Necesidad y creatividad docente: ¿Cerrando la brecha?

  • Juan Martín López Calva
Desarrollar capacidades y encontrar las estrategiaspara buscar que sus alumnos sigan aprendiendo.

La necesidad, que es la madre de la invención.

Platón

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La maestra del 4º A de primaria de una pequeña escuela particular dirigida a un sector de clase media de la ciudad de Puebla, comentó con su directora al iniciar las dos semanas de suspensión de actividades presenciales previas a la Semana Santa que ella no podría dar clases a distancia a sus alumnos “porque no tenía un pizarrón en su casa”.

Esta escuela tiene ya varios ciclos escolares manejando una plataforma virtual para que sus maestros compartan materiales, asignen tareas a sus niños y se comuniquen con los padres y madres de familia. Sin embargo antes de la contingencia no habían tenido la necesidad de tener sesiones de clase virtual de manera síncrona o grabar alguna clase y compartirla usando aplicaciones disponibles en la red.

Cinco semanas después esta misma maestra está ya impartiendo sus clases de manera virtual utilizando una aplicación, grabando sus sesiones y comunicándose cada vez con mayor solvencia y seguridad con sus niños que están conectados desde casa.

¿Cuál ha sido el factor que logró en tan poco tiempo un cambio tan importante en la forma de concebir e impartir sus clases? La necesidad que como decía Platón, es la madre de la invención.

Por supuesto que se trata de una escuela que a pesar de no ser muy grande ni tener muchos recursos económicos, instalaciones lujosas o equipamiento de vanguardia, es privilegiada porque tiene la posibilidad de trabajar con una plataforma digital para las tareas y sus estudiantes tienen al menos un dispositivo en casa y conexión a internet.

En el reciente foro de análisis sobre La investigación educativa ante el COVID-19 organizado por el COMIE los expertos señalaron que a nivel mundial solamente el 50% de los hogares tiene acceso a internet y un porcentaje aún menor tiene una computadora o tableta, por lo que los esfuerzos por responder al encierro que se sustentan en estrategias de educación virtual atenderán a alrededor del 20% de los niños y jóvenes que se encuentran cursando educación básica o media superior.

Sin embargo, el punto es que en muy poco tiempo, una maestra con más de cuarenta años de servicio pudo pasar de decir que no podría seguir con su práctica docente por carecer de un pizarrón en casa a impartir virtualmente sus clases con una eficiencia aceptable.

¿Qué pasa en las escuelas que no tienen estas posibilidades y que atienden a niños y adolescentes con poca o ninguna posibilidad de acceso a internet y a dispositivos electrónicos en sus casas o comunidades?

Aquí en E-Consulta se publicó el pasado viernes una nota en la que se reportaba que el Dr. Melitón Lozano, Secretario de Educación Pública en el Estado de Puebla informó que los profesores de las escuelas públicas de la entidad están trabajando a distancia con sus alumnos durante esta contingencia utilizando las redes sociales -60% de los casos-, radiodifusoras y perifoneo en comunidades más alejadas -13%- y hasta camiones repartidores de refresco a través de los cuales mandan las actividades y tareas a los niños.

En esta misma nota se señalaba que obviamente el porcentaje más reducido –sólo el 10%- es el de los maestros que utilizan el aula virtual de Google, conocido como Google Classroom que es la plataforma que recomendó el Secretario de Educación Pública a nivel federal y un porcentaje mínimo del 2% realiza video llamadas para el proceso de aprendizaje con sus estudiantes.

Seguramente muchos de los profesores de nuestras escuelas públicas hubieran dicho que no podrían impartir sus clases a distancia porque no tenían un pizarrón en su casa como la maestra de la anécdota con la que inicia este artículo. Sin embargo, cinco semanas después están todos o la gran mayoría generando sus propias estrategias de acuerdo a las circunstancias del entorno familiar y comunitario de sus estudiantes para poder mantener operando el proceso formativo en estas condiciones de emergencia.

Como puede constatarse en estos casos, la necesidad que es la madre de la invención está incentivando a los docentes de todos los niveles a desarrollar capacidades y encontrar las estrategias y los medios para buscar que sus alumnos sigan aprendiendo.

Si bien es lógico pensar que al aprendizaje en esta parte final del ciclo escolar 2019-2020 no va a lograr los resultados ideales y que seguramente habrá una pérdida que se sumará a los ya de por sí graves problemas de calidad y equidad en la formación de los niños y adolescentes de nuestro país, asumiendo una perspectiva optimista –como dice Savater, para ser educador hay que ser optimista- podríamos también esperar que de esta crisis pueda derivarse un resurgimiento de la creatividad docente que se manifieste al regresar a las aulas en prácticas formativas más significativas para los estudiantes.

Sin duda esta crisis está amplificando las condiciones de desigualdad en términos de acceso a la tecnología para poder aprender por medios virtuales, pero tal vez y ojalá así sea, pueda ayudar a reducir un poco al menos la brecha en la calidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje al obligar a todos los maestros a experimentar la necesidad de formarse en el uso pedagógico de múltiples recursos –desde plataformas virtuales hasta camiones repartidores de refrescos pasando por la televisión, la radio, el perifoneo o las redes sociales- para promover el aprendizaje y la formación integral de sus educandos.

Para ello es indispensable que las autoridades educativas conciban a los maestros como profesionales capaces, inteligentes, creativos y comprometidos y a partir de ahí, cambien su enfoque y en lugar de buscar obsesivamente el control de las actividades y presionar a los docentes y directores escolares con entregas repetitivas y burocráticas de reportes y evidencias de sus actividades, se dediquen de manera organizada y eficaz a promover la creatividad docente, generar mecanismos para compartir las buenas prácticas entre los mismos maestros para apoyarse a mejorar mutuamente y ofrecer espacios múltiples y flexibles para una formación de calidad hacia una real nueva escuela mexicana y planetaria que esté a la altura de estos tiempos inciertos.

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Juan Martín López Calva

Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).