No corro, no grito, no ayudo

  • Juan Manuel Aguirre
La solidaridad acaso se dio porque todos vivieron en primera persona el sismo. ¿Como robustecerla?

Se ha hablado muchísimo de solidaridad en estos días, al punto que ya empieza a caer en romanticismos. Bueno, no voy a mentir, ayudar y ver cómo otros ayudan con generosidad y creatividad me ha llenado de felicidad en el presente y esperanza en el futuro.

Sin embargo, me asaltan preguntas como, ¿qué hace que una desgracia de éstas movilice a tal cantidad de personas?, ¿por qué cada cuadra hay un centro de acopio y en cada estación de radio la gente manda mensajes de apoyo? Para un extranjero o para un ser de otro planeta, este podría parecer nuestro primer y único desastre natural desde 1985.

¿Y las inundaciones y las sequías?, ¿y los deslaves y los incendios? No lo digo para regañarnos diciendo que deberíamos hacer de estas actitudes una forma de vida (aunque sería más que deseable); mi pregunta es simple y llana ¿qué fue diferente?

Tengo dos hipótesis:

-- 1) Un sismo lo pueden sentir muchas personas en una amplia zona geográfica, y

-- 2) Las peores afectaciones sucedieron en la Ciudad de México.

De la primera hipótesis, mi intuición sugiere que la gente es más sensible a los problemas o fenómenos naturales que puede sentir en primera persona. Quien no siente lo que siente el otro no es empático y, como consecuencia, no siente la misma urgencia por ayudar. La acción solidaria de los ciudadanos de “a pie” desbordó porque muchos lo sintieron propio.

Por otro lado, el hecho de que el fenómeno haya tenido fuertes repercusiones en la capital es quizá una causa más poderosa pero sutil. Afecta en primera persona a la zona del país donde se concentran los negocios, medios de comunicación e instituciones más importantes del país. Los locutores sintieron cimbrarse la tierra durante sus emisiones, los banqueros temblaron en los pisos más altos de los rascacielos, y los empleados de las instituciones del gobierno federal corrieron por los pasillos para desalojar sus oficinas. Todos sintieron urgencia, alerta y necesidad de acción.

Cuando las personas que tienen autoridad en nuestro país sienten peligrar sus vidas y captan con sus sentidos el olor a gas de las tuberías rotas, la textura de los escombros bajo sus zapatos y escuchan los llantos de la gente en las calles, su preocupación y ánimo de ayudar logra impactar a un gran número de personas e influir en sus actitudes.

En este momento no podría estar más orgulloso de ser mexicano. Me salta el corazón escuchar las formas más variadas de apoyo y cómo en el desastre hemos podido acercarnos más unos a otros. Pero, todavía me asalta una pregunta, una que mi intuición aún no alcanza a responder ¿se puede repetir la fórmula en cada desastre o en cada situación de injusticia que se vive en nuestro país, una que nos haga empatizar a los “de a pie” y a quienes tienen el poder político, económico y moral de nuestra sociedad y nos haga actuar en consecuencia?

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Juan Manuel Aguirre

Es licenciado en Ciencias Políticas por la UPAEP y actualmente se desempeña como Director General de Más por México A.C. organización que co-fundó en 2013.

Ha sido profesor en educación media superior en diversas asignaturas del área de sociales, humanidades y administración. Y ha sido conferencista y panelista en diversas universidades y organizaciones sociales.

Ha tenido valiosas experiencias internacionales: en Ginebra, Suiza como voluntario con el IIMA en el marco del 21° Consejo de Derechos Humanos de la ONU; y en Kiev, Ucrania como profesor de cultura mexicana.