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Nadal da cátedra a Novak Djokovic en Roland Garros

  • Edwin García
Cuatro sets fueron necesarios, una madrugada de ensueño que mandó a todo París a soñar con pelotitas verdes
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Lo malo del tenis (o lo bueno quizás) es que no existe el empate, pues a veces se antojaría una repartición de puntos con partidos como el de hoy en Roland Garros. El boleto a semifinales estaba en disputa y los interesados eran los únicos dos sobrevivientes del Big-Three: Rafael Nadal y Novak Djokovic. Uno como número cinco del mundo y el otro como número uno, pero los dos con marcas envidiables.

Rafa no titubeó. El duelo cerrado que esperábamos ver llegó y la victoria se quedó con el español. Parciales de 2-6, 6-4, 2-6 y 6(4)-7(7) definieron el rumbo del encuentro, aunque si se las dejo caer así no suena tan atractivo; mejor se las desgloso.

 

Cae la noche; amanece en París

No importa la hora que sea, la pista Philippe Chatrier se rendirá ante el 13 veces ganador de este torneo. A pesar de que cayó la madrugada para conocer a un vencedor, se trata de una noche que Nadal no olvidará, que vale un poco más que otras. La cosa es que se disputaron apenas los cuartos de final y aun así el escenario estaba volcado hacia el de Manacor como si del último partido se tratase.

Nadal y Djokovic -esa dupla que tanto se desea ver en el tenis- ofrecieron otro duelo magnético. Su rivalidad quizás no tenga comparación incluso para ellos mismos. A pesar de que se conocen de toda la vida esconden aún algunos secretos, ases que enseñan solo cuando es necesario para no evidenciar el arsenal.

El aspecto físico en un Grand Slam es en lo que menos se piensa. A Rafa no parecía importarle que venía de un partido largo, embistió por todos lados y buscó rápido el primer set. Todo le cayó como aguacero a Nole; el español se adjudicó la primera manga set y abrió camino en la segunda con una ofensiva más que brillante. No había otro camino más que ser agresivo, sin pensárselo tanto; ante Djokovic no se puede apostar a la vacilación: lo matas o te mata.

 

De magia y corazón

El show no habría sido completo si no hubiésemos tenido la casi perfección del estilo Novak sobre la pista. El balcánico libró un segundo set casi como por venganza, llevando a Rafa de un lado a otro. Ese ir y venir único en el circuito de la ATP lució bien en una noche como la de hoy donde 14 mil 800 asistentes en las sillas pudieron presenciar un tenis para conocedores.

Sin embargo, todos ahí eran conscientes de que bien pudo haber sido el último baile del rey en París. Las lesiones le han aquejado tanto que ya es duda torneo tras torneo. Pero eso ya el tiempo lo dirá, volvamos a lo nuestro.

La gasolina no le rindió tanto al serbio como al español, quien parece no sentirse cómodo con el desafecto, pero es que entre más noble y fiel era el público con Nadal, Novak más elevaba el nivel. 

Djokovic cedió el servicio apenas inició la tercera manga y no podía avanzar más allá, lo que le llevó a maldecir y explotar con un raquetazo a la red que rápidamente fue abucheado por la grada parisina. A este reproche le acompañó la segunda estocada del mallorquín, que entre la ida y vuelta perdían noción de que jugaron un partido largo y extenuante.

Nole ya no tenía brillo en el cuarto episodio, Nadal y su lucidez brillaban más que cualquier otra cosa para decantar la balanza poco a poco en su favor. Pareciera que se compone de otros materiales ajenos al nuestro, se sobrepuso como siempre ante las situaciones de emergencia con tanto aplomo como si fuera cualquier cosa.

Tras una bola y otra se apuntó el cuarto set. ¡El español iba 2-5 en contra! Hubo doble rotura y la puntilla en el tie-break para luego volver a recuperar su jerarquía en las canchas de París, las que son bien llamadas “el patio de su casa”. Sea de noche o de día, incluso de madrugada, Rafael seguirá siendo Nadal.

La despedida desde luego que no agradó al serbio, quien no ha conseguido cosas realmente trascendentes en esta temporada. Veremos, en otro punto, qué tal le va a Nadal con Alexander Zverev, quien viene de echar a nada menos que otra maquinita española llamada Carlos Alcaraz. Partidito el que se nos viene.

Foto: Twitter

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