Viejas crónicas y nuevas luces sobre la matanza de Huitzilac

  • Atilio Peralta Merino

En los días que corren cumple un año la publicación del volumen “La Sombra del Senador  y otros ensayos”, con textos de la autoría  de quién esto escribe.

“La Sombra del Senador” ensayo que da el título central al volumen en cuestión, versa sobre el Colegio Electoral del año de 1970 en el que se calificara la validez de la jornada electoral en la que don  Martín Luis Guzmán resultó electo al Senado de la República.

Resulta obvio por demás, que en un  ensayo en el que se ventila la  elegibilidad  del contendiente en cuestión,  tendría que haber una constante referencia  a su obra cumbre : “La Sombra del Caudillo”; toda vez que la misma habría sido escrita, precisamente, durante la estadía de su autor en España, y la respectiva discusión del Colegio Electoral se centro en la eventual inelegibilidad de Martín Luis Guzmán al cargo ante  el hecho de que habíase naturalizado  español y servido como secretario de don Manuel Hazaña sin la previa aprobación del Congreso General.

La trama de la novela “La Sombra del Caudillo”, se inspira en la matanza de la que fuera víctima el aspirante a la Presidencia de la República, General Francisco J. Serrano,  y  los integrantes  de su comitiva en  octubre de 1927 en  Huitzilac.

 En fechas recientes, gracias a la gentileza y amabilidad de uno de los grandes mexicanos de nuestros  tiempos como lo es don Humberto Hernández Haddad,  tuve el inmenso placer de tener en mis manos la crónica escrita por el único sobreviviente de los sucesos acaecidos en el paraje conocido como  “Trés Marías”

En 1939 la revista “Hoy” fundada por Piñón Sandoval y a la sazón dirigida por don Regino Hernández Llergo,  el último periodista que entrevistara  a Villa, tuvo a bien publicar la extremecedora crónica  de Francisco J. Santamaría.

El  filólogo ,   autor del  muy autorizado “Diccionario de Mexicanismos”, logró  su “célebre escapatoria de la Tragedia de Cuernavaca en 1927”,- según reza el título del volumen que el propio autor editara recopilando la crónica de su autoría escrita para la revista “Hoy”-,  por el simple de hecho de que  se colocó repentinamente  un sombrero y una gabardina sobre los hombres, mientras que, uno de los integrantes de la comitiva, Rafael Martínez de Escobar, se enfrascaba en una discusión con el oficial Fernández de Escobar,  uno de los responsables de la captura y  que, a mayor abundamiento,  resultaba estar emparentado con el  detenido.

El súbito cambio de apariencia con la colocación rápida del sombrero y la gabardina,  aunado a la discusión entre parientes, uno de los cuales sería brutalmente asesinado horas después de haberse verificado el incidente en cuestión,  ejerció un efecto distractor contundente sobre el soldado que debía guardar por la custodia de Santamaría lo que permitió su escapatoria de la muerte que , al parecer, ese día no le aguardaba a él en el kilómetro 48 de la carretera México-Cuernavaca.

El Padre Brawn,  célebre sabueso  creado por el genio de G.K. Chesterton, y  que, en sus pesquisas criminalísticas, se abocara  menos a esclarecer las responsabilidades penales del infractor  que a encontrar la salvación trascendente de su  alma, protagoniza una historia en la que, el misterio estriba, precisamente, en la invisibilidad del eventual perpetrante de la conducta delictiva, toda vez al afectado le resulta socialmente irrelevante, como acaso lo sería en aquel momento Francisco J. Santamaría,  condenado de antemano a la ejecución extrajudicial en compañía de los demás integrantes de la comitiva del General Serrano.

Muchos habrá que reflexionar en relación al grave testimonio que nos legara don Francisco Santamaría respecto a uno de los sucesos  claves y fundamentales de nuestra historia política, como lo es a no dudarse la “Matanza de Huitzilac” y que a llegado a mis manos gracias a la inmensa generosidad de Humberto Hernández Haddad  que agradezco en todo lo que vale.

sandrini2006@hotmail.com

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Atilio Peralta Merino

De formación jesuita, Abogado por la Escuela Libre de Derecho.

Compañero editorial de Pedro Angel Palou.
Colaborador cercano de José Ángel Conchello y Humberto Hernández Haddad y del constitucionalista Elisur Artega Nava