México, un país mortal para el periodismo

  • Oscar Barrera Sánchez
.

Actualmente, pensar o pensarse en México es sinónimo de vivir en un Estado de excepción oculto por su gobierno, pero ejercido en todas sus dimensiones. Así lo es para toda la población. Sin embargo, hay algunos trabajos, oficios o labores que implican más riesgos que otros. Ser periodista en México se convierte en un riesgo permanente si se ejerce un periodismo comprometido con exponer las causas que evidencien las atrocidades, desapariciones forzadas, tortura y asesinatos, las redes de corrupción, los vínculos de los gobiernos con el crimen organizado, desde los ámbitos municipal, estatal o federal, prácticamente es convertirse en una diana y esperar disparos de los cuerpos policiacos, de los sicarios al servicio de la delincuencia o de los cuerpos militares. La necropolítica del gobierno federal y de los gobiernos de los estados es más que evidente.

Según la organización Reporteros sin fronteras, México sigue siendo uno de los países más peligrosos del mundo para los periodistas. En la última década han sido asesinados más de 80 periodistas y 17 han desaparecido. Con estos datos, el país, tan sólo en 2014, fue el sexto del mundo con más homicidios de periodistas, empatado con Afganistán y Filipinas en el ranking de 23 naciones que encabezan Siria, con 15 homicidios; los territorios palestinos, con siete; Ucrania, con seis, e Iraq y Libia, que reportan cuatro cada uno.

Asimismo, ciertos medios de comunicación frecuentemente son blanco de ataques armados y de amenazas, en especial en el norte del país. Asimismo, la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión de la Procuraduría General de la República (PGR) reporta que en últimos 15 años 103 periodistas fueron asesinados en México y 25 más están desaparecidos y, las entidades federativas donde más se da este delito son Veracruz, Tamaulipas y San Luis Potosí.

Estos datos no son nada benévolos para la labor de llevar información, analizarla y emitir juicios fundamentados que evidencien el mal funcionamiento que tienen las autoridades gubernamentales, así como los problemas económicos y sociales del país. Gobiernos federales tanto del Partido Acción Nacional (con Vicente Fox y Felipe Calderón) como el actual priista, de Enrique Peña Nieto, no han emprendido acción para frenar el homicidio de reporteros.

De igual manera, las entidades en las que se presentan más asesinatos de comunicadores son los que cuentan con gobiernos priistas, como lo es Veracruz, con Javier Duarte, quien tiene la obligación legal y moral de esclarecer el asesinato de 15 periodistas que han sido abatidos durante su gobierno y, recientemente, la muerte del fotoperiodista Rubén Espinosa y de la activista Nadia Vera, quienes denunciaron al gobierno de Veracruz constantemente.

El asesinato de periodistas, al igual que el de defensores de derechos humanos, activistas y sacerdotes se están convirtiendo en algunas de las principales violaciones de derechos humanos, sea por la presunta participación del Estado y sus agentes; por omisión, ya que son mínimos los resultados de las investigaciones para esclarecer estos asesinatos o amenazas (basta recordar el caso de Regina Martínez Pérez) o; por aquiescencia de las autoridades, al consentir estas prácticas. Tal parece que matar a opositores al gobierno se ha convertido en política de Estado y, más que quitarle el sueño a gobernadores, sus propias declaraciones evidencian el grado de fascismo con el que gobiernan.

México se convierte cada vez más en un Estado necropolítico, el cual viviendo un estado de excepción lo ha vuelto una normalidad, así gobiernos que se refieren o apelan de manera continua a la emergencia, y a una noción fantasmática de un enemigo, que no es más que un dispositivo para poder ejercer la violencia y el poder contra quien rechaza el uso legitimado de la fuerza pública, legal o ilegal.

Un gobierno, que se dice democrático, no puede ni debe acallar la opinión pública. El periodismo es un oficio fundamental para construir ciudadanía y que ésta cuente con las herramientas sustanciales para abrazar decisiones políticas y tomar posicionamientos en favor de la justicia. El periodismo no está para servir a ningún gobierno, para sonreírle a un gobernante, ni para ser amenazado o regañado por ellos. El periodismo tiene una labor más profunda: servir a quien nadie sirve; evidenciar trúhanes en el poder; revelar tiranías y tiranos; mostrar negocios turbios; sentir el dolor, el sufrimiento y el hambre de justicia de una persona, en lo individual, como el de un pueblo, en lo general.

México no quiere mártires, quiere seguridad para quien investiga y para quien ejerce el derecho humano a la libertad de expresión. Ojalá, los gobernantes, estatales y federal, puedan descansar cada noche por el resto de sus vidas, aun sabiendo que en sus mandatos se han asesinado a tantos periodistas como a los que ejercen su labor en medio de una guerra. Tal parece que el enemigo y la guerra son contra el periodismo o para qué el “pórtense bien”.

Picaporte

No, erradicar el hambre no corresponde a la sociedad, sino al gobierno, esa es función. Y, de nada sirve medirla muy bien, mejor elimínenla.

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Oscar Barrera Sánchez

Doctor en Ciencias Sociales y Políticas por la UIA. Comunicador y filósofo por la UNAM y teólogo por la UCLG.