Zumba-ndo con felicidad varsovia...

  • Alberto Pacheco Márquez
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Amigas y amigos, nuevamente permítanme saludarles con el gusto de siempre desde la majestuosa ciudad de Cracovia, para contarles una historia más sobre nuestros queridos paisanos que están cimbrando Polonia con su talento y dedicación, rompiendo paradigmas antes irrefutables y sobre todo, expresando la grandeza de México a través de sus increíbles actividades y talentos.

Ya después de un tiempo considerable viviendo en Polonia y acercándome a nuestros connacionales, encuentro algunos puntos adónde se cruzan las historias, adónde converge el porqué del todo, puntos en común que nos unen más como minoría. Y es que al parecer hay dos cosas que nos vuelven accesibles al cambio, por más brusco que parezca, en efecto; la necesidad y el amor, por ellos todo y contra todo.

Hoy les hablaré de una joven y talentosa mujer, originaria del estado de Morelos y que a través del ritmo único que los latinos llevamos en la sangre, no solo coadyuva a promover la salud de las personas, sino también una más de las tantas expresiones culturales de nuestro bello país, la música regional.

Con casi 6 años viviendo en Varsovia Polonia, Naxiheli Ortiz nos cuenta sobre su vida y sus pasiones, de lo que ha sido este tiempo entre el proceso de adaptación, la familia y el trabajo “Viví varios años en Canadá antes de Polonia, pero aun con esa experiencia fuera de México, el inicio aquí fue realmente duro, inviernos sumamente grises, gente poco amable o al menos no tan amena como lo es en América, un lenguaje tan complejo y la impotencia de no poder expresar mucho de lo que quería gritar”.

Sin embargo, llegar a un estado de plenitud jamás es sencillo, es un arduo proceso en el que debemos emanciparnos de la zona de confort y enfrentar retos poco amigables, situaciones inimaginables y aprender de cada paso en falso, de cada caída y estar conscientes de que por más dura que sea la tormenta, el sol siempre está ahí esperando paciente.

Durante la mayor parte de este tiempo en Polonia, Naxiheli se dedicó de tiempo completo a su hogar, casada ya desde hace más de 7 años con un polaco y con una pequeña niña, todo en torno a ella era la familia, educar a su hija que hoy, a sus cortos 4 años, habla 3 idiomas y adaptarse día a día a una dinámica social que no siempre la trató con suavidad.

“Era muy difícil ver la mirada de algunas personas, escuchar como murmuraban y yo sin poder decir nada” y no hablamos de racismo, sino tan solo del resultado de la apertura de una nación, que hace tan solo menos de 30 años se abrió al mundo y en el que sobre todo, la gente mayor aún ve con recelo la globalización cultural y hasta racial que Polonia vive hoy en día.

La escuela de lenguas fue un gran apoyo para ella, ya que le brindó la oportunidad de empezar a interactuar con otras personas con similares condiciones, lejos de sus países de origen, que llegaron a Polonia por trabajo o por haber contraído matrimonio y es así entonces, que todo empieza a acomodarse para Naxiheli.

“En la escuela conocí gente con la que empecé a hacer amistad, a compartir y departir, entonces te das cuenta que después de todo no estás tan sola o no eres la única adaptándose a tan compleja sociedad”

Al paso del tiempo y con la posibilidad que le brinda ahora el que su pequeña sea un poco más independiente, es que Naxiheli decide emprender su propio proyecto, impulsada por su pasión por el deporte y el baile, ella decide abrir sus clases de zumba latina “En Polonia la zumba es demasiado cuadrada, acorde por supuesto al carácter de las personas, por lo que vi una gran oportunidad de transmitir el verdadero sabor de la zumba latina y dar un toque muy particular alternando con ritmos como la banda y la cumbia mexicana”

Comenzó a promoverse a través de un grupo de mamás internacionales, adónde rápidamente se ganó el gusto de las mismas, pues encontraron en la propuesta de Naxiheli una manera divertida y diferente de ponerse en forma, con sonidos y ritmos netamente latinos y con coreografías que solo una latina podría impartir.

Aunado a esto, también imparte clases para 2 embajadas y en las que hasta un par de varones asisten a tomar su clase, que con su carácter y carisma natural, genera un ambiente sin igual.

En Polonia el cuidado de la salud a través de sus muchas formas, es uno de los segmentos con mayor crecimiento, en el que las propuestas abundan, pero adónde unas se van y muy pocas permean, adónde el consumidor polaco no solo busca satisfacer sus necesidades, sino también calidad en sus opciones y aquí es adónde sin duda Naxiheli tiene ese plus, de ofrecer una alternativa multicultural y alegre, puesto que con ella, las personas no solo se ejercitan, sino también son parte de un proceso de compartir y sentir la felicidad que emana de nuestros ritmos.

Por ahora es tan solo el comienzo de una promisoria carrera, pero un comienzo que ya hace eco y que con mérito propio se posiciona entre el público polaco y no polaco, es un comienzo que seguramente seguirá plasmando el sello mexicano en cada persona que asista a tan prendidas clases a puro ritmo de felicidad.

Al hablar de los mexicanos que coincidimos aquí, Naxiheli ve una Polonia adónde la minoría de mexicanos hagamos equipo, promovamos nuestra cultura y saquemos adelante ideas, ve a una minoría integrada, participativa, y otro de sus anhelos es que pronto tengamos un centro cultural mexicano en Polonia, que sea punto de reunión, colaboración y expresión de los talentos mexicanos que hoy por hoy en Polonia hacen sus vidas.

En otro contexto y a pregunta expresa sobre la situación de nuestro País y comparándola con Polonia, Naxiheli es franca “Nuestro país es maravilloso, pero por desgracia, para formar a mi familia, Polonia ofrece una situación muy superior a la de México, aquí aunque con las reservas pertinentes, no vives con la angustia que en México sí, por supuesto debo cuidar a mi nena, pero no con las preocupaciones que en nuestro país tenemos”. 

A pesar de lo anterior, Naxiheli al igual que quien esto escribe, confía en que pronto nuestro México emprenda una revolución, no con armas, sino de conciencia, en la que dejemos de preocuparnos y exigir más a un equipo de futbol, que a quienes nos gobiernan, en la que la bandera no sea la de una corriente política, sino la de la comunión de las diferencias, enfocadas hacia un objetivo común, una revolución que nuevamente nos de patria a todos sin exclusiones y si con muchas ilusiones.

Amigos y amigas, hemos llegado al final de una historia más, una historia más que refleja nuestro carácter único, algo que solo los mexicanos podemos hacer, enfrentar toda adversidad con júbilo y optimismo. Me despido y nos vemos cuando nos leamos.

Muchas gracias…

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Alberto Pacheco Márquez

Especialista en Desarrollo Regional y Gestión de Inversión Extranjera y Conferencista. Se desempeñó en el sector público y privado en México como en el extranjero. Dedicado a la vinculación entre México y Polonia