¡Par de reinas al golpe!

  • Alejandra Fonseca
¿va a querer usted sus periódicos? ¡Los tengo aquí desde hace dos semanas y no viene por ellos!

--Doña Lupita, ¿va a querer usted sus periódicos? ¡Los tengo aquí desde hace dos semanas y no viene por ellos!, le dije por teléfono a doña Guadalupe Ávila en referencia a los ejemplares de La Jornada de Oriente que tenía para ella, donde narre su historia de la primera mujer taxista de Puebla.

--¡No sea usté así!—me contestó-- ¡Es el único periódico donde salí y que voy a tener en toda mi vida. Va a ser mi recuerdo! Ya se lo platiqué a mis hermanas y no me lo creen y ahora que vaya por ellos se los voy a enseñar para que vean. La semana que entra voy por ellos, usté dígame qué día. Pero ya tuve reproches. Las hijas de una clienta mía, no sé dónde leyeron el periódico, ¡y se enojaron conmigo porque dicen que por qué no mencioné a su mamá si la anduve llevando y trayendo a sus diálisis por dos años! Ya les dije que se me olvidó, pero no se me olvidó, ¡usté la sacó! y ahora y me echaron la bronca.

--¡Ay doña! Tuve que dividir su historia en dos porque no cabe todo lo lindo de su vida en una columna. La publico de ¡ya! (y así, también lavo mi consciencia. Me sentí muy mal que no supe lo significativo que es para doña Lupita y doña Mary salir en el periódico).

“‘¡Ay mamá, cómo te gusta ir aquí incómoda! Si vamos a pagar lo mismo, mejor llamamos a un taxi de a de veras, y no así’, le decía su hija, bien trompuda, a doña Mary. Es que se enojaban que mi cochecito era viejito, un Datsun 60. Estaba despintado, con el parabrisas de atrás roto, tenía un hoyo abajo, con parches, ¡y de todas maneras se metía el frío! Pero le envolvía bien sus piernas a Doña Mary para que fuera cómoda y calientita ¡Era mi mejor clienta!  Ella iba feliz. Se reía conmigo de todo lo que nos pasaba, y parece que cuando iba por ella y se subía alguna de sus seis hijas para acompañarla, ¡nos pasaban más cosas!

“El medidor de gasolina no servía pero siempre traía yo mi garrafón de cuatro litros. Y cuando se acababa la gasolina, ellas se enojaban porque las dejaba yo adentro del cochecito y les decía: ‘¡Espérenme tantito, ahorita vengo!’ y corría yo a la gasolinera más cercana para llenar mi garrafón, ¡con 20 pesos se llenaban cuatro litros! ¡Sus hijas se enojaban y doña Mary, reía! Y luego, si se me acababa la gasolina en subida, porque vivían en una colina de Amalucan, les decía a las hijas, ‘¿No le poner una piedra atrás de la llanta, por favor?’, ¡para que el carrito no se fuera en picada de reversa, el freno de mano no servía!

“A doña Mary la llevaba dos o tres veces a la semana a su diálisis. ¡La llevé dos años! Ella no tuvo hombres hijos; sus hijas se dedican a las comidas de eventos. Pero era yo de confianza, ya no había desconfianza, y cuando ellas estaban ocupadas en sus comidas, la llevaba yo a San Alejandro. Llegaba yo por ella y me decía: ‘¡Vámonos Lupita!’

“Yo tomé cursos de mecánica para que todo lo que tuviera que hacerle al cochecito no me costara, y ya mi hijo cargaba bolsas en el mercado para ganarse su dinerito. Con doña Mary a veces nos quedamos sin batería, y la hija bien trompuda y ya me bajaba yo a arreglarlo; cambiaba balatas, el filtro de gasolina y un día que se me picó el tanque de gasolina, le conecté el garrafón con gasolina al carburador ¡y ahí doña Mary deteniendo el garrafón para llegar a la diálisis! Ese día no iba ninguna de sus hijas.

“De diálisis a doña Mary le tuvieron que hacer hemodiálisis. Ya estaba grave, y cuando iba por ella, sus hijas: ¡Ay mamá como te gusta irte en ese carro viejo! Te mandamos en otro taxi’. Y ella contestaba; ‘Ah déjenme que yo quiero apoyar a lupita y a su hijo, voy cómoda!’ Y yo le decía: ‘Si quiere usté que venga un mejor taxi por usté, yo no me voy a enojar. ¡Váyase usted cómoda! Y ella me respondía: ‘¡Si yo soy la que paga las dejadas’!”

Doña Mary, murió; doña Lupita, cuenta su historia: ¡Par de reinas al golpe!

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes