendo que lo es.

El efecto Pigmalión es un tema de expectativas contra realidades. Así fue bautizado con base en un ejercicio realizado a final de los años 60. Un grupo de jóvenes fue aleatoriamente dividido en dos. A un grupo de profesores se les dijo que el grupo 1 eran los mejores alumnos en varias generaciones, el grupo 2 fue catalogado como regulares. ¿Al final? Cada grupo se comportó según las expectativas creadas. El grupo 1 tuvo un desempeño superior, no porque fueran mejores realmente, sino que las expectativas alrededor así lo determinaban.

El gran reto entonces en la administración pública es crear un efecto Pigmalión que permita a los funcionarios comportarse según la expectativa esperada. Hablar en positivo y esperar lo mejor,  tiene un efecto comprobado en el comportamiento colectivo. Si la expectativa alrededor del gobierno es que son corruptos y mediocres, acabarán comportándose y actuando así, aunque no lo hubieran sido de origen. ¿Qué pasa entonces si la expectativa social es, por ejemplo, que los policías están preparados, son eficientes, acuden rápido y son gentiles? Acabarán comportándose como tales. Lo mismo si la sociedad dice que son lentos, se duermen en el Oxxo, nunca llegan y sólo se meten con los borrachitos indefensos... Así terminarán actuando.

Desde la sociedad es imprescindible crear la expectativa, construir la percepción, e inocular la visión a la cual aspiramos.

Tal como Pigmalión lo hizo con la escultura: hablar, decir, esperar lo que queremos para que “crea que es humana” y  se haga realidad, porque así habrá de comportarse el gobierno que deseamos. La diferencia entre ladrones, holgazanes y torpes o visionarios, honestos y competentes es un mero tema de expectativas sociales.

www.felipesandoval.com

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Felipe Sandoval
Ciudadano del mundo, sanandreseño preocupado por lo que pasa a mi alrededor. Comprometido con las causas sociales. Consultor senior con más de 25 años de trayectoria y cantante frustrado