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Reseña | Cine: ¡Que Viva México!

  • Gilberto De Lara García
Las obsesiones de Luis Estrada respecto a los perpetuos modos del sistema político mexicano y sus arraigados vicios en su nueva cinta
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Quizá la influencia del cine populachero que hizo su padre en los ochenta, o la experiencia de haber asistido a Felipe Cazals y Arturo Ripstein, definieron las obsesiones de Luis Estrada respecto a los perpetuos modos del sistema político mexicano y sus arraigados vicios, que se mezclan en un mismo caldo pestilente con las conductas de la sociedad mexicana.

En esa línea, ¡Que Viva México! (2023), la nueva sátira política del hijo de José “El Perro” Estrada, forma parte de la saga fílmica que el realizador comenzó a construir a finales del siglo XX y plasma la vida nacional desde los regímenes priistas más decadentes, pasando por el fiasco panista hasta los días de un gobierno de izquierda.

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Incorpora en el protagónico a un personaje diferente a los que habíamos visto en “La Ley de Herodes” (1999), “El Infierno” (2010) y “La Dictadura Perfecta” (2014), Pancho, el Ing. Reyes (Alfonso Herrera), aspirante a capitán empresarial que todos los días se esfuerza por correr a más trabajadores para satisfacer al despreciable patrón Jaime Sampaolo (José Sefami) y a la vez mantener el tren de vida de Mari (Ana de la Reguera), la engreída esposa.

Contada a partir de premonitorias pesadillas que acechan a Pancho, la historia arranca con la onírica irrupción de un par de agresivos “sombrerudos” en casa de este durante una exclusiva cena que ofrece al guarro de su jefe, don Jaime. Más cercana a un sketch televisivo, se advierte que es la primera de una serie de secuencias atiborradas de clichés y carentes de ingenio. Las altas expectativas creadas en torno a la cinta, la más exacerbada y larguísima de la serie, resultaran algo similar al efímero ciclo de vida de un globo de Cantoya.

Vencido por la curiosidad, la ambición y sin importarle las adversidades que encontrará, Pancho decide atender el llamado de Rosendo (Damián Alcázar), el empobrecido padre que no ve hace veinte años, para conocer la última voluntad del recién fallecido abuelo Pancho (Joaquín Cosío). El regreso a su tierra natal, “La Prosperidad”, muy parecida a aquel “San Pedro de los Saguaros”, ruinoso pueblo de “La Ley de Herodes”, irá mucho más allá de recibir una desconocida herencia, definirá para siempre su vida.

En camioneta de lujo y cargando hasta con la sirvienta, Pancho y familia, después de interminables caminos en medio del desierto, son recibidos por el incontable clan de los Reyes, una suerte de “La corte de los Milagros” regional, que va desde la hermana santurrona, la abuela arpía, el cuñado aspirante a narco hasta el hermano travesti. La envidia y desconfianza que representa Pancho el fuereño, puesto que fue el consentido del enigmático abuelo, son evidentes en toda la parentela, que aun así lo recibe con tremendo fiestón.

Desafortunadamente, la eficacia de los ingredientes utilizados por el director y su coguionista habitual, Jaime Sampietro, en “La Ley de Herodes” y “El Infierno”, en esta ocasión han perdido frescura, salvo por algunos momentos de hilaridad que parecieran misóginos o de incorrección política. El encuentro entre ricos y pobres –en un contraste maniqueo de lo citadino y lo rural- que pretende provocar la carcajada espontánea, apenas se esboza o de plano, no llega. Como muestra, la escena en la que Mari regala a la suegra un perfume Chanel No. 5 y a Rosendo una corbata Hermès, resulta francamente simplona. 

¡Que Viva México!, ante la supuesta amenaza de censura y el nulo apoyo gubernamental, al más puro estilo del priismo clásico: “No pago para que me peguen”, ha propiciado el comprensible, aunque ingenuo “encabronamiento” de Luis Estrada que no ha perdido oportunidad para denunciar esta situación y polemizar con el Presidente.

Repleta de juergas amenizadas por un fastidioso mariachi, el Pancho de marras deberá enfrentar infinidad de contratiempos para recibir y resguardar la codiciada herencia del abuelo caprichoso. Todo se halla aderezado por prolongadas y absurdas situaciones: el repentino “olvido” del sitio del tesoro escondido, el flechazo amoroso recibido por Lupita, la sirvienta (Sonia Couoh), por parte del retrasado mental Rosendito (Joaquín Cosío) que se convierte en compromiso de casorio y la estrepitosa “reubicación laboral” que el derrotado Pancho deberá aceptar para continuar en la fábrica del “generoso” don Jaime.

En  favor del relato, el dominio del género le permite a Damián Alcázar solventar la caracterización de los tres hermanos Reyes, en sus sendos personajes abigarrados: el ya referido Rosendo, taimado lidercillo de la turba familiar, el lascivo cura Ambrosio, acosador de menores que oculta su mezquindad bajo el ropaje eclesiástico y Reginoel eterno político corrupto que ya vimos en “La Ley de Herodes” y en “La Dictadura Perfecta”, todopoderoso presidente municipal de La Prosperidad que pregona los mandamientos de la 4T, pero es capaz de todas las transas posibles.

En el propio coctel, no falta el ramplón adorno escatológico, el señalamiento de los abusos y depredación de las mineras extranjeras y la facilona alusión al clasismo y polarización social imperante.

Bajo la premisa de que en la sátira política todo exceso cabe, ¡Que Viva México! o, mejor dicho, “Todo en todas partes y al mismo tiempo”, destaca por la ambiciosa producción y trabajo de sus protagonistas, no obstante, son insuficientes ante el agotamiento del estilo y la carencia de sustancia. Los burdos alegatos de las redes sociales y la reiteración de la nota periodística trasladados al cine privan al filme de la disrupción y profundidad crítica.

Después de diferencias entre Luis Estrada y Netflix, respecto a la distribución y tiempos de exhibición, el productor y director compró los derechos de la cinta a la compañía de streaming para que esta se exhibiera mayor tiempo en salas comerciales.

Desde hace unos días, ¡Que Viva México! ya se encuentra disponible en la plataforma, por cierto, sin anuncios espectaculares.

“La Ley de Herodes” captó atinadamente las peculiaridades de la corrupción del PRI y desnudó con acidez sus gobiernos de setenta años, en cambio, los burdos recursos de ¡Que Viva México! para juzgar la cerrazón y flaquezas de la presente administración, no alcanzan el nivel artístico de aquella, además la inmediatez de las acciones juzgadas impide situarla en esa circunstancia que da el paso del tiempo.

La nueva fábula satírica de Luis Estrada no pone de rodillas al actual régimen ni será su radiografía más fiel, es una visión de los tiempos que hoy vivimos, que propone el debate; si queremos hacerlo, acerquémonos a la apuesta que lanza su autor.

Ficha Técnica

  • Título original: ¡Que Viva México!
  • Año:  2023
  • Duración:  191 min.
  • País:  México
  • Dirección: Luis Estrada
  • Guion:  Luis Estrada y Jaime Sampietro
  • Música:  Nacho Mastretta
  • Fotografía:  Alberto Anaya
  • Diseño de Producción: Salvador Parra
  • Edición:  Mariana Rodríguez
  • Reparto:  Damián Alcázar (Rosendo, Ambrosio, Regino)
  • Alfonso Herrera (Pancho)
  • Joaquín Cosío (Abuelo, Rosendito, Reginito)
  • Ana Martín (Dolores)
  • Ana de la Reguera (Mari)
  • Angelina Peláez (Abuela)
  • Enrique Arreola (Cruz)
  • Sonia Couoh (Lupita)
  • Mayra Hermosillo (Gloria)
  • Fermín Martínez (Lupe)
  • Luis Fernando Peña (Hilario)
  • Cuauhtli Jiménez (Jacinta)
  • José Sefami (Jaime Sampaolo)
  • Adriana Louvier (Normita)
  • Zaide Silvia Gutiérrez (Socorro)
  • Vico Escorcia (Bartola)
  • Salvador Sánchez (El Notario)
  • Productora:  Bandido Films
  • Distribuidora:  Sony Pictures Entertainment

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