De acuerdo con la Evaluación del Servicio de Alimentación del Programa de Escuelas a Tiempo Completo, realizada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y autoridades federales, las instituciones de este tipo en Puebla tienen espacios insuficientes y aspectos a mejorarse en higiene y variedad de alimentos.

En total se eligieron 15 escuelas de zonas con pobreza multidimensional extrema en los estados de Puebla, Yucatán y Guanajuato, al considerar que son entidades representativas de las diferentes regiones que conforman al país.

Para evaluarlas, la organización internacional realizó estudios entre 2017 y 2018, en colaboración con la Secretaría de Educación Pública (SEP), el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”.

Una parte de la evaluación consistió en identificar la talla y peso de 144 menores en cada una de las entidades, con lo que se logró identificar los extremos de sobrepeso y bajo peso.

En el caso del sobrepeso, Puebla ocupó el tercer lugar de los tres estados al alcanzar a 29.6 por ciento de los alumnos, mientras que en el bajo peso ocupó el segundo lugar, con 41.6.

Por otro lado se evaluaron condiciones de higiene y se identificó que de las 15 escuelas sólo cinco aprobaron la calificación, dos de ellas estuvieron en Guanajuato, dos en Yucatán y sólo una en Puebla.

En cuanto a los espacios mínimos necesarios para cocina y comedor, la calificación general fue de 53.6 por ciento, no aprobatoria, por presentar limitaciones geográficas y económicas.

Aun con las deficiencias en cuanto a la salud de los niños y las condiciones de los espacios, la evaluación reconoce la relevancia de estos comedores pues  65.8 por ciento de los niños consumieron en ellos el primer alimento del día.

Por otro lado, ocho de cada 10 niños se dijeron satisfechos con los comedores por resultar atractivos y funcionales, aunque con mejoras a considerar como la variedad de verduras y frutas.

En la misma evaluación, la UNICEF y las autoridades concluyen que la evaluación no es definitiva y tampoco permite identificar el impacto directo de estos comedores en el desempeño académico, aunque sí se ven mejoras en la permanencia en las aulas.

Entre las recomendaciones que se emiten están las de  conservar el programa, darle mayor presupuesto, difundir guías de alimentos, estandarizar procesos, fortalecer la infraestructura.

Asimismo recomiendan mejorar la higiene, considerar las prácticas locales de consumo de alimentos, promover el consumo de agua simple y frutas de temporada, así como involucrar a universidades locales en el proyecto.

Foto: Especial