Conservadurismo y criminalización en los candidatos presidenciales

  • Oscar Barrera Sánchez
Balance de los candidatos. Lo que suponen las propuestas de Meade y Anaya. AMLO y sus retos.

El debate del 20 de mayo, no sólo se convirtió en un espectáculo de la Realpolitik que se vive en México. Los candidatos representantes de la derecha, más que apelar a los principios filosóficos y políticos, optaron por el simplismo pragmático de la espectacularidad de la agresión de los reality shows. Sin embargo, es de llamar la atención cómo el clasismo, el machismo, la misoginia, la criminalización y el conservadurismo se exacerban en los candidatos Ricardo Anaya, José Antonio Meade y Jaime Rodríguez Calderón.

El paso de las preguntas sobre la justicia hacia las mujeres “Que las mujeres ganen menos que los hombres, ¿es normal?; que siete de cada 10 mujeres hayan sido victimas de violencia, ¿es normal?”, tras el debate presidencial del 20 de mayo pasado, quedó como una nueva mentira del candidato de la coalición Por México al Frente, cuando afirmó que fortalecería la economía para que las familias dedicaran más tiempo a los hijos y el hogar, pero sobre todo las mujeres.

Asimismo, bajo el escudo de la consulta ciudadana, la postura de Anaya sobre la legalización de la marihuana fue clara: No. Esta opinión puede ser considerada como el fondo ideológico de su partido sobre quien consume esta hierba con fines medicinales o recreativos, pero también sobre la situación de violencia que vive el país en el tema del narcotráfico.

Asimismo, el candidato de la coalición Todos por México se lanzó contra otra mujer, Nestora Salgado, calificándola de delincuente, tras su participación en la policía comunitaria de Olinalá, Guerrero.

Qué decir de Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, quien después de proponer el corte de manos a los delincuentes, ha hecho claro el conservadurismo punitivo más extremo.

Estos son tan sólo ejemplos que sintetizan el conservadurismo misógino, clasista y punitivo de las campañas presidenciales, sobre todo de los candidatos de la derecha, quienes apelan a las más rancias tendencias ideológicas para atraer el voto ciudadano.

Los candidatos de ambos frentes y el independiente coinciden estructuralmente en ver la punta del iceberg para explicar y actuar sobre los fenómenos que se presentan en la realidad y no ver qué los provocan. Como buenos vendedores de la política neoliberal, atacar el problema desde la raíz los dejaría sin el tan grande negocio que para los partidos políticos implica dar un placebo sexenal a la población. Y, no es que Andrés Manuel López Obrador los vaya a resolver, pero no muestra el cinismo de Anaya, Meade o El Bronco

Hay que decirle al candidato Anaya que las mujeres no son las encargadas exclusivas del cuidado de los hijos, que considerarlas como cancerberos del hogar es un acto de violencia de género. Depositar simbólica y materialmente a las mujeres en un espacio, en una representación, en una significación es limitar sus vidas, sus capacidades y funcionamientos en el sentido de Amartya Sen, es decir su calidad de vida, bienestar, libertad y empoderamiento. Por otra parte, tampoco la concepción de hijo como producto de una familia corresponde a las mujeres solamente, sino que a una tarea compartida no sólo con los hombres, sino con el Estado. Además, que algo que el propio feminismo y las teorías sociales y filosóficas contemporáneas han cuestionado es la propia noción de familia, la cual es en sí misma un encarcelamiento a las libertades humanas.

La actitud retadora, agresiva, acusadora, confrontadora de Anaya coinciden con una verdadera actitud machista y misógina, como lo han mostrado autoras y autores sobre la masculinidad y la violencia de género.

Por otra parte, ¿por qué consultar a la población un derecho de las personas como el consumo de drogas, en específico la marihuana? No reconocer este derecho, como seguro ocurrirá con el aborto o la eutanasia, es sinónimo de proscribirlos a la criminalización y, por lo tanto, a quien los ejerce. Lejos de proponer acciones de Estado para apoyar las decisiones que tomen las personas ante estas disyuntivas o dilemas personales, se les busca criminalizar con una consulta, como si los derechos dependieran de la voluntad general. Y, si se trata de consultar, ¿por qué no hacerlo respecto a las reformas estructurales, que son temáticas de orden social y no personal?

En el caso de José Antonio Meade, la política de criminalización de Nestora Salgado, aun cuando fue liberada tras las decisiones de dos jueces para hacerlo, lo convierte en la competencia del mentiroso de Anaya. Además de ser falso lo que mencionó de la luchadora social, no sólo agredió con un juicio sumario mediático a la comandanta de la policía comunitaria de Olinalá, sino cuestionó a una mujer que participó en una labor que les correspondía a los gobiernos en los que él participó, incumpliendo los mandatos de seguridad que el estado está obligado a brindar a la población.

Por otra parte, criminalizar a Nestora Salgado implica hacerlo con las policías comunitarias, pero sobre todo con la organización social. No es nuevo que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) criminalice la organización y la protesta social, pero es bastante grotesco oír a un candidato regresar a propuestas de un Estado de derecha en el que ha vivido México durante décadas. ¿Por qué no reconocer a su exjefe, Enrique Peña Nieto, como otro delincuente tras las agresiones contra mujeres y hombres en Atenco, Estado de México, cuando era gobernador? ¿Por qué no mencionar que participó en un gobierno que desapreció miles de personas, como a los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, presuntamente, a manos del ejército, del cual es Comandante Supremo? ¿Por qué no mencionar a los periodistas y luchadores sociales asesinados en este gobierno, del cual él fue colaborador?

En el caso de Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, qué decir. No por vender el estereotipo de una persona del norte del país, significa que, en nombre de una región del país, muestre una actitud de macho de película mexicana de los años 50. Castigar, mutilar, provocar es la actitud de El Bronco, han sido las propuestas del remake del Cruz Treviño Martínez de la Garza de La oveja negra

Lejos de aportar algo a las ideas, cada vez se muestra más una candidatura satélite, que busca asegurar al menos, 5% de la preferencia electoral, para que sea el margen con el cual gane el candidato del fraude. ¿Quién será ese candidato al que le sirve El Bronco? Hay que preguntárselo al consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova Vianello, quien ya sabe quiénes serán los contendientes que impugnarán.

Las visiones retóricas, falsas, mentirosas y manipuladores de Anaya, el Estado de derecha del cómplice y protector de Peña Nieto (que alguien le avise que ya no es secretario de Estado, sino contendiente político), Meade, y del bestial macho alfa, El Bronco, al ser conservadoras y criminalizadoras atentan no sólo contra los derechos de las personas, sino de los más pobres que son quienes tienen que liarse al crimen organizado; quienes tienen que migrar; quienes tienen que defenderse organizadamente; quienes carecen de información y educación formal para manejar el consumo de drogas. Criminalizar estos derechos es hacerlo con los pobres. Y no es como decía Margarita Zavala y, que retomó Meade, no es que los pobres sean delincuentes, sus gobiernos, del PRI y del PAN, los han hecho y, además, lo han criminalizado.      

Ahora, no sólo se vale defender la preferencia ya ganada. Andrés Manuel López Obrador no puede quedarse en la omisión de los debates sobre los derechos individuales y colectivos y no sólo esperar que, resolviendo los asuntos macrosociales, automáticamente se solucionarán las carencias históricas y las actitudes violentas del Estado, como agente reproductor del conservadurismo machista, ante las demandas de la diversidad y la multiplicidad de la ciudadanía.  

Este segundo debate dejó ver no sólo dos visiones de país, sino las máscaras de los candidatos en la contienda electoral. Una más cercana a la realidad y tres que viven en el recuerdo de la moral victoriana, del machismo y el clasismo que corre por sus venas, del castigo y de la pena como política de Estado… De vergüenza la política en México.     

 

Picaporte

Señores candidatos que votaron la Reforma energética para “beneficio de los mexicanos”, pagar más de $20 pesos por litro de gasolina no creo que nos beneficie mucho. Señores Anaya y Meade no nos hubieran beneficiado tanto. Pues ahora que Meade a dicho que México le debe mucho al PRI y con los $100 pesos (aumento de 11.64 centavos es la gran propuesta de campaña de Anaya para combatir la pobreza en México), seguro nos alcanzará para muchos litros más de gasolina… No, perdón, ni para uno.

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Oscar Barrera Sánchez

Doctor en Ciencias Sociales y Políticas por la UIA. Comunicador y filósofo por la UNAM y teólogo por la UCLG.