La calle es de todas

  • Laura Carreto Tirado
Todos tenemos responsabilidad social respecto a los problemas de la violencia de género

Hace unos días la diputada local de Veracruz, por Morena: Ana Miriam Ferráez, propuso ante la ola de feminicidios un toque de queda para las mujeres. Lo cual causó controversia, y ante el evidente error, más tarde se disculpó. Salir a una hora determinada no es un factor preponderante en este problema tan grave, como lo son el machismo y la misoginia. Sugerir limitar el libre tránsito, es afirmar que la raíz del problema somos las mujeres. Esta propuesta de ley hubiera atentado contra los derechos humanos y no resolvería nada. Los actos violentos lamentablemente suceden a todas horas, sin importar la edad, ni el lugar, ni cómo iban vestidas; lo mismo atentan contra mujeres que contra niñas.

Todos tenemos responsabilidad social respecto a los problemas de la violencia de género y los feminicidios. Podemos ver que es común la desvalorización hacia la mujer, pues empieza en hechos cotidianos, como en los chistes o burlas, que irresponsablemente son tolerados en todos los espacios y en todos los niveles sociales, ya que el machismo y la misoginia no distinguen género, ni posición social o nivel de estudios.

Las redes sociales nos han permitido ver las opiniones de la gente respecto a las noticias, es así que algunos comentarios en notas respecto a temas de acoso sexual, violencia y abuso cuestionan a la víctima: ¿Cómo iba vestida?, ¿Por qué salió a esa hora?, ¿Por qué denunció tantos años después? Estos cuestionamientos reflejan la estructura machista, o mejor dicho la violencia estructural, que prevalece y que permite que la violencia siga escalando.

La agresión sexual se trata de la demostración de superioridad, y esta conducta está asociada a problemas psicológicos. Esto también derivado de una sociedad que exige como parte de “la hombría” la fuerza física y la dominación. El feminicidio es un crimen de odio, donde un hombre mata a una mujer por el simple hecho de ser mujer; estos hechos son el reflejo claro de la misoginia y de un sistema patriarcal.

Los hombres tienen que respetar a las mujeres y niñas por el simple hecho de que somos seres humanos. En países de primer mundo, donde existen sociedades equitativas, con un alto grado educativo, las mujeres son respetadas y valoradas, tienen la libertad de salir vestidas como ellas quieren, sin miradas lascivas, además de que el gobierno protege y garantiza sus derechos.

Los feminicidios y la violencia hacia la mujer son problemas que al paso de los años se han ido agravando, al punto de ser una epidemia en todos los estados; hace unos años, el problema estaba focalizado en dos estados: Chihuahua y en el Estado de México. Pero actualmente todas las entidades se enfrentan a esta problemática, que está ligada a la desigualdad e inequidad.

La estructura de nuestra sociedad, aún privilegia al género masculino, y hace que prevalezca el dominio de un género respecto a otro. Dos ejemplos de inequidad de género son: en el trabajo y en el hogar. Laboralmente no se ofrecen iguales oportunidades a hombres y a mujeres: los hombres tienen mejores sueldos y más facilidad de escalar de puesto. Muchos jefes descartan a las mujeres por el hecho de que tienen hijos o “probablemente los tengan” (aunque no sea el caso). Otro ejemplo es la estructura familiar mexicana, que sigue considerando a la mujer como la responsable de los hijos y de las labores domésticas, esto a pesar de que muchas mujeres también trabajan. El cuidado de los hijos o familiares sigue recayendo mayormente en el género femenino, siendo un trabajo pesado y no remunerado.

Los feminicidas son en muchas ocasiones la propia pareja, o tienen alguna relación familiar con la víctima. Las instituciones de gobierno también son parte del problema, al ignorar los casos o las investigaciones previas que antecedieron a estos crímenes.

La normalización de la violencia debe detenerse y hacer conciencia al respecto. Al ser un problema social, todas las personas debemos sentirnos comprometidas al respecto. La pérdida de valores, la falta de respeto y empatía por el otro, han llevado a que cada día exista más violencia hacia la mujer. Es en casa donde se deben construir bases sólidas para vivir en sociedad.

La calle es de todas, porque tenemos derecho a transitar, de salir, de vivir, de vestir como queramos. La responsabilidad del gobierno es proteger a las niñas y mujeres y hacer cumplir la ley. Es necesario recalcar la gran responsabilidad que tienen los legisladores, quienes deberían estar mejor capacitados para defender los derechos de los ciudadanos, no restringirlos; sobre todo que tengan conocimiento y un amplio panorama para sus propuestas, más allá de sus creencias religiosas o cultura.

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Laura Carreto Tirado

Licenciada en Relaciones Internacionales, Maestra en Ciencias Políticas ambos grados por la BUAP. Especializada en temas migratorios y en la Relación México-Estados Unidos. Ha investigado y escrito al respecto en libros y revistas