Puebla…tus ángeles lloran

  • Alberto Pacheco Márquez
El objetivo no es sencillo.

A diario, miles de crímenes ocurren a lo largo y ancho de nuestro país, en nuestra entidad, incluso en nuestras colonias, pueblos, villas; en realidad, ya no hay lugar alguno en este país, en el que el lado más oscuro del ser humano, no tenga una presencia constante.

Algunos crímenes se visibilizan más que otros y no por qué sean los más viles, sanguinarios o más dolorosos, sucede porque así son de caprichosas las motivaciones de los medios de comunicación y la interpretación de las masas que, a través de las redes sociales, que hoy son el medio por el cual no solo nos enteramos de los que sucede, sino las que determinan, como interpretamos esos acontecimientos.

Si bien es vil, miserable, deleznable y todos los adjetivos calificativos reprobatorios lo que acaba de suceder a 3 estudiantes y un operador de Uber, yo me pregunto, ¿qué diferencia a esos horrendos crímenes, de las muchas desapariciones, ejecuciones, secuestros, violaciones etc. Etc. etc. que suceden a diario, que también cubren los medios de comunicación, pero que, por alguna extraña razón, no nos escandalizan ni tantito?

¿Qué determina, que actos de la misma naturaleza, nos indignen y otros, ni siquiera nos tomemos la molestia de voltear a ver? ¿acaso, de manera inconsciente, hacemos valoraciones sobre qué vidas importan y qué vidas no?

No obstante, dentro de este terrible acontecimiento, se está dando un movimiento disruptivo, que muy probablemente, no se hubiera dado bajo ninguna otra circunstancia, y esto es, la honesta movilización de los estudiantes, de los jóvenes que han sido tocados en los más profundo de sus corazones, de tal manera, que han salido, no solo a protestar, sino a reclamar, exigir, pero sobre todo a convocar a la unidad de todas y todos bajo un mismo grito desde el alma ¡YA BASTA!

Ya basta de políticos que solo buscan brillar y no iluminar, ya basta de gobernantes timoratos e incompetentes a los que nos les preocupa generar soluciones, sino razones para seguir sin hacer nada, ya basta de excusas y falacias del pasado, ya basta de discursos y convenios que no nos han conducido a absolutamente nada.

Ya basta de reflectores que solo alimentan el ego de la indiferencia disfrazada con firmas obsoletas y fotos glamurosas.

Ya basta de arrogancia y cobardía de quienes solo son espectadores y opinadores profesionales desde la comodidad de un puesto público.

Es momento de que todas y todos apuntemos hacia la misma dirección y hagamos hervir la convicción de paz y bienestar que merecemos. Esta convicción que ya no puede ser a medias, porque, así como el agua que a 99 grados no mueve nada, si nosotros actuamos tibios tampoco lograremos absolutamente nada, pero que a 100 grados, el agua es capaz de moverlo todo y si nosotros nos convertimos en todos, sin temor a dudas, lograremos cimbrar desde los cimientos, a un sistema que no solo se ha corrompido de manera deliberada, sino que se ha perpetuado a costa de nuestra propia pereza.

No basta con salir a las calles por unos días, no basta con las acciones tan predecibles que el gobierno tomará -mesas de diálogo, pliegos petitorios, acuerdos y “compromisos”- porque esa es la constante cada vez que algo mueve el humor social y, aquellos en el poder conocen perfectamente que no hemos tenido ni la disciplina ni la motivación para llegar hasta las últimas consecuencias y que de a poco o de a mucho, irá pasando, hasta que otra vez…no pase nada.

Ya no basta con un cambio progresivo, esta vez se requiere un cambio disruptivo, destruir por completo este sistema, y construir uno completamente nuevo, con nuevos valores, ideales, formas de articularse y ejecutarse.

El objetivo no es sencillo, en lo absoluto, y no sucederá de un día a otro, pero paso a paso, sin detenernos, cuando menos lo imaginemos, habremos de haber recorrido un montón de kilómetros hasta nuestra meta.

Puesto que ante este muy complejo panorama, es cuando más clara tenemos que tener nuestra visión y ante el reto mayúsculo de lograr la paz, es cuando más anclados debemos estar a nuestros valores.

Salgamos a luchar desde la inspiración, no desde la obligación, desde la empatía y no la imposición, vayamos a buscar justicia desde el ejemplo y no solo desde las palabras, es momento de salir, de encarrerarnos y dar ese gran salto a través del umbral y descubrir todos juntos, que hay vida, una forma de vida mucho más allá de esta violencia que hoy nos ahorca.

Salgamos a mandar al diablo a todos aquellos que a través de esta desgracia que padecemos como sociedad, solo buscan ganar concursos de popularidad, porque estos no defienden lo que debe ser defendido, estos buscan solamente seguir conservando el estatus.

Hoy más que nunca, tenemos los elementos para la transformación.

La infamia de la desgracia nos ha inspirado y en consecuencia estamos comprometidos con una causa en común, que nos tiene de lleno en la acción.

Sin duda alguna, estamos en un punto de partida que no es nada grato, pero el punto de llegada esta bien fijado…VIVIR EN PAZ.

No claudiquemos, no nos detengamos, caminemos todos junto a estos valientes que se despojaron de sus batas y se cubrieron de amor, de empatía, de humildad, de convicción y, que dejaron las aulas para tomar el frente de la batalla…

Todas mis oraciones para Ximena, Javier, José Antonio y José Manuel, pero también, para los cientos de víctimas que, en nuestro país, se quedan en el ostracismo…Y para sus seres queridos.

 

Nos vemos cuando nos leamos…

Alberto Pacheco

Albertopm2711@gmail.com

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Alberto Pacheco Márquez

Especialista en Desarrollo Regional y Gestión de Inversión Extranjera y Conferencista. Se desempeñó en el sector público y privado en México como en el extranjero. Dedicado a la vinculación entre México y Polonia