No hay oposición preparada y honesta

  • Xavier Gutiérrez
Buena falta haría una oposición lúcida, preparada, pero sobre todo honesta y leal.

No hay por qué atemorizarse. La democracia es así. Unos aprueban, otros rechazan. Las elecciones se ganan con votos. Y el que obtiene la mayoría, gobierna. Así de simple. No hay misterio.

En el país la habíamos tenido muy parchada. Muy dirigida y, literalmente, muy TELE…dirigida. Al extremo de tener un presidente gestado en las oscuridades de los estudios y componendas de la televisión.

Y esto, en la televisión, en toda, no se decía. Era una verdad maquillada. Televisa y “24 horas”, mas todo el elenco noticioso, eran el ministerio de propaganda del gobierno en turno.

Las redes de complicidad eran poderosísimas. Las ligas, sociedades y complicidades en la cúpula del poder eran una sola. Dinero, medios y poder público, un triunvirato intocable por décadas.

Hoy esta santísima trinidad cruje. Empieza a haber deslindes. A las cosas se les empieza a llamar por su nombre.

Los medios ya no son aparatos sumisos, dóciles y silenciosos. O lo son menos. Se anularon jugosísimos presupuestos a la televisión, la radio, los diarios, las revistas, los portales de internet de conspicuos opinadores.

Y entonces viene la crítica. Dura, intensa, sistemática, anti todo.

Y está bien, así debe ser. Un sistema que quiere ser democrático debe ver esto con naturalidad. No con desdén. La crítica respetable merece ser tomada con respeto y consideración a la hora de gobernar.

Acaso con una condición, que sería saludabilísima para todos, empezando por la sociedad misma: que sea honesta. Que reconozca lo aplaudible y rechace los errores.

La crítica implica eso: aplauso y censura.

En muchos espacios y comentócratas vemos, leemos o escuchamos sólo una crítica por sistema. Un anti todo. Y con frecuencia con enfoques sesgados, o con la peor carga emocional hacia los yerros, y el ocultamiento total a los aciertos.

Ahí no hay un periodismo imparcial, un cotejo leal de hechos, un equilibrio sano en el manejo de la información.

Y no digo un periodismo objetivo porque eso, por definición, no existe. No puede haberlo. Primero por la sencilla razón de que no somos objetos, somos sujetos. Y segundo, porque la presentación de hechos siempre será subjetiva.

Pero otro de los aciertos de las formas imperfectamente democráticas que hoy se experimentan, es la definición de simpatías, antipatías, corrientes ideológicas o de opinión y militancias.

También los intereses, vulgares.

Y frente a un gobernante con la personalidad y peculiaridades del presidente López Obrador, han volado por todos lados antifaces y capuchas.

Grupos de presión que se decían pastores de las masas y profundamente democráticos, hoy salen a la defensa de lo que ha sido siempre  su fuente de poder y  oxígeno puro: jugosos subsidios gubernamentales.

Membretes empresariales que repartían bendiciones, aprobaciones, desplegados de solidaridad y apoyos de toda laya, hoy esconden la cara y buscan vender su amor “a lo que sea”.

En el caso poblano, huestes panistas que sirvieron de rodillas (no gratis, desde luego), o alquilaron el membrete partidario a la pareja real, hoy no hallan cómo lavarse el cinismo y la hipocresía de apenas ayer.

“Militantes” supuestamente priistas brincaron y hoy aparecen teñidos de “moreno” en puestos de poder de todos los niveles. Otros, han enseñado el cobre azul: lanzan sus temores al comunismo, al socialismo, que imaginan  hasta en Rusia, donde su ignorancia les impide ver un régimen imperial mezcla de capitalismo y fascismo.

En fin, en el nuevo paisaje mexicano, parte de la democracia con todas sus imperfecciones que estamos viendo, resulta de utilidad observar actores sin caretas.

Lo triste es que en muchos, muchos casos, no hay ni siquiera posiciones ideológicas, vamos, ni sedimentos, sólo oportunismo, ignorancia, ultras delirantes como en el México de los años sesenta.

Buena falta haría una oposición lúcida, preparada, pero sobre todo honesta y leal.

xgt49@yahoo.com.mx

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Xavier Gutiérrez

Reportero y director de medios impresos, conductor en radio y televisión. Articulista, columnista, comentarista y caricaturista. Desempeñó cargos públicos en áreas de comunicación. Autor del libro “Ideas Para la Vida”. Conduce el programa “Te lo Digo Juan…Para que lo Escuches Pedro”.