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“Mi papá te va a matar”, golpiza y amenazas; es la historia de Daniela (video)

  • José Ramos
Un presunto trato de negocios acabó en un altercado que cambió la vida de esta joven que ahora busca justicia
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Daniela exige justicia. La tarde noche del pasado lunes 9 de enero fue brutalmente golpeada y herida con un objeto en la cara, lo que le dejó una grave lesión en pómulo y ojo derecho, e incluso estuvo cerca de perder la vista.

Ella trabaja en el negocio de su familia. Soltera y con 25 años, el día de la agresión se disponía a cerrar un trato de negocios junto con una amiga, en el restaurante Estancia Argentina en la zona Esmeralda de la avenida Juárez.

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El trato lo estaban haciendo con un empresario, al que ella conoce por la larga amistad entre ella y el hijo de éste.

Al filo de las 7 de la noche, Daniela se disponía a retirarse del lugar. Hacía 15 minutos que la amiga ya se había ido.

Luego de pedir su camioneta al servicio de valet parking, percibió que dos mujeres con parte del rostro oculto con el cubrebocas y usando la capucha de sus abrigos se le acercaron y sin mediar palabra alguna comenzaron a golpearla.

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Con puñetazos en el pecho la tumbaron y ya en el suelo soltaron patadas en abdomen y espalda.

Enseguida una de ellas sacó de entre su ropa algo que Daniela alcanzó a identificar como un arma blanca conocida como bóxer. Un golpe, un sólo golpe bastó para hacer del pómulo derecho una fuente de sangre.

Acto seguido, el hombre con el que Daniela minutos antes se encontraba haciendo negocios al interior del restaurante se acercó a dar apoyoPero no a ella.

Daniela notó con asombro que el propósito del hombre era calmar y retirar del lugar a las mujeres agresoras a quienes subió en su vehículo para simplemente retirarse del lugar, como se muestra en uno de los videos tomados por la agraviada.

Una de las agresoras no se fue sin antes proferir una serie de amenazas. Sin embargo, el último dardo que salió de la boca de ésta, dejó a Daniela aterrada.

“No sabes lo que te voy a hacer, pendeja. Mi papá te va a matar, pendeja. Voy a matar a tu puta madre y a ti, grábatelo”.

El hombre intentó en varias ocasiones disuadir a Daniela de no hacer ninguna denuncia, invitándole a ir al hospital en donde él cubriría todos los gastos médicos.

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Luego de la agresión entre lágrimas, gotas de sangre y mucha confusión, esa misma noche se dirigió a las instalaciones de la Fiscalía General del Estado. La furia se acrecentó aún más porque no sintió un real cobijo, no de la gente, ni tampoco (aunque lo esperó) de los trabajadores del valet parking del lugar, que solamente se limitaron a mirar, sino de los propios elementos de la policía municipal, quienes llegaron al lugar, pero que le aseguraron no tener facultades para detener a la agresora al argumentar que ellos eran agentes de la Dirección de Tránsito de la Secretaría de Seguridad Ciudadana.

Una, dos, tres horas debió esperar Daniela en la Fiscalía ya con el dolor más agudo en la cara que para esas horas ya estaba muy inflamada.

La agente del ministerio público de nombre Aida Patricia Cóyotl Vázquez le extendió cuatro oficios, mismos que debía repartir a las horas siguientes (porque ya eran casi las 3 de la mañana del día martes 10) en las diferentes instancias para poder dar seguimiento a su caso.

El primero, dirigido al director general del Instituto de Ciencias Forenses de la Fiscalía General del Estado, en el que se le solicita la designación del médico forense a fin de realizar examen psicofisiológico y de lesiones.

Daniela y su mamá creyeron que alguien tendría a bien a hacer una revisión de su cara, palpar la inflamación, recomendar algún medicamento pastillas o gotas para aliviar los dolores de la pómulo y ojos, o algo que amerite una mujer maltratada.

Nada de eso, solamente un médico en turno que tecleaba en su computadora los rasgos evidentes a simple vista.

En el segundo oficio se solicita la designación del perito en psicología para determinar si Daniela presenta afectación psicológica y si en su caso requeriría tratamiento en el corto, mediano y largo plazo.

Hasta el momento solamente le han dicho que se tiene que comunicar y agendar la cita a través de un mensaje de WhatsApp en un número que le otorgaron a través de “un papelito”. No le contestan los mensajes ni las llamadas.

En el tercer oficio, dirigido al titular de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado se solicita la vigilancia en el domicilio de la víctima, así como auxilio inmediato por parte de elementos policiacos en el momento en que Daniela o su familia lo requieran.

Un par de policías se han acercado en estos días solamente una vez para tomar datos de la familia y “pues con permiso”.

El cuarto oficio sigue en trámite. Dirigido a Jorge Luis Guarneros Zambrano, Comandante de la Unidad de Apoyo Policial de la Unidad Especializada de Investigación de Delitos contra la Vida y la Integridad Corporal, en el que se instruye, entre otras cosas a entrevistar testigos, recabar datos, inspeccionar el lugar de los hechos y “todo aquello que sea necesario para el esclarecimiento de los hechos”.

Daniela y su madre no tienen la certidumbre de que esto se esté llevando a cabo, solamente esperan los plazos para cumplir las disposiciones del agente del ministerio público a las diferentes instancias.

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Pero mientras espera sigue buscando justicia. Los trámites, la movilización de una dependencia a otra, no la dejan trabajar, como tampoco la deja descansar esa sensación de persecución para ella y su familia.

La mamá de Daniela afirma no comprender cómo una joven trabajadora, que vive con sus padres, de la noche a la mañana cambia su vida, y su andar libre por la vida se convierte en una angustia diurna y nocturna.

Y es que, desde ese día, la vida de Daniela y su familia ha cambiado radicalmente, no saben si los vehículos que llegan a estacionarse afuera de su casa en estos días son señales de esa amenaza. No saben a dónde voltear cada vez que salen de su hogar para continuar con los trámites que la propia Fiscalía le ha dictado cumplir. Ha gastado más de 30 mil pesos solamente en curaciones de la cara y su ojo derecho.

El hombre con el que intentó hacer negocios le propuso una conciliación. Daniela, a través de su abogado, buscó que así fuera, pero al tratar de contactarlo simplemente ignora sus mensajes cuando ella se dispone a agendar una reunión.

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