La herida abierta del racismo en Estados Unidos

  • Laura Carreto Tirado

En 2015 cuando Donald Trump lanzó su campaña declaró: “Cuando México envía a su gente, envía a gente que trae sus problemas” “Los mexicanos son violadores y criminales”, “vienen a nuestra tierra a matarnos” (CNN, 2015). No se escuchó en los medios de comunicación estadunidenses, ninguna desaprobación al respecto, pero asombrosamente tampoco la cancillería mexicana emitió alguna carta condenatoria, por el contrario, a nombre de México, entonces gobernado por el ex presidente Peña Nieto, se invitó a Trump (quien aún candidato a la presidencia) lo cual fue considerado ante los críticos como un acto servil y absurdo frente a la postura antimexicana de Trump. Esto fue un desplante para la otra candidata presidencial, Hillary Clinton quien al menos el discurso apoyaba a los migrantes, sobre todo a los “dreamers” jóvenes indocumentados que llegaron a ese país siendo niños y que lograron una amnistía durante el gobierno de Barack Obama para permanecer en territorio estadunidense; después de que el gobierno mexicano priorizó la visita de Trump, Clinton rechazó la invitación de la cancillería para una visita con el mismo propósito.

Después de ese incidente, cinco años después, ya como presidente: Trump no ha escatimado en insultar a los mexicanos. Dice la periodista Anabel Hernández quien vive en ese país desde hace ya muchos años como refugiada debido a las amenazas por sus investigaciones en el tema del narcotráfico (área en la cual es experta y ampliamente reconocida): “El discurso insultante de Trump encontró un nicho de la población americana que por años que por años se había mantenido en un rol discreto”. “La actitud de algunos estadunidenses comenzó a cambiar en zonas no racistas”. Afirma “Es histórica la ignorancia en los discursos de odio en el mundo. El de Trump no es la excepción”. “En sus mensajes racistas nunca menciona la existencia del “Programa Bracero”, ni la riqueza que la mano de obra legal e ilegal de mexicanos ha generado en Estados Unidos por décadas”. “También omite mencionar que las drogas que más consumen los ciudadanos estadunidenses no son las traficadas por los carteles mexicanos, sino las medicinas con opiáceos que producen las farmacéuticas estadounidenses y que se adquieren en un mercado ilegal de recetas emitidas en ese país”. “México se ha aprovechado de Estados Unidos durante décadas”, “México ha hecho una fortuna de los Estados Unidos por décadas”, escribió Trump apenas en junio de 2019.

El odio racial a cargo supremacistas blancos se acrecentó después del ataque a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, aprovechando la supuesta “crisis de seguridad nacional” grupos de rancheros en Arizona decidieron unirse para crear una gran organización con el fin de resguardar la frontera de los “indocumentados”, durante ese período entre 2001-2005 se suscitaron episodios de violencia contra los migrantes ya que estos sujetos se encontraban armados y hacían funciones de “agentes de la patrulla fronteriza”. En realidad, el ataque del 11-09 fue el pretexto para expresar más abiertamente su conducta racista. Los argumentos de los rancheros finalmente encontraban un respaldo, pues supuestamente “las fronteras corrían peligro”. Sin embargo, tuvieron que pasar 14 años para que llegara el apoyo más fuerte, un exitoso empresario blanco que quería ser presidente, y quien sin ningún recato se mostraba racista, machista y misógino, nadie que los hiciera sentir más identificados. Las cartas estaban puestas sobre la mesa.

Hace no mucho tiempo, en agosto del año pasado, sucedió uno de los episodios más tristes para la historia de El Paso, Texas y para el mundo también: el mayor atentado de la historia contra la población latina, ocurrió a 5 min de Ciudad Juárez, Chihuahua, donde prácticamente son la misma ciudad; la gente cruza de ambos lados para trabajar y vivir. Se comen los mismos platillos, se respira la cultura mexicana y la población circula como si no hubiera frontera, la mayoría de la población en esa ciudad estadunidense son mexicanos o de raíces mexicanas. Fue en agosto de 2019 cuando el joven Patrick Crusius masacró a 22 personas en Wal Mart, las cuales 19 eran de origen latino, en una carta expresó abiertamente que iba directamente a atacar a los mexicanos; Brian Levin, director del “Centro de Estudios sobre el odio y extremismo” (CSHE por sus siglas en inglés) de la Universidad Estatal de California aseveró recién había pasado el ataque: “Estamos viendo en Estados Unidos como en otros países un sentimiento antiinmigrante junto a un incremento del nacionalismo blanco y supremacismo”.

Por esas fechas cientos de niños migrantes (mayoritariamente centroamericanos, pero también, aunque en menor número mexicanos) eran separados de sus familias quienes habían pisado de manera indocumentada suelo estadunidense; todos eran puestos a disposición de las autoridades por entrar ilegalmente a Estados Unidos. Todo el escenario en sí era preocupante pero especialmente que los niños fueran separados de sus familias: puestos en jaulas, sin los cuidados necesarios: sin camas, cobijas, sin comida y sin higiene. Esto ante los clamores y críticas de un grupo organizado de pediatras y abogados quienes pedían que se les dejara estar con sus padres, pues alejarlos de ellos no solo era atentar contra sus derechos humanos sino también les traería daños psicológicos. A muchos de esos migrantes (cuyo único delito fue entrar sin documentos) se les quitó la custodia de sus hijos, y los padres han peleado para que se los devuelvan desde sus lugares de origen con la ayuda de organizaciones civiles en Estados Unidos, ya que fueron deportados de manera exprés, mientras los niños se quedaron en sitios especiales para menores. Esta situación es compleja para el gobierno de Trump ¿no sería más fácil devolverlos con sus padres? Es evidente que es una política vengativa y racista.

En los casos de la masacre en El Paso y la separación de los niños migrantes de sus familias, no hubo grandes movilizaciones por parte de la comunidad mexicana y centroamericana, en general latinoamericana. Respecto a los menores migrantes la información se supo a cuenta gotas y solo en periódicos estadunidenses como “The New York Times” para la prensa mexicana y peor aún para la cancillería este caso pasó desapercibido.

Las situaciones mencionadas no generaron la misma empatía entre la sociedad “latina” en Estados Unidos como el de George Floyd, asfixiado en Minneapolis el 25 de mayo de 2020 por un policía anglosajón. En parte por indiferencia, pero también a la sobreexposición del caso y a la rápida movilización en las redes sociales, donde se popularizó el hashtag: #Blacklivesmatters, poniendo imágenes en señales de luto. El enojo de la gente provocó manifestaciones en 140 ciudades de Estados Unidos. El caso de Floyd tuvo la fortuna de ser expuesto, pero ¿cuántos casos de abuso policial no han salido a la luz? Celebro enormemente estas manifestaciones, esperamos sirva para de que de verdad siembre un cambio en la sociedad estadunidense.

La historia de Estados Unidos es compleja, hay razones suficientes para condenar lo sucedido. No hay explicaciones para justificar que un policía haya asfixiado a este joven padre, pero tampoco razones hay para que niños sean separados de sus familias, ni para avalar un ataque racial.

Las llagas emocionales por la esclavitud siguen sensibles en la población afroamericana; sin temor a equivocarme a diferencia de los mexicanos en Estados Unidos, existe más compañerismo y hermandad en esta comunidad, por el trasfondo e historia. El orgullo afroamericano ha sido el aliado entre esta comunidad, difícilmente se emplearán en trabajos que realizan los mexicanos y centroamericanos: jardinería, limpieza de casas, albañilería, plomería, etc. Los conocedores sabrán de esa famosa frase que torpemente utilizó el ex presidente Vicente Fox, pero que en realidad es cierta, los afroamericanos ya no aceptan hacer el trabajo duro porque lo consideran un retroceso por lo que tanto lucharon: la reivindicación de sus derechos. Aunque realmente cualquier empleo es positivo, pero esa es su perspectiva.

El supremacismo blanco ha encontrado un gran espacio y respaldo con el discurso racista y anti inmigrante de Donald Trump. Sin embargo, esto ha sido una constante en la historia de ese país, desde el racismo radical como el Ku Klux Klan (quienes atentaron igual contra afroamericanos que contra mexicanos) y otros movimientos, los cuales han progresado en épocas modernas como el mencionado de los rancheros arizonenses o “el Tea Party” un partido ultraconservador y antiinmigrante; también está la postura antimexicana y antiinmigrante entre algunos congresistas republicanos, y sobre todo dentro de la misma sociedad, no sólo entre anglos versus afroamericanos, o anglos vs mexicanos, anglos vs asiáticos, etc; sino también entre afroamericanos vs mexicanos, asiáticos vs afroamericanos y todas las combinaciones posibles. Quienes hayan viajado a este país, sabrán que una de las situaciones que causan mayor impacto es encontrar a mexicanos que se rehúsan a hablar su propia lengua en público, aunque la dominen a la perfección, se niegan a hablar español con otros connacionales por ideas prejuiciadas.

Las movilizaciones multitudinarias por el caso Floyd están siendo un gran problema para Donald Trump, quien finalmente ha tenido mucha responsabilidad en este caso por legitimar el discurso racista. Estas manifestaciones históricas, junto con la pandemia COVID-19 que ha colocado a Estados Unidos como el primer lugar de muertes a nivel mundial, con más de 100, 000 están pesando ya para la reelección de Trump, quien seguramente no saldrá victorioso en noviembre de este año; el acabose sería sacar a las tropas para controlar este movimiento, no solo por lo que pesaría para sus aspiraciones presidenciales, sino porque esto lejos de calmar la violencia, la incrementaría.

 

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Laura Carreto Tirado

Licenciada en Relaciones Internacionales, Maestra en Ciencias Políticas ambos grados por la BUAP. Especializada en temas migratorios y en la Relación México-Estados Unidos. Ha investigado y escrito al respecto en libros y revistas