¿Habría algún cambio para nuestro país si Joe Biden gana la elección presidencial en Estados Unidos y desplazada del poder a Donald Trump?

En parte sí, en parte no.

Podríamos esperar un cambio en el paso de un presidente monotemático en su relación con México a otro que considerará diversos temas.

Trump ha visto a México, casi, a partir de un solo tema: la migración hacia Estados Unidos. Y con un solo remedio: un muro (físico, como en el caso de la frontera entre México y su país, o humano, como en el caso de la frontera entre México y Guatemala).

Biden seguramente seguirá preocupado por esa migración, pero lo verá de manera más integral y atenderá otros temas. La visión más integral podría consistir en considerar las causas de la migración y atenderlas. Los mexicanos y centroamericanos que corren diversos riesgos para ingresar a Estados Unidos lo hacen porque no encuentran en sus países condiciones de vida adecuadas, para decirlo suavemente.

Atender las causas de la migración es atender esas condiciones de vida. Implica apoyar el desarrollo económico y social de nuestros países. Implica generar los empleos adecuados. Esperemos que los demócratas norteamericanos en el poder (o los republicanos, si es que ganan) tengan la sensibilidad para ver esto. Y los medios adecuados para apoyar el desarrollo de sus vecinos.

Esas condiciones de vida pueden mejorar, pero también empeorar. El fantasma de Venezuela recorre el subcontinente. La emigración de ese país ha alcanzado altos niveles debido al deterioro de la vida económica y social en él.

Y ese fantasma ha llegado a México. Sobre las posibilidades de que aquí viviéramos un escenario similar al venezolano, algún norteamericano declaro: “México es demasiado grande para caer. México está demasiado cerca para caer.”

Es probable que esta sea una de las preocupaciones de la clase política norteamericana hacia México. Más presente en Biden y su equipo que en Trump. Lo que significaría una mayor atención del gobierno norteamericano hacia la política interior de nuestro país.

Desde luego habrá cosas que no cambiarán. Los intereses de los dos países (más Canadá) expresados en el tratado de libre comercio recién refrendado. Y la polarización social y política que muestra nuestro vecino del norte, de consecuencias difíciles de prever.