Inflación de la Ley

  • Horacio Cano Vargas

La multitud de leyes frecuentemente presta excusas a los vicios.”

René Descartes

En nuestros días es muy común escuchar a nuestros gobernantes en turno presumir las reformas o adiciones al marco normativo. Ahí tenemos al ejecutivo federal, parecería ser que lo único importante para la administración del presidente Peña es realizar lo necesario para que las distintas reformas (energética, política, educativa, hacendaria, etc.) a la Constitución y demás ordenamientos jurídicos puedan ser una realidad, como si eso significara que automáticamente existirán mejores condiciones de vida para los mexicanos. Si bien es necesaria la creación de nuevas normas, pues el derecho, concebido como el conjunto de normas, por naturaleza es dinámico y debe de estar en constante cambio, no debe de ser la principal forma de solucionar los asuntos públicos. 

 

Nuestros gobiernos se han convertido en maquinas de hacer leyes. El ejecutivo federal y muchos ejecutivos de los estados, siguen tomándose muy en serio la facultad legislativa que les otorgan las Constituciones Locales o la misma Carta Magna, según sea el caso, de enviar iniciativas al órgano legislativo respectivo. Parecería ser que la única forma de resolver conflictos es haciendo leyes. La tentación de aumentar nuestro cada vez más grande compendio normativo es fuerte para cualquier político. La efectividad de las nuevas leyes, generalmente es débil para los ciudadanos.   

Intentar acabar con la delincuencia aumentando las penas o creando nuevos supuestos delictivos con el fin de agradar a algún sector de la sociedad es la expresión más conspicua del populismo normativo y una de las causas de su inflación. Ejemplos como el “femenicidio” o “70 años de prisión para secuestradores” son políticas criminales totalmente infructuosas. Está comprobado que un Estado con mayores penas en su marco normativo, no es un estado con menores índices de inseguridad pero sí con menos libertades.

La tentación de algunos gobernantes nos ha llevado a varios absurdos, como el intentar cambiar lo que las cosas son al  publicarlo en un periódico oficial o en el Diario Oficial de la Federación. Casos como el “matrimonio entre personas del mismo sexo” donde se confunde la esencia de lo que es, o la legislación abortista del DF que afirma que un concebido antes de las doce semanas no es persona. Pero estas leyes ¿En realidad sirven? ¿Proteges a las mujeres permitiéndoles abortar? ¿Das mayores derechos a los homosexuales dejándolos casarse? Mis respuestas ya las he expuesto en meses pasados.

Vivimos una hyper-inflación jurídica. Parecería que las leyes valen cada vez menos. Existe la percepción de que los supuestos de las normas no se cumplen, pues la autoridad no las cumple ni las hace cumplir. Parecería que las consecuencias del fenómeno inflacionario en términos monetarios, son iguales a las que hoy  sufre la voluntad general expresada en ley,  nuestras normas cada día valen menos.

Es tiempo de replantear la necesidad de la creación de nuevas leyes o el impulso de nuevas reformas y adiciones en el marco normativo. Quizá la solución es replantear la forma de hacer las cosas. Parafraseando a Chesterton, las ideologías no pueden ser malas,  por ejemplo: la idea de la sociedad feudal no fracasó por la idea misma, fracasó en algún momento por culpa de las personas que llevaron a cabo esa idea. ¿No será mejor analizar y mejorar la forma en que implementamos esos ideales puestos en las normas antes de modificarlas o hacer más?  

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Horacio Cano Vargas

Licenciado en Derecho por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, cuenta con estudios de Maestría en Derecho Constitucional y Amparo por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Se ha desempeñado en el campo profesional como abogado postulante, docente, funcionario público en el Municipio de Puebla y Director del Comité Pro-Construcción del Santuario Diocesano Guadalupano de la Arquidiócesis de Puebla.