En México el suicidio ocupa la décima posición en las causas principales de mortandad,  con un aproximado de 6 mil 200 decesos, de los cuales  40.8 por ciento corresponde a jóvenes de 15 a 29 años, lo cual representa una cifra alarmante y preocupante a la vez.

Por esta razón, la OMS (Organización Mundial de la Salud) conmemora cada  10 de septiembre el día internacional del suicidio, para generar conciencia de aquellas personas que deciden tomar la decisión de quitarse la vida, y que más allá de ser un problema individual, es un problema que afecta a nivel social porque esta situación es resultado de una serie de factores económicos, políticos, sociales, emocionales en los que todos como sociedad estamos inmersos.

¿Pero qué se esta haciendo? o ¿qué estamos tomando como acción prioritaria? Más si  consideramos que los medios masivos y los medios electrónicos brindan a los jóvenes la oportunidad de una visión poco clara sobre la desilusión y la falta de sentido común.

Lamentablemente si se voltea ver no sólo el pasado del verano, donde se perdió el interés por el deporte sino en la cuantiosa forma de poder apasionarse y de alcanzar a tener nuevas figuras deportivas que alienten a la juventud a tener sueños, y aún más a hacer que el esfuerzo y la competitividad sean reto de poder tener una vida diferente y alcanzar el éxito.

No sólo aprendimos a desvalorizarnos, también aprendimos a perder el interés patrio, a olvidar el himno nacional; así como a dejar de sentir orgullo al ver cómo nuestra bandera se ondea en escenarios locales, nacionales e internacionales.

Igualmente,  dejamos en el olvido histórico que en los jóvenes  estaba el “futuro” y ahora los vemos sólo a través de términos como “nini” “millenial” o “generación z”, para referirnos a otro sector de la población, pero no como función de una solución y interés a corto plazo de lo que no estamos apoyando o ayudando; es decir, los vemos como un “algo” y no como “personas”.

Y considerando a otro factor aún más sensible que ataca a las personas para optar por el suicidio, ya no sólo por condicionantes de esquizofrenia, depresión y ansiedad; encontramos al factor económico que cada día desestabiliza las emociones del más templado y diestro.

La gran desfortuna se debe a que los que inciden más en esta acción son los varones, y los métodos son drásticos; mientras que en las mujeres el suicidio se llega a consumar hasta el tercer intento, ya que sus acciones para provocarlo son menos violentas.

¿Pero qué hacer?

Ante esta situación que como sociedad nos debe preocupar y alertar, por qué no pensar en la  integración familiar, la posibilidad de comunicación y calidad de tiempo.

Es verdad que los días son agotadores, pero siempre existe un buen momento para poder hacer y tener el tiempo necesario de estar atentos y compartir, sin tener que llegar a extremos de dañar el espacio.

Así que como dice el dicho

“Al ojo del amo, engorda el caballo”