Medios de comunicación de masas y redes sociales

  • Vitaliano Torrico

¡Mi periódico pierde rumbo! Exclama Jesús Silva-Herzog M.: es la conclusión de “una crítica” –título de su artículo- al periódico. Sí, a “los diarios tradicionales, –descritos como- esos productos del siglo XVII, hechos de papel barato y regidos por el ciclo estricto de los días.”(Reforma 25-11-13)

¿De dónde saltan tales sentencias? Con ánimo exaltado ¡exclama!: “el diario londinense The guardian anunció sus planes para transformarse radicalmente. Saltaría a la modernidad, dejaría la tinta y el papel y se escribiría íntegramente en tuits.”(Idem) Y es su anunciante: “seremos –dice- el primer diario publicado totalmente en tuits, anunciaba con orgullo. Ya basta de rrollos, decían los editores: ninguna información necesita más de 140 caracteres. Era una broma del día de inocentes, pero algo decía: asfixiar la palabra y expandir la imagen es la obsesión del momento. El lugar común es que una imagen vale más que mil palabras. Las ideas estorban, bastan las frases.”(Idem)

Tal “mexicanización” del anuncio es, con mucho, un tour de force. Si el propósito era “una crítica” al periódico, más bien manifiesta su alineamiento a las redes sociales: al, tuits, fecebooks y toda esa proliferación de formatos por los que los internautas se comunican. Desde ahí sostiene una abierta confrontación con los mass media. Y para combatirlos labra armas perfiladas en sentencias lapidarias. De ahí eclosiona el que “los periódicos están en crisis y el mío la encara mal. Entiendo –o creo entender- el desafío que la tecnología le lanza a los diarios tradicionales, esos…”(Idem)

La crítica en ciernes adquiere, entonces, contornos de victoria sobre el diario tradicional. Con esa posición Jesús Silva-Herzog asume la potestad de juez sancionador de la bondad de la tecnología y la desgracia del periódico. Y su dictamen es tal que, de pronto, cobra la facultad de instalar a la humanidad en la nueva realidad: “La revolución de las comunicaciones ha sido muy buena para la libertad de expresión pero despiadada con la prensa.”(Idem)

Y ¿dónde se operó semejante revolución? “La gente, dice, es bombardeada cotidianamente por información. Todo el tiempo reciben en la palma de su mano avisos de lo que sucede aquí y en cualquier parte. Así se entera de lo que sucede en su barrio y en el mundo, la cartelera del cine y los resultados del futbol. No tiene que esperar a la mañana siguiente para enterarse de lo que sucedió la tarde anterior. ¿Dónde se coloca la antigualla de la tinta y el papel en esta profusión de noticias?”(Idem) Lo peor de esto no es que así acontezca en la realidad, sino su conformidad con la suerte del periódico; ante la superioridad de la tecnología su arcaísmo le sirve para eliminar su espacio en la sociedad ultra-moderna. Y en la entraña de esta exaltada apología de la tecnología deposita la naturaleza de la libertad de expresión. De modo que el asombroso despliegue de tal modernidad lo anonada hasta exudar; tanto que para su cuestionamiento él mismo apenas logra un ensayo. Pues “la respuesta no es fácil, dice. No creo que haya nadie que tenga la respuesta a esta inesperada crisis de los periódicos.”(Idem)

Pero Jesús Silva-Herzog tiene que despertar de semejante sueño. Y la realidad lo regresa a su columna que regularmente escribe para el Periódico; entonces tiene que ejecutar otro tour de forcé para recuperarlo de su inesperada crisis.  La suerte inesperada de otro periódico lo hace –otra vez- su anunciante: “Es interesante, dice, que al rescate del Washington Post haya entrado el hombre que rehízo la industria del libro… ¿Reinventará el periodismo? Lo que le ha dicho a los empleados del diario parece sensato. Los valores del periódico, no debe cambiar con el dueño… Lo que importa preservar, escribía Jeff Bezos, es la valentía que debe marcar la vida de un periódico. Valentía para resistir la presión de publicar y hacerlo solamente cuando la historia esté bien fundada. Valentía para seguir la información independiente de las consecuencias. El periodismo tendrá que adaptarse a los cambios; emplear todas las herramientas tecnológicas. Pero tiene el deber de preservar su sitio como el instrumento que le ayuda a una sociedad a distinguir lo importante de lo trivial, la verdad del rumor, los hechos de la opinión.”(Idem)

Apoyándose en tal fundamento el eminente periodista(sic) configura de nuevo el sistema de información que la revolución tecnológica ya había inaugurado, donde “el periódico se ha vuelto, cada vez menos, fuente de información. Cuando el diario llega por la mañana a la casa, conocemos ya buena parte de lo que el diario informa. Eso no quiere decir que su función sea ya irrelevante o que sea la que dicta la moda: imperio de la imagen, culto al escándalo, glotonería del chisme. Por el contrario, el cambio abre un nuevo espacio para el rigor y la profundidad que los ‘nuevos medios’ suelen despreciar.”(Idem)

Con tal epopeya se reviste de gladiador que ristre en mano a de separar el trigo de la cizaña. Así abre cauce al motivo por el que condena a “su” periódico. En el marco de su nuevo sistema de información lanza su solemne “creo que la peor tentación es confundirse con la oferta del nuevo jugador, subordinarse a su código estético, a su ritmo, a sus apetitos. Hace unas cuantas semanas, le pareció a Reforma que una de las noticias más importantes del planeta era que el viento le había levantado la falda a Salma Hayek. “Hace el viento travesuras a Salma.” La información resultaba tan relevante que recibía el homenaje de la portada –no de sección de espectáculos, la primera plana. Podría llegar a entender que un estudiante de preparatoria pusiera esa fotografía en su muro de Facebook. Sería igualmente una tontería, sí, pero una tontería entendible por las puerilidades de la edad. Pero… ¿un diario nacional? ¿En primera plana?”(Idem)

De pronto la batalla adquiere contornos de lamento. ¡Eh aquí el motivo de “una crítica”! “parece que mi periódico se dispone a abrirle más espacio al trasero de las famosas… que al reportaje largo y cuidado, al periodismo serio y confiable, a las notas escritas con respeto por el lenguaje, la gente. Trepándose a la moda de las imágenes, deshaciéndose de colaboraciones inteligentes, destrozando cualquier sentido de prioridad, desprendiéndose de un suplemento cultural delgadísimo pero siempre pertinente, entregándose como nunca a la frivolidad, mi periódico pierde rumbo…”(ídem)

¡El lamento no tiene eco! Esto porque, tal vez, no advierte que el periódico es mercancía; que hoy tiene que ser vendido para salir al día siguiente. Y puesto a punto del comprador; es decir, que ha subordinado al público a su código estético; y, aún más, al que pretende subvertir su función con “una crítica”. Es lo que acontece hoy, después de que toda “una crítica” predica en el desierto. Y es que así sólo reproduce…

Hace poco tiempo se desarrolló un evento internacional sobre el “Estado de los medios y el periodismo”, organizado por el CIDE y el Colegio de México, “el thinkthank por excelencia de la élite académica nacional”, dice el director del periódico Cambio, del cual declara formar parte. Su propósito según este nigromante “es abrir un debate amplio entre profesionales de la información, especialistas y personas interesadas en los medios de comunicación sobre los desafíos que enfrenta el oficio (de periodista) en la era digital y de las redes sociales”(Cambio 31-10-13)

vtorricop@yahoo.com.mx

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