¿Es la autoestima un asunto público?

  • Víctor Reynoso

Un país que lograra que sus ciudadanos tuvieran una muy buena autoestima resolvería muchos problemas. Disminuirían conflictos de todo tipo. Se incrementaría notablemente la productividad. Por lo tanto también la competitividad, entendida como la capacidad de ser competente para resolver problemas y realizar objetivos. Pero parece ridículo simplemente plantear la pregunta si se trata de un asunto público.

De hecho lo es en algunos países. Kristin Neff, investigadora de la Universidad de Texas en Austin ha investigado el tema. Considera que la búsqueda de una alta autoestima ha llegado a ser en Estados Unidos una especie de religión, y una religión tiránica. Y con resultados contrarios a los buscados, debido al método con que se busca: situarse por encima del promedio.

Un método que tiene varios inconvenientes. El primer es estadístico: por definición, no todos podemos estar por encima del promedio al mismo tiempo y en el mismo asunto. Podemos ir buscando asuntos en los sí estemos por encima de la media estadística, pero puede resultar una búsqueda ridícula e infructuosa. Además de inestable, en el caso de que logremos situarnos por encima de los demás: puede haber cambios que nos quiten esa posición.

Otro inconveniente grave de ese método es que nos lleva a ver a los demás como amenaza. Si el que yo me estime o no a mí mismo depende de compararme con los demás, mi relación con ellos puede llegar a ser muy mala. Para sentirme más que ellos tengo dos caminos: o elevarme por encima de su valor, o ponerlos por debajo del mío. Una buena vía para el conflicto, para la destrucción de las relaciones humanas, del capital social. Neff dice que buena parte del bullying se puede explicar por este intento de tener autoestima elevándose por encima del promedio: rebajamos al otro y nos sentimos bien.

Todo lo cual recuerda al cuento de Blanca Nieves. El método de estar por encima de la media nos puede llevar a miramos al espejo y a preguntarle “espejito, ¿verdad que estoy por encima del promedio?” Tarde o temprano el espejo no dirá que no, que hay gente por encima de nosotros. Y entonces viene el remedio, la manzana envenenada para el que nos ha echado a perder la fiesta.

En un país donde los jóvenes llegan a la universidad sin las necesarias habilidades de lectura y escritura, para no mencionar las matemáticas, puede sonar ridículo pensar en temas como éste. Pero puede que sea tanto. Una buena autoestima mejoraría las capacidades de aprendizaje de los alumnos, en todos los niveles.

Y habría que empezar desde luego con los maestros. El discurso reciente sobre la mala calidad de la educación en México, las actitudes casi vandálicas de algunos gremios de educadores, la evidencia de que las plazas se heredan a personas sin la menor vocación o capacidad para educar, para no hablar de la situación de quien fuera su líder, Elba Esther Gordillo, han puesto a los maestros, sobre todo a los de las escuelas públicas, en cuestión. Su prestigio como profesionales de la educación está muy golpeado. Su autoestima, al parecer, muy mermada.

El asunto no se va a resolver con mercadotecnia, ni resolviendo los problemas sindicales. Es una cuestión de educación, que finalmente es una cuestión de personas, de individuos. De relaciones cara a cara. Pero parece ser un asunto muy difícil de ver, incluso políticamente incorrecto. ¿Cómo te preocupas por la autoestima en un país donde la gente no tiene que comer, y donde muchos son analfabetas funcionales, o analfabetas a secas? Pero quizá valga la pena al menos empezar a pensar en la cuestión.

Profesor investigador de la UDLAP

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Víctor Reynoso

El profesor universitario en la Universidad de las Américas - Puebla. Es licenciado en sociología por la UNAM y doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología por El Colegio de México.