El monumento receptor de la demanda social (3 de 4)

  • Elvia de la Barquera
El monumento está dibujado por historia, política y reacciones comunitarias

Para Juan  Acha el producto artístico, al igual que cualquier obra humana, está destinado a que en él coexistan diferentes estructuras y su materialidad da lugar a múltiples empleos. En específico, la escultura pública puede cumplir una o varias funciones: la de ornato, como demarcador territorial, de contenido simbólico, como trampa o consuelo histórico, denotador político o como aportación estética al espacio ocupado. Al estar expuesto al público, siempre variopinto, también hay diferencias de aceptación o rechazo, lo que no depende tanto de los gustos, sino de los momentos históricos e ideologías predominantes.

 

LA ESCULUTRA DE CRISTÓBAL COLÓN

La escultura de Cristóbal Colón que fue retirada el 10 de octubre, es una pieza con historia, ya que el primer intento de colocar en esta glorieta un monumento a Colón surge de Maximiliano, quien encarga dicha tarea al escultor Manuel Vilar. La obra no se concreta y es hasta 1871 que el empresario Antonio Escandón realiza nuevamente el encargo al arquitecto Ramón Rodríguez Arangoiti, quien aprovecha los bocetos y la propuesta que realizó Vilar en yeso. Sin embargo, en 1873 Escandón nuevamente hace el encargo, ahora a Charles Cordier en París, cuyas esculturas llegan a Veracruz dos años después para ser emplazadas en el Paseo de la Reforma en 1877. La decisión del donador no fue del agrado de Rodríguez Arangoiti, quien cuestionó la propuesta estética al grado de señalar a Cordier como plagiario del trabajo de Vilar. Por otra parte, la escultura de Manuel Vilar que terminaría el arquitecto sería colocada en Buenavista en 1892.

En este monumento escultórico, Colón está rematando el conjunto, mientras que en el cuerpo intermedio figuran las representaciones de Fray Pedro de Gante, Bartolomé de las Casas, Fray Juan Pérez de Marchena y Fray Diego de Deza. Es un monumento que por su misma temática ha sido objeto de violencia desde las últimas décadas del siglo pasado, por motivos de colonización, racismo y colonialismo, y a manos de los respectivos movimientos de reivindicación.

 

OPINIONES Y DISCERTACIÓN

Desde los inicios de la conformación de esta nación como tal, son motores de los movimientos de emancipación de principios del xix en Latinoamérica importantes discusiones en torno al origen, a la identidad, a la raza y a la legitimidad, ejemplo de ello la Carta de Jamaica en la que Bolívar menciona que no somos ni indios ni europeos, sino una raza intermedia. Desde entonces y hasta la fecha el mestizaje se ha visto como signo de inferioridad (hasta en Harry Potter), aunque en el discurso académico estos términos han sido refutados y obsoletos.

Sobre el retiro de la escultura de Colón por el Gobierno de la Ciudad de México y con personal del INAH, la Restauradora Dulce Ma. Grimaldi enfoca este problema en un asunto de madurez: “Por un lado –señala- este monumento de Colón y los cuatro frailes tienen un lugar en la historia del país, ante lo que habría que preguntarse: ¿Qué es lo que se quiere resguardar? ¿Ha perdido su valor el momento histórico referenciado? ¿Existen otros momentos históricos de mayor importancia en tanto identidad nacional? Es un monumento que representa algo en particular, con quitarlo se pierde esa representación ¿Se pretende anular el hecho histórico?” Agrega que deberíamos de actuar como una sociedad madura, no como adolescentes que no sabemos que queremos, ni asumimos por completo nuestra identidad. Esta es una triste realidad, pues “esta conducta lo único que hace -afirma- es que pone de manifiesto nuestro desconocimiento sobre nuestro origen. Son estas actitudes, por un lado, las que desvelan por qué el país está como está, somos una sociedad adolescente que reclama, que exige, que quiere todo, imitamos, pero no asumimos; por otro lado -continúa la restauradora- hay un evidente rechazo a nuestros propios orígenes, no sabemos, menos aceptamos de dónde venimos y tampoco sabremos a dónde vamos.”

 

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Elvia de la Barquera

Egresada de Antropología UDLAP, Bellas Artes Universidad de Barcelona y Doctorada en Espacio Público: Arte-Sociedad UB. Artista, investigadora, docente y Crítica de Arte con publicaciones varias