Lo podrido de Puebla

  • Elmer Ancona Dorantes
A los poblanos le quitaron la billetera de su bolsa y ni cuenta se dieron.

En Quintana Roo tuvo que llegar un gobierno de oposición (PRD-PAN) para sacar al estado de la gravísima crisis política -llena de escándalos- que le heredó el Partido Revolucionario Institucional (PRI) a Carlos Joaquín González.

Lo podrido, lo hediondo, lo apestoso se podía oler en los ambientes político, económico y social; los quintanarroenses no soportaron más la situación y le dieron un voto de confianza a nuevas siglas partidistas, a la coalición “Una Nueva Esperanza (UNE) integrada por los negro-amarelos y los blanquiazules.

Algo parecido sucedió en Puebla. A los poblanos le quitaron la billetera de su bolsa y ni cuenta se dieron; los saquearon de una forma tan elegante y discreta por los gobiernos anteriores que ni cosquillas sintieron. Además, llenaron a Puebla de delincuentes.

Haberle heredado a Puebla una deuda de 44 mil millones de pesos no es cosa menor, en pocas palabras, es no tener madre. Cansados de tanto saqueo y de tanta inseguridad, los poblanos terminaron por darle el voto de confianza a un Movimiento novedoso: Regeneración Nacional (Morena).

Aliados con el Partido del Trabajo (PT) y con el Verde Ecologista de México (PVEM), Miguel Barbosa Huerta llegó a la “silla grande” con el 44.6 por ciento de los votos, aunque con un abstencionismo del 70 por ciento. De cualquier forma, ganó.

La semana pasada el gobernador de Puebla prácticamente hizo lo mismo que su homólogo quintanarroense: pidió a los empresarios integrados en el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) trabajar en alianza para recuperar “lo que se pudrió” en administraciones pasadas.

Ante el nuevo presidente del empresariado poblano y su nueva directiva; ante rectores de universidades, líderes de partidos, alcaldes, diputados, senadores y directivos de medios (todos ellos invitados especiales), Barbosa Huerta hizo énfasis en algo muy cierto:

La corrupción y la delincuencia llegaron a Puebla desde antes del conflicto político que vivió la entidad los últimos dos años por la renovación de la gubernatura; el estado olía muy, pero muy mal, durante las administraciones de José Antonio Gali Fayad y Rafael Moreno Valle Rosas.

Y esa podredumbre fue solapada por los partidos políticos que reinaban en el estado, por los hombres de negocios en el estado, por los legisladores y muchos de los “invitados especiales” que estuvieron en la unción del nuevo líder empresarial.

Todos ellos, sentados en lugares de honor en la toma de protesta ¿Qué habrán sentido cuando en su propia cara Miguel Barbosa les dijo que no son tiempos de quejarse por algo que sucedió y que bien pudo ser evitado por todos?

A mi se me hubiese caído la cara de vergüenza por el simple hecho de saber que como empresario, legislador o rector pude haber levantado la voz con mayor fuerza, sin cobardía, para poner freno a gobernadores descarriados, envalentonados, locos por el poder.

 

Empresarios valientes

 

El nuevo presidente del CCE, Ignacio Alarcón Rodríguez Pacheco, expuso que el empresariado reconoce la crisis de inseguridad que se vive en el estado, por lo que están dispuestos a enfrentarla.

"No podemos ni debemos permitir que la delincuencia se apodere de la tranquilidad de los poblanos; las cifras son contundentes y van más allá de la percepción. Los feminicidios, secuestros, homicidios, robo a transporte, robo a comercio y robo a casa habitación son una preocupante realidad".

Así, tal cual, lo expuso; sin embargo -y sin ánimo de ofender-, los ciudadanos lo vienen escuchando trienio tras trienio, sexenio tras sexenio, y la realidad es que los siguen asaltando, los siguen saqueando, los siguen asesinando.

Es bueno que el sector empresarial -así lo dijo su dirigente- se convierta en una voz crítica del sector. Eso que ni qué. Lo malo es cuando se la pasan todo el tiempo consintiendo a los gobernadores todas sus transas, todas sus ambiciones personales.

Si tanto interés tienen para transformar Puebla, es hora de que se sujeten bien los pantalones y digan NO a los gobernantes berrinchudos, y eso aplica también para el nuevo gobernador de Morena.

De las responsabilidades contra la inseguridad y la corrupción nadie se salva. Hoy se percibe una Puebla dañada, vulnerada, sometida por la delincuencia y el crimen organizado, solapado por muchos sectores.

Nadie puede hacerse de la boca chiquita en estos momentos. Todos los poblanos tienen una tarea que cumplir por el bien de sus familias: detener lo podrido, lo hediondo, lo que huele mal en el estado.

Si Miguel Barbosa está dispuesto a trabajar por el bienestar de los poblanos hay que apoyarlo, pero de eso a aplaudirle los errores que cometa hay una brecha enorme.

Hoy los ciudadanos necesitan caminar juntos para terminar con la podredumbre que les han heredado.

 

@elmerando

elmerancona@hotmail.com

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Elmer Ancona Dorantes

Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y Maestrante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNAM. Catedrático. Escribe en diversos espacios de comunicación. Medios en los que ha colaborado: Reforma, Notimex, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.