Gente honesta para hacer política

  • Fidencio Aguilar Víquez
Los jóvenes se preguntan por quién votar en las próximas elecciones. Diversas perspectivas.

La corrupción, la impunidad y la incongruencia parecen ser la expresión natural de los principales políticos y dirigentes de grupos de incidencia política tanto en el país como en el estado. El resultado no podía ser otro ni distinto a una sociedad desigual, sin desarrollo, marginada, atomizada y sometida en lo político al capricho de los que detentan el poder. Pero no sólo ello sino, además y sobre todo, cargado de violencia e inseguridad. En medio de ese clima y en el horizonte del proceso electoral que culminará con la elección del 1 de julio de 2018, la pregunta se impone y suena bastante lógica: ¿Por quién –o por quiénes- vamos a votar?

 

Esa es la pregunta que escucho en mis hijos, que ya son jóvenes universitarios, y en mis alumnos, también muchachos veinteañeros, que una y otra vez vuelven a la carga: ¿para qué votar? Eso ya nos habla de un primer dato que tenemos a la mano: los jóvenes no tienen claro si van a ir a votar ni –tampoco- por quién votarán. Pero ojo, no tienen claro por quién votar no porque haya muchas y muy buenas opciones, por el contrario, no encuentran un tipo político, en principio honesto, que tenga visión de estado, capacidad para resolver los problemas reales de la gente, talento para aglutinar a los mejores hombres y mujeres en un proyecto y en un grupo eficaz, y que, por ello mismo, brinde certeza del tipo de sociedad que vamos a construir.

 

En tal sentido, y dada la ausencia de ese tipo de hacer política es que, como país y como sociedad poblana, necesitamos construir día a día ciudadanía, es decir, ese espacio de la vida pública donde conjuguemos las libertades políticas, las responsabilidades que ello conlleva y la vocación personal o profesional para la promoción, generación, preservación y desarrollo del bien común.

 

Nuestro horizonte en este sentido es amplio y abierto y requiere de hombres y mujeres decididos que se apuesten por colaborar en esa tarea a efecto de que en los próximos años se sienten las bases de una nueva cultura política que enfrente y desmantele las prácticas de corrupción, impunidad y espíritu de mafia que suele darse en los ambientes de acción política. Necesitamos cambiar el alma y el rostro de Puebla para que sea, en verdad, un espacio de humanización mediante la convivencia pacífica, civilizada, solidaria y razonable de todos los que la integran, desde los que están por nacer, hasta los que están por morir de manera natural. Requerimos que Puebla sea la casa de todos los poblanos y de quienes quieran vivir y convivir en sus espacios de manera digna.

 

Vargas Llosa, el que vino a recordarnos algo que los propios mexicanos no lográbamos verbalizar: México es la dictadura perfecta, señala en dos de sus libros, La sociedad del espectáculo y Conversación en Princeton, que el fracaso de la política se debe a que en ella no hay gente decente.

 

La manera de mejorar la política es llevando a la gente decente –a la gente más preparada, a la gente más culta- a hacer política. (…) Para una persona honrada la política es una actividad muy mal pagada: se gana poco y hay siempre el riesgo de juicios que pueden venir después. Hay gente honrada, muy capaz y muy preparada que prefiere no hacer política por estas razones. Pero eso es terrible para un país porque si solamente los mediocres hacen política, los resultados serán también mediocres. (Conversación en Princeton. Con Rubén Gallo, Alfaguara, México, 2017, p. 192).

 

La iniciativa de Sumamos, encabezada por Enrique Cárdenas Sánchez, tiene esa pretensión para Puebla, sumar a gente decente y capaz para aspirar, en su momento, a los diversos cargos de elección popular que estarán en juego en el proceso electoral que ya está en marcha y que culminará el primer domingo de julio del año entrante. Es pertinente recordar que fue Cárdenas uno de los primeros en revisar minuciosamente los números de la inversión en infraestructura de varios estados de la república y en particular de Puebla: el hallazgo fue demoledor, no sólo por la magnitud de los recursos que se invirtieron, sino por la forma en que se estructuraron y que, a la postre, vinieron a generar una deuda que los poblanos estaremos pagando las próximas décadas. La pagarán la generación de nuestros hijos y la de los hijos de nuestros hijos. Cárdenas vino a poner el dedo en la llaga y a destapar la cloaca que ya olía pero que aún no se veía. Esto hay que reconocérselo.

 

Como lo sabe la opinión pública, en Puebla, otro de los disidentes de mayor peso, tanto por su oposición al grupo hegemónico que aun detenta el poder local, sin duda es Eduardo Rivera Pérez. Su proyecto, sus pretensiones, su movimiento, también denotan que está en otro tono y en otro lenguaje de hacer política, distinta del morenovallismo y sus secuaces. A mi modo de ver, se trata de un proyecto viable que puede tener la suficiente envergadura para convencer a la mayoría de los poblanos –y en especial a los jóvenes- de que se trata de un modo de hacer política revitalizador, decente, honesto, que busca resolver los problemas más acuciantes de Puebla.

 

Desde luego, hay que conocer y profundizar las propuestas de Miguel Barbosa y de MORENA, y constatar y verificar si, como dice él mismo, son distintas del grupo hegemónico.

 

Eso es la democracia, donde caben todos los puntos de vista, aun los minoritarios, precisamente para que de manera pacífica tengan también la posibilidad de, en algún momento, alcanzar la mayoría y, con ello, detentar el poder. Las mafias de poder y también las mafias ideológicas, esas que no aceptan ningún tipo de cuestionamientos ni autocríticas, porque creen que están justificadas por la verbalización de sus líderes, siempre serán obstáculos que también hay que vencer y convencer: Necesitamos la convicción común de que todos somos necesarios para construir una sociedad donde realicemos nuestro ser, nuestros talentos, y así poder dar lo mejor de nosotros mismos a los demás, en un clima pacífico, humano, digno de lo que somos y de lo que aspiramos a ser.

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Fidencio Aguilar Víquez

Es Doctor en Filosofía por la Universidad Panamericana. Autor de numerosos artículos especializados y periodísticos, así como de varios libros. Actualmente colabora en el Centro de Investigación Social Avanzada (CISAV).