Casa de traiciones

  • Marcela Jiménez Avendaño


“El poder real es económico,

entonces no tiene sentido hablar de democracia”.

José Saramago

 

Este es el nombre en español de la serie original de Netflix, “House of Cards” que fue transmitida exclusivamente por internet desde febrero pasado y que ahora, su primera temporada se encuentra a la venta y la segunda en rodaje. Fue un gran amigo quien me enteró de la misma y he de confesar que me he vuelto fan.

Durante estos más de 20 años involucrada en labores políticas, de gobierno y partidistas he sido parte de al menos tres grupos y quiero decirle, querido lector, que lo que esta serie sugiere es absolutamente parecida con la realidad no solo de los juegos tras el poder en Washington sino en el de la mayoría de los países, que como el nuestro, vivimos bajo un régimen democrático.

Aunque la democracia no sirva más que como lo dijera el escritor argentino Arturo Jaurethce: “Mientras en los países totalitarios el pueblo es un esclavo sin voz ni voto, en los "democráticos" es un paralítico con la ilusión de la libertad al que las pandillas financieras usurpan la voluntad hablando de sus mandatos”.

Y es bajo este precepto que la serie se vuelve realmente interesante pues plasma como, por lo general, toda escándalo sobre el pasado, fechorías, corrupción, infidelidades, etc., de cualquier político que contribuye a su debacle proviene de las filtraciones hechas por otro, ya sea porque dejó de ser útil a los intereses que ahí lo llevaron, porque su caída sirve para la promoción de otros, porque sabe demasiado, porque no se presta a ser títere y estorba, y en conclusión porque es un peón más que abre el camino para las otra fichas que tienen más peso.

El papel que juegan los medios de comunicación masiva y ahora el uso de las redes sociales para estos propósitos también se va ahí reflejado; lo mismo que la búsqueda de aliados y cómplices débiles que presentan algún tipo de adicción lo que los hace vulnerables, maleables y sujetos de chantaje; información y ascensos a cambio de favores sexuales;  el relevante papel de los hombres del dinero que compran favores políticos y comprometen su apoyo electoral.

En ese mundo no puedes confiar en nadie y no puedes subestimar a nadie por lo que el dicho popular “nunca confíes en el amor de una prostituta, la discreción de un periodista o la amistad de un político” es más que cierta.

Ese mundo de intrigas, corrupción, sexo, drogas, alcohol, homosexualidad usada como mecanismo de dominación y poder, asesinatos, en donde los enanos crecen, las deslealtades e infidelidades son la constante, de traiciones y mentiras, y de cualquier otro tipo de bajezas es sobre el que se sostiene nuestras frágil democracia. Sin embargo como bien lo dijo Churchill “la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás”.

 

Nos leemos la próxima semana…..

 

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Marcela Jiménez Avendaño

Licenciada en Relaciones Internacionales. En proceso de titulación para la Maestría en PNL e Inteligencia Emocional. Ocupó diversos cargos en el PRI (CEN) en las precampañas y campañas en 2000 y 2006