El Instituto de Formación Política de Morena: debate o denostación

  • Carlos Figueroa Ibarra
No se necesita ser director de algo para contribuir de manera importante en que algo prospere.

El lunes 10 de febrero de 2020 publiqué un artículo acerca del Instituto de Formación Política de Morena que tuvo una amplia difusión y que generó escozor entre algunos de los integrantes del grupo promotor del referido instituto. Como respuesta, el periodista Pedro Miguel divulgó en twitter que mi motivación para escribir tal artículo era que no se me había nombrado director del Instituto en Puebla. Y el historiador Pedro Salmerón, se dio tiempo en medio de sus problemas, para decir en otro twitt que yo estaba denostando a los intelectuales que impulsan el IFP. Con respecto a Pedro Miguel, en el momento en que leí su comunicación descalificatoria hacia mi persona, no pude sino recordar lo que dijo  el Presidente de la República en una sesión ampliada del Gabinete: que se podía ser un buen intelectual pero un pésimo político. Nunca fui a México a pedirle que se me nombrara Director de un Instituto que apenas estaba en formación. Lo que si le expresé a él, a Rafael Barajas y a Héctor Díaz Polanco fue que dado que he estado en actividades de formación política en Puebla durante varios años, quería que se me incorporara a las actividades formativas del mismo y que lo podía hacer desde Puebla. Mi experiencia académica me indica que no se necesita ser director de algo para contribuir de manera importante en que ese algo prospere. En Puebla, varios medios especularon en que yo podía ser director del Instituto y yo mismo respondí a pregunta expresa de reporteros acerca de que si iba a ocupar un puesto público a nivel municipal o estadual, que mi interés estaba en el Instituto.    En ese contexto, en su oportunidad el consejero nacional Eduardo Gandur y yo suscribimos un documento con algunas ideas sobre el Instituto y se las enviamos a algunos de los integrantes del grupo promotor. Salvo uno de ellos que acusó recibo, la respuesta de los demás fue la indiferencia y el silencio.

Acerca de lo expresado por Salmerón, invito a los lectores a leer mi artículo del 10 de febrero y evaluar si hay denostación hacia alguno de los integrantes del referido grupo promotor. Sí hay desacuerdo con los procedimientos que han empleado para impulsar el Instituto y sí hay una diferente concepción acerca de la relación que el mismo debe tener con el partido. Pero no hay ninguna opinión peyorativa hacia ellos. Al contrario, hay una valoración positiva acerca de su importancia intelectual y una afirmación explícita de que no veo que haya un interés pecuniario en sus acciones. Observo en las respuestas a mi punto de vista expresado en dicho artículo, una constante que he visto en el conflicto interno en el partido: la denostación en lugar del debate. Como no es mi estilo incurrir  en lo primero, hechas las aclaraciones pertinentes,  continuaré en este artículo mi planteamiento (que he comenzado en mi anterior artículo) sobre el tema acerca del Instituto de Formación Política de Morena. He aquí unas ideas que someto para el debate:

  1. La necesidad del Instituto de Formación Política es obvia. Por dos motivos: en primer lugar para garantizar la consistencia ideológica en torno al Proyecto Alternativo de Nación, hoy resumido  con el nombre de la Cuarta Transformación. El éxito de Morena en 2018 y en 2019, más los triunfos esperados en los próximos tiempos, necesitan que el partido tenga cuadros y militancia consistentes que contrarresten a los que llegan movidos por ambiciones personales. En segundo lugar, porque ya no somos un partido de oposición sino un partido en el gobierno y necesitamos cuadros avezados en tareas administrativas o de representación popular.

 

  1. En un primer momento esto último fue una de las diferencias que tuvimos Yeidckol Polevnsky y algunos integrantes del CEN con respecto a los planteamientos iniciales del grupo promotor del Instituto. Nos parecía que hacían un unilateral énfasis en los Círculos de Estudio que olvidaba que Morena ya no solamente era un Partido-Movimiento sino un Partido en el Gobierno. En los momentos iniciales de la revolución rusa de octubre de 1917, Lenin dijo algo que resulta esclarecedor: “Doy cien comunistas por un administrador”. El IFP no solamente debe formar cuadros político-ideológicos ni ser exclusivamente propugnador de una revolución de las conciencias, sino también,  de manera institucionalizada ser formador de cuadros eficientes en la gestión estatal en sus diferentes niveles.

 

  1. El Instituto de Formación Política también es necesario, porque el partido debe ser el instrumento para convencer e informar a la ciudadanía que votó por Andrés Manuel López Obrador de que no se trata solamente del apoyo a un indiscutible líder moral y político sino también de adherirse a una idea de Nación y Sociedad  de carácter posneoliberal.  El IFP debe tener entonces tareas de formación interna (cuadros y militancia) y de formación amplia dirigida a la ciudadanía en general, en tanto que nos autoconcebimos como Partido-Movimiento. Un pensum sistemático y los círculos de estudio deben ser las herramientas para tales objetivos.

 

  1. Por ello mismo, las vertientes formativas del IFP  deben estar en la formación sistemática y con diversos grados de complejidad en materia de Principios, Programa y Estatuto del partido y también  al menos en temas de Filosofía Política, Historia de México y Economía. Además el IFP debe dar capacitación en materia de gestión gubernamental, trabajo legislativo y administración municipal. Y estos temas deben ser pensados como formación sistemática y también divulgativa. Revolución de las conciencias  y gestión estatal eficiente debe ser nuestro rumbo.

 

  1. La formación político-ideológica y la de gestión estatal debidamente certificadas, deben ser requisitos  que los distintos afiliados pueden mostrar cómo méritos para optar a las distintas candidaturas a puestos de representación popular o  a encargos como servidores públicos. No es posible olvidar que la gobernabilidad y por lo tanto la viabilidad de un proyecto político de largo alcance, no solamente radica en la aceptación popular del mismo, sino en la eficiencia gubernamental para resolver los problemas cotidianos de la ciudadanía. Como la ha mostrado el propio Andrés Manuel López Obrador, el buen gobierno es una poderosa fuente de hegemonía en el sentido que Gramsci le daba a ese término.

 

  1. El IFP debe tener una relación equilibrada con el partido. Debe ser autónomo en términos de formulación de contenidos, estructura curricular, formas organizativas y actividades. En términos financieros, el Comité Ejecutivo Nacional debe organizar y supervisar la asignación de recursos y el uso adecuado de los mismos.

 

  1. Debemos abandonar  la concepción centralista y capitalina para organizar el IFP. En vez de pensar solamente en un Consejo Directivo de intelectuales (en su mayoría residentes en la Ciudad de México)  que organiza el trabajo en las distintas entidades del país a través de enlaces, debemos organizar los Institutos Estatales de Formación Política y agregar en ellos -para su organización y funcionamiento-, a cuadros políticos e intelectuales residentes en dicha entidades.

 

  1. Además de autonomía, el IFP debe tener una vinculación orgánica con las distintas instancias de conducción y ejecución del Partido. Su concepción general y particular debe ser discutida en el CEN y ser sancionada por el Consejo Nacional. Lo mismo debe suceder con la composición de sus diversas instancias nacionales y estatales.  El Comité Ejecutivo Nacional y los Comités Ejecutivos Estatales deben tener una participación equilibrada en los distintos niveles organizativos y operativos del Instituto. Los Comités Ejecutivos Estatales deben ser fundamentales en la organización de los Institutos Estatales de Formación Política.

Me ha llamado poderosamente la atención el que  se  intente legitimar la postura de alejar lo más posible al Instituto del Partido, diciendo que lo que  se busca es sacar al mismo de la politiquería y pugnas intestinas que se dan en Morena. Hay una autopercepción complaciente en dicho planteamiento: lo que a todas luces sucede es que los impulsores del IFP forman parte de un  bando en el conflicto interno. Por ello hasta algunos de ellos no son ajenos a la denostación. Hago votos para que pronto nos alejemos de esta última y se den las condiciones para debatir constructivamente los diferentes asuntos que conciernen a Morena. El Gobierno de la Cuarta Transformación necesita un apoyo masivo de la ciudadanía y éste debe ser conciente y organizado. El tiempo apura.  El otro lado de la cancha ya está empezando a jugar mejor,  después de los goles que les metimos.

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Carlos Figueroa Ibarra

Sociólogo, profesor investigador de la BUAP, especializado en sociología de la violencia y política. Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Fue integrante del Comité Ejecutivo Nacional de Morena (2015-2022).