La transformación del Poder

  • Raymundo Alfaro Pérez
La dinámica del poder en México. Los cambios a nivel global. La emergencia del neoliberalismos

La problemática del poder es crucial para definir las posibilidades de un proyecto de ciudadanía plena de influir en las decisiones públicas y de controlar en la construcción de un rumbo. Pero este se plantea de manera muy distinta hoy de como se lo hacía en la etapa del Estado de Bienestar, de la sociedad industrial y del movimiento obrero como sujeto histórico.

Entonces, el poder era localizado en el Estado-nación, estaba más vinculado a los actores nacionales y al antagonismo central entre el sector trabajador y el capital, habilitando así perspectivas de transformación política mediante la “conquista del poder”, en la toma del Estado. En las últimas tres décadas se produjo una profunda metamorfosis de las estructuras de poder. El fenómeno de la globalización neoliberal habilitó un proceso de radicales desestructuraciones y reestructuraciones del capital global, debilitando tanto la soberanía del Estado-nación como el poder de los actores sociales clásicos del contrato social keynesiano.

Así, el Estado-nación perdió capacidad de regulación sobre las fuerzas globales financieras, económicas y comunicacionales, generando una autonomización de las instancias de poder respecto de los controles populares democráticos tradicionales. En este contexto, el neoliberalismo procuró “desideologizar” la política, planteando el fin de la guerra fría como el fin de una etapa histórica de antagonismos, “el fin de la historia”. El triunfo global del capitalismo venía a confirmar el fin de la problemática del poder y la posibilidad de una democracia de mercado donde los individuos acudieran libremente a la satisfacción de sus intereses individuales sin que ninguno de ellos intentara imponer al resto sus preferencias privadas, ya fueran estas políticas o ideológicas.

Así es cómo, durante la etapa de hegemonía del modelo neoliberal, se eludió la problemática del poder y toda cuestión política parecía reducirse a un problema técnico, económico y sobre todo gerencial. La temática de la gobernabilidad alcanzó, en este marco, especial relieve desde el momento en que la globalización aparecía como un fenómeno natural frente al que los Estados-nación debían acomodarse, desembarazándose de sus estructuras burocráticas y respondiendo con agilidad y dinamismo. El Estado mínimo y, posteriormente, el Estado-amigo-del-mercado o Estado Promotor aparecían como la solución inevitable frente a un contexto global incontestable.

Sin embargo, la globalización y los procesos de ajuste estructural, particularmente para América Latina, fueron inducidos y asimétricos: inducidos porque nuestros pueblos y gobiernos no tuvieron el control sobre este proceso y asimétricos porque hay un doble estándar de presionar por la apertura de los mercados periféricos pero no así de los países desarrollados. Así, una vez en crisis el modelo neoliberal, el redescubrimiento de la dominación, los antagonismos y las asimetrías nos exigen comprender la metamorfosis de las estructuras mismas del poder. En el preciso momento en que volvemos a pensar en el poder, notamos sin embargo que sus asientos clásicos se hallan vacíos.

Hoy, más que nunca, el poder se evidencia como una relación social y no como un objeto depositado en instancias institucionales. En este marco cambia dramáticamente la misma noción de poder, habilitando el concepto del poder como relación social y la posibilidad de constituir, a partir de la cooperación y la sociabilidad genérica, nuevas fuentes de poder. Por lo tanto, es necesario abandonar una concepción simplificadora que ve el poder exclusivamente en el Estado, y que lo concibe como algo negativo, para percibirlo como una relación dinámica entre actores que actúan a nivel territorial y nacional y también a nivel global.

En el capitalismo global el poder se construye mediante la internalización de su perspectiva en los individuos y la reducción progresiva de expectativas, el aumento del desánimo, el enclaustramiento, la pérdida de confianza y subalternización de los sectores populares, haciéndoles perder su sentido de portadores de derechos. Esta concepción promueve una exacerbación de la conflictividad y diferenciación de intereses entre los sectores medios y populares, mientras que el poder tecnocrático, ejercido por los organismos multilaterales de crédito, configura perspectivas despolitizantes y técnicas de los asuntos públicos.

Todo esto desemboca en la profundización de la distancia entre pobres y ricos, entre incluidos y excluidos, entre países industrializados cada vez más opulentos frente al ochenta por ciento de la población mundial asentada en países pobres y en desarrollo. Frente a esta realidad, no debe considerarse al poder en el capitalismo global en forma omnímoda e irreversible sino que, en él, se observan grietas y contradicciones pasibles de ser utilizadas en distintos niveles. La misma crisis de hegemonía del modelo neoliberal en los últimos años así parece evidenciarlo en la región, incluido México a partir de una serie de síntomas que permiten pensar en otro mundo posible.

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Raymundo Alfaro Pérez
Originario de Puebla. Casado y padre de cuatro varones. Abogado, Notario y Actuario. Egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales BUAP. Maestría en Ciencias Políticas BUAP. Doctorado en Derecho BUAP